Carlos Pablo Cocciolo

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viernes, 3 de julio de 2020

TEXTOS DE ADELAIDA FORTE, “EN TIEMPOS DE CUARENTENA”

 

 TEXTOS DE ADELAIDA FORTE, 

“EN TIEMPOS DE CUARENTENA”

 

 

Adelaida es una escritora argentina, que siempre ha conmovido con sus letras. A veces, ese juego de agujas de tejer que la llevan a escribir desde la soledad de la pluma, nos llama a pensar que el pasado tiene mucho que decirnos.

 

 

Cuarentena en mi cuarto

 

 

Todos los días del año

Yo vivo en cuarentena

Yo me encierro en mi mundo

Las fotos de mis padres, mi perro en la cama

Mi planta que tan solo quiere un poco de agua.

Por mis paredes reptan gritos que he silenciado

Y los llantos tan llorados

Despliego en silencio, mi adolescencia perdida.

A veces, traigo mi cena, o mi almuerzo o un té

Pretextando dolencias que a nadie le interesa

Por eso,más me encierro,por eso más me alejo

Aquí en cuatro paredes,mi yo ilumina mi ego

Aquí soy parte de un mundo al que ninguno entra.

No se atrevan a entrar, evito ser invadida,

Bastante sacrifiqué por ustedes una vida.

Aquí me quedo y salgo,sólo cuando lo decido

No quiero que se desplomen

Todos los yo construídos.

 



Y la

     calesita giró ante mis ojos

Pasaban caballitos,autitos,mariposas

Me mareaba su marcha infinita

Pero apretaba la mano fuerte de mi padre

Y

  sólo veía luces de mil colores.

No me animaba a subir

Temía desaparecer en esas vueltas

               Y

    no volver jamás a casa

Pero papá subía con sigilo

         Y

      me ayudaba a arrancar esa sortija

Que tantos niños,como yo,la pretendían.

Y

     yo creía que emprendía un viaje

Más allá de las nubes y las estrellas

Cuando, de pronto apareció el niño, 

El niño de enormes ojos y rulos rubios

Que vestía una ropa muy extraña.

Lo veía sentado muy quietito

Extendiendo su mano chiquita,

Le dije a mi padre que bajara

Y

      subí al niñito angelado,

Lo puse en un autito color rojo

Le dije: No te asustes,pequeñito

Te cuidaré por siempre, ya no llores,

Abrázame muy fuerte, y déjate llevar al infinito.

Lo supe ya adulta, no sé cómo, 

Fue un extraño juego de la vida

Que altera el papel de sus actores...

Aquel pequeño niño de ojos grandes

Aquel pequeño niño de cabello enrulado

    Y

        temor que invadía su carita

Aquel pequeño niño  era mi padre.

 

 

 

Me dijo el viento

Aventando a un soñador sin sus zapatos

 

O al náufrago eterno

En sus tristezas

O a la mujer que llora.

 

Me gustaría morir

Aún siendo viento

El mínimo soplo en la oreja

Del poeta

 

me gustaría morir

Llevando lluvias

Que penetren cual clavos

Las tierras secas.

 

Si no  me muero viento

Viento no he sido

Mientras una pluma eleve

De cualquier suelo

No seré brisa ni soplo

Seré un viento

 

Miles de soplos forman

Terribles vientos

No hay vientos que no amparen

Cerrados soplos.

 

Quiero morir un día

Yo , como todos

Como cualquiera aguardar

Mirando el cielo

Que mi magia se lleve viejos sudores

Y el supremo aroma

De las lavandas.

 

 

 

***************************

Así de quieta se quedó mi risa

Como se queda el árbol

Desnudando su copa

Así de quieta se quedó mi boca

Cuando la tuya ardiendo

Se acercaba a la mía.

Dos amantes en la noche tibia

Dos seres cobijados en la esperanza

De escapar del tedio de sus vidas

Y rehacer lo deshecho por sus sinos.

Transitar un sendero inolvidable

Sentir las mariposas en el pecho

Desparramar la miel en ese lecho

Y escapar sin ser vistos en la sombra.

Dos seres ciegos, pero ardientes

Que pactan esta cárcel de misterios

Porque la otra es tan terrible y perpetua

La otra es miserable y denigra.

Pero esta cárcel, Dios, yo la prefiero

Y él es mi eterno carcelero, 

no quiero huir de aquí a ningún sitio,

aquí está el amor, el verdadero, 

aquí se arrugará mi cuerpo y mi cerebro

hasta que venga la muerte a buscarnos.

************************************

 

 

Torino por Adelaida Forte

 

Uno cree que la gente nunca se va a morir.  Y entonces deja de llamarlo, o lo llama mentalmente y se dice a sí mismo “Debe estar bien, jugando al fulbo (como él dice) fumándose un Particulares en el entretiempo, y un vermút con papas fritas al final del partido”.

 

Solía acomodarse el pantalón hasta la cintura y peinaba su cabello con Glostora para que le quedara bien prolijo y brilloso.

Se iba luego con sus amigos a su casa, una pieza con baño y cocina en un conventillo. Era una de las pocas con baño propio, las demás, ubicadas alrededor de un patio con pileta para lavar la ropa y sogas para tender la ropa, más algunas plantas que coloreaban el sitio, no tenían baño.

 

Allí, lo esperaba su gato, Carrizo, que era el único que entibiaba su vida vacía. También tenía un malvón, un poco de color que matizaba su vida gris. Porque hasta Carrizo era gris. Pero Torino, se las ingeniaba para pintar con alegría su refugio.  Visitarlo era como ir a todos los cines de la calle Lavalle,y ver las películas dirigidas por los mejores directores. Tenía mil anécdotas algunas inventadas, pero todo ayudaba para pasarla bien. A veces, venía como un loco, contento, desbordado, porque un amigo le había conseguido entradas para el Metro o el Ópera. Le gustaba el Ópera, porque, si el tiempo lo permitía, corría el techo y se veían las estrellas.

 

De su vida se sabía poco, él no refería datos. - Nací de un repollo- nos decía- ¿no me creen, salames? Ah, ¿ustedes creen que para hacer un pibe, se tienen que encamar un hombre y una mujer!  No, nacemos de un repollo, algunos pitucos vienen de París con una cigüeña

Todos reíamos hasta llorar, y él exponía una dentadura perfecta junto a nosotros.

Yo vine en un repollo blanco, grande, que costó sacar de la tierra, por algo estaré aquí! Y se quedaba en silencio, con la mirada perdida, como preguntándose porqué estaba aquí. Cómo encastraba su vida hecha pieza, en un rompecabezas  con el que todos nacemos.

En las largas siestas de verano, me sentaba en la vereda, contemplaba a los vecinos, mateando y cuereando, y no sé por qué me acordaba de Torino.-¿Qué estaría haciendo el loco?- Entonces, mi mente lo proyectaba en la carnicería, putéandose con Cacho, el dueño, porque se la pasaba regalando algo para el puchero a los que no tenían guita.

- Descontámelo de mi sueldo, total yo vivo con cualquier cosa, dejate de joder  estás podrido en plata, mirá el auto que tenés, un Torino, loco, rojo ¡así lo ve la chusma!

Cacho lo adoraba, y le perdonaba todo porque era más decente que Dios, incapaz de alguna tropería. 

-¿Sabés por qué me compré un Torino? Por vos, en homenaje a vos. - Y lo abrazaba llorando, porque Torino despertaba ternura.

Así lo acompañaba a distancia, era tan rico, tan popular que sólo recordarlo, llenaba mis horas vacías. Nunca me plantée por qué no lo llamaba o visitaba, tal vez tenía miedo a que no fuera el mismo.  O quizás otro más de los que desaparecían cuando mirábamos las fotos viejas que se guardaban en una caja. 

Torino iba mucho al Congreso, los sábados por la tarde. Le gustaba emplumarse con las palomas, mientras les daba de comer el pan que preparaba pacientemente, y que Don Luis le regalaba religiosamente.

¿Qué lo llevaba a Torino a pasar las tardes de ese modo? Tal vez le gustaba verlas volar, así con libertad, a cualquier lugar, como el que se va a la Costanera a ver los aviones. Tal vez envidiaba que ellas pudieran llegar a todas partes. A Italia, tal vez, un país que siempre mencionaba con nostalgia, como si sus orígenes estuvieran allí. 

Ayer decidí indagar, buscarlo, encontrarlo y sentarme en un bar con él para refrescar los recuerdos dormidos. Llamé a Javier, para que me dijera algo de él.  Torino no tenía teléfono. Nada. Carlos, Horacio, el gambeta, nadie sabía nada. 

Me preguntaba por qué no ir a buscarlo directamente, pero una extraña sensación frenaba mis ímpetus.

Decidí llamar a Cacho, esperando que contestara Torino. Mientras lo hacía un pájaro sobrevoló mi habitación y me quedé como tarado mirándolo.

-Hola Cacho, soy Enrique, amigo de Torino, ¿se acuerda de mí? Está el flaco por ahí? No sé qué me pasó, pero hoy quise saber de él-

-Enrique, qué sorpresa – dijo y se abrió un silencio.

-Si está, pasame con él-le pedí con ansiedad.

Silencio

-¿Cacho, cortaste?-

-No, Enrique  estoy aquí, es que Torino murió, hace unos días-

De inmediato, recordé el pájaro que sobrevoló mi habitación.

- ¿Qué? ¿qué le paso? -dije llorando.

-Y vos sabés cómo era de bueno Torino. Un día me pidió el auto, para llevar unos tipos no sé dónde, me pareció raro, el flaco nunca me pedía el auto, pero era tan decente que se lo di. Los tipos que llevaba eran guerrilleros, te imaginás, él no sabía nada de eso.  La policía los cagó a tiros a todos. Yo tuve unos kilombos bárbaros, me salvó un comisario amigo. Pero Torino, Torino...- la voz se le quebró en llanto- murió, o lo desaparecieron estos hijos de puta.

Colgué el teléfono y lloré. Lloré por dejar partir un amigazo, por no visitarlo, por creer que era inmortal.

Estoy aquí, pasaron dos días de la noticia, sentado en la vereda como siempre, pensando en nada. Se acerca el cartero y me da una carta. La agarro sin ganas. Estoy por guardarla en el bolsillo y veo que no tiene remitente. La curiosidad me gana y la abro, y veo una foto, con un Torino bronceado, con el pantalón en la cintura, como siempre, sentado en la fuente de Trevi, con palomas a sus pies, levantando la mano como diciendo -"Salú, ¡la barra!"

Lloré, llore de alegría. Torino estás donde debías estar, te dejamos solo, por esas cosas de la vida, pero yo tenía razón, los buenos no mueren!!!!!

 

 

 

El dulce amargo sabor de mi boca aún seca

Cuando amanezco luego de una noche oculta

Agotada aunque fresca después de un sexo pleno

Te miro mientras duermes tan feliz y sereno,

Afuera,los árboles, en su danza, nos espían callados. 

Aspiro lentamente un aroma caliente

Cuyo origen se esconde entre flores salvajes.

Y me quedo muy quieta velando tu cansancio,

Recordando tus manos rehaciendo mi cuerpo

Que yace anhelando que comiencen tus besos

Como sueles hacerlo luego de nuestra danza

Mi sangre se entibia cuando es recorrida,

por un río de semen en mi canal añoso.

-Somos grandes- te dije aquel día primero

Ocultando, en vano, mis curvas ya deshechas.

- Y que tiene de malo vivir este momento?-

Dijiste con firmeza,avanzando sin tregua.

Con manos angeladas aflojabas mi ropa

Y besabas mis senos con actitud de niño.

-Te esperé treinta años, es hora y la vida

No baraja dos veces.-

Caí, así en tus brazos y conocí el abismo

El placer, el miedo,la locura, la calma

Un remolino ardiente venció locos prejuicios

Y respiré cual niño que es recién parido.

Aún duermes sonriente, y yo abro mi bata, 

Enfrentando esta brisa que refresca mi ardor

Así  tranquila espero, que tus ojos se abran

Y la pasión acune la juventud dormida.

 

 

  

 

En el supuesto caso que me despierte una noche de luna llena, envuelta en una sábana de terciopelo, caminaré descalza, tratando que en mis pies se peguen los pequeños trozos de cobre de los árboles otoñales y permitiendo que en mis cabellos se enreden aquellas flores que obstaculizan mis pasos.

Mi vestimenta, poco importará, acaso aún arrastre la sábana de terciopelo, o tal vez, cubra mi desnudez algún jazmín que prefiera mi piel blanca y sedosa, o la espesa telaraña que se abraza a los troncos del camino.

Andaré frente a un arroyo, nutrido del viejo y sabio lema de una montaña, entregada a su adoración al sol.

Por allí  si miro al norte, aparezca su figura fuerte. Lo anunciará el glorióso galope de su caballo. En lugar del amanecer, veré sus ojos ,profundo bosque de castaños anochecidos. En lugar de la luna, su armadura gastada, cubriendo un cuerpo frágil, entregado al hambre.

Yo esperaré callada, en el silencio se grabará mi nombre: Dulcinea! Dulcinea! Él lo recogerá en el aire  llevándolo a su pecho agitado.

Subida a su caballo escapará el miedo que envolvía mis horas, y una vez más, detenidos ante los molinos de viento, un beso mío borrará sus angustias y él entenderá que el solo hecho de haber querido vencerlos, habrá sido el comienzo de haber vencido.



 

Sentada frente a un viejo espejo de roble, que reproduce con fidelidad, una tenue luz que se descuelga traviesa por la ventana, me miro obsesivamente. Sobre una mesa cercana, un retrato devuelve la imagen de mi padre y yo. Es el día en que cumplo cinco años. Extasiada ante una torta -de esas infaltables- encargadas en la Confitería Del Molino.

 

Recuerdo el sacrificio de papá para que jamás faltaran esas tortas, de una confitería muy cara, en Congreso, que hoy ya no está, una perla más de mi pasado que se diluye.

 

 

ALGUNA VEZ  pasé por la casa donde eran porteros mis padres. Era una casona de cuatro pisos, que parecían ocho. Había pertenecido a los Duggan,gente de la alta sociedad.

 

Nosotros vivíamos en el último piso. Una reja rodeaba la terraza por donde trepaba una enredadera, que en verano, muchos pájaros. Recuerdo tener una foto, estaba junto a la reja, y una perrita llamada Colita.

 

Por ese lugar, pasaba muy seguido cuando iba al centro. Rio Bamba y Corrientes. Y juro, que aún veía a esa nena de rulos, con un vestido floreado y a mi lado la perrita. Era inevitable que mi cerebro proyectara esa escena.

 

Un día, al salir del teatro, quise pasar, como siempre por mi pasado. Habían tirado la casa abajo. En su lugar, se levantaba un enorme edificio que casi ocupaba hasta la esquina. Estacioné en doble fila sobre Corrientes ¡Y lloré, lloré sin parar, habían arrancado del álbum de mi vida, aquella hermosa foto!

 

  Un policía golpeó suavemente mi ventanilla, bajé el vidrio, el pobre se asustó al ver mi cara.- ¿Se encuentra bien  señora? -me preguntó.

-No, no estoy bien, sé que no puedo estar aquí, ya me voy-  puse primera y me fui.

 

El pobre hombre se quedó mirando, pensé que iba a multarme, pero no, bajó su cabeza moviéndola de lado a lado como si hubiera sabido que en ese coche, una mujer llevaba su corazón desgarrado. Jamás lo superé.

 

Estoy sola, es esa clase de soledad en la que, pese a estar con gente, solo contaminan y ahondan más la sensación de estar en una isla en la que el mar apenas besa su orilla.

 

Navego en ese mar, negro, que asfixia a quien lo mira.

 

Una vez más, contemplo el retrato y, por ese extraño que tiene el mecanismo de la mente humana, acepto que, un día, voy a morir tan sola como he vivido.

 

No siendo tan vieja, por qué decido concebir aquello que tantas veces aborté.  Tal vez, porque no quiero jugar más el juego de la vida. Entonces, planifico mi funeral. No habrá velorio, es absurdo que la gente tome un café y cuente historias de tiempos idos: porque mi ausencia los obliga a reunirse aunque se odien. Y quiero ser cremada, ¿por qué?  En parte porque odio la oscuridad de los entierros, y en parte porque quiero volar a otro sitio, donde no me animé a ir cuando  vivía.

 

 

Mis cenizas, ¿qué harán con ellas? El mar me produce terror y las montañas, albergan ambiguos recuerdos en sus cumbres, y desde allí, caen arrastrando a su paso barro, espinas, nieve, que apuñalan mi alma. Entonces...¿dónde?

 

Desaparecer de este mundo sin convertirme en algo majestuoso, no lo merezco, en esto no voy a ceder.

 

 

El espejo, heredado de mi abuela, aún refleja en mi imaginación aquella sala fría que calentaba con una estufa pequeña, y el viejo empapelado que caía huyendo de las paredes húmedas para encontrar el calor que habían perdido.

 

Un espejo ovalado,  cuyo marco de madera fuerte, me recordaba las manos exhaustas de mi abuelo.

 

Y de pronto, mágicamente, aparece mi imagen. Tan mágicamente como empieza a desvanecerse.  Mi rostro es el último en irse. Tomo conciencia que ese espejo travieso como los duendes que, alguna vez, lo tomaron para captar esas profundidades prohibidas para los simples humanos, permitieron que yo viera mi espíritu. Como también permiten que vea mis cenizas, una pequeña montañita de un polvo gris sobre una silla. No sé si ese extracto, es una parte de mí, o tal vez, todo.

 

De todos modos, ya no inquiero sobre por qué estoy ahí, ya no tiene importancia. Una pequeña araña extrae algo de mí para tejer su tela. Acción que agradezco y admiro. ¿Alguna vez han contemplado una telaraña con gotas de rocío. Es una joya irrepetible?

 

Mi hija mayor está sentada cerca de lo que fue mi cuerpo.

 

 

 

Entra Juanita, mi querida Juanita, arrastrando como siempre, la enorme aspiradora.

-Juanita-dice Clara con su eterno tono imperativo y altanero- Esta sala está llena de tierra y telarañas, recibiré amigas por la tarde!-

-Ya lo sé, Clarita, pero desde la partida de tu mamá, este lugar está frío, raro, ella pasaba largas horas aquí, ¿te acordás?-

-Sí, pero ella ya no está, ella ya no está- decía mientras se acercaba a Juanita que lagrimeaba…

-Estoy segura que te duele su ausencia-

-Claro, pero la vida sigue y...-

 

Clara no pudo continuar con su papel de superada, y, abrazándose a Juanita, descargó su dolor ahogado. 

-Yo le importaba-pensé- ¿por qué todo llega tan tarde? 

 

Pese a todo, no pude evitar sonreír largamente.

Juana se dispuso, sin dejar de lagrimear, a continuar su tarea. Inexorablemente, llegó hasta la silla. Pese a gritar que suspendiera su trabajo, terminé en la bolsa de la aspiradora.

Aprendí, en mi nueva situación cenicienta, que el morir permite ser un espía invisible y estar en varias sitios a la vez, soy una energía tan potente, como, en vida, fue mi servicio a los demás, y puedo gritar hasta secarme sin que nadie se altere, sin intentar coartar mis libertades en prisión.

Mañana, Juanita, vaciará la bolsa de la aspiradora, y mis cenizas serán llevadas por el viento, como esos barriletes que se elevan hasta el sol. Así, por fin, ellas encontrarán su sitio, el mejor, el menos pensado.

 


LA COMA Y EL PUNTO

La COMA Y EL PUNTO ×la dificultad está marcada con * (asteriscos). REPONGA PUNTOS Y COMAS Tenga en cuenta que donde está elidido (aus...