Fundamentación y objetivos
La literatura habla/muestra situaciones de
vida. Situaciones de las que formamos parte o no. Que reflejan conflictos de la
vida diaria, y modos de resolver.
La elección de textos para este año busca
mostrar representaciones de situaciones de la vida diaria, con sus personajes,
sus diálogos, sus espacios, sus tiempos. Cada texto en boca de un autor, con un
lenguaje y un vocabulario, y una ideología.
Nuestro objetivo será desandar estos textos.
Se espera poder emplear todas las estrategias de descodificación, estimulando
capacidades de comprensión lectora, en función de analizar los textos: lo que
dicen, lo que callan, lo que refuerzan, lo que problematizan.
Será eje principal el desarrollo de la
comprensión lectora: cómo se organiza el texto, qué temas aborda, qué lenguaje
se emplea, qué situaciones muestra, las ideas principales que transmite el
texto.
Por otra parte, se hará hincapié en el
desarrollo de capacidades de escritura/redacción. Se espera que el alumno pueda
plasmar por escrito sus ideas, de acuerdo con la normativa vigente. Para eso se
trabajará con cuestionarios en relación a los textos, y propuestas de redacción
que permitan al alumno tener más confianza y seguridad a la hora de escribir un
texto.
TABLA DE CONTENIDOS
1. LA COMUNICACIÓN. GéNEROS DISCURSIVOS (FORMATOS
TEXTUALES)
2. CUENTO “¿CÓMO VUELVO?” DE HEBE UHART
3. CUENTO: “LA FIESTA AJENA” DE LILIANA HEKER Y
“CABECITA NEGRA” DE GERMÁN ROZENMACHER
4. GRAMÁTICA Y SINTAXIS
5. TILDACIÓN Y PUNTUACIÓN
6. EL MITO DE EDIPO
7. CUENTO: “EL CORAZÓN DELATOR” DE E. POE.
8. TEATRO: “LA ISLA DESIERTA” DE R. ARLT
9. TEATRO: “VENECIA” DE JORGE ACCAME
10. CUENTO: “LA CASA DE ASTERIÓN” O “EMMA ZUNZ” O
“LA ROSA” (POEMA) DE BORGES
11. El texto INSTRUCTIVO
12. Textos de DE JULIO CORTÁZAR
13. CIENCIA FICCIÓN “EL PEATÓN” DE RAY BRADBURY
LA COMUNICACIÓN. GéNEROS
DISCURSIVOS (FORMATOS TEXTUALES)
Teoría de la comunicación:
Para debatir: ¿cómo definirías la comunicación?
El acto comunicativo consiste en un proceso
de intercambio o de transmisión de información, mensajes, ideas, significados o
contenidos a través de signos, símbolos o representaciones entre sujetos que
interaccionan con la finalidad de influir en la conducta y en la estructura
cognitiva del receptor. Este proceso de intercambio o transferencia de
contenidos puede responder a funciones distintas: informar, entretener,
estimular, persuadir, etc.
Según el lingüista Jackobson se pueden
abstraer partes o elementos en el proceso comunicativo:
Código:
Emisor……(canal)……………Mensaje………(canal)………………Receptor
Referente:
A partir de este cuadro podemos inferir que
el emisor es quien emite el mensaje hacia
un receptor por medio de un canal, y que
este mensaje, expresado en un código, refiere a algún aspecto de la
realidad (referente), con una finalidad comunicativa.
Teniendo en cuenta este marco teórico
general, debemos tener en cuenta que:
El emisor puede ser individual, colectivo o
múltiple (diferentes emisores jerarquizados): una persona hablando, un autor de
un libro, una empresa, un político en representación de un partido, un programa
de televisión, un líder de una secta.
El canal, es el medio sensible en el que se
transfiere el mensaje: auditivo, táctil, visual, olfativo, gustativo.
El receptor (o destinatario) puede ser individual,
colectivo o múltiple (dirigido a diferentes destinatarios).
El código es el modo en que se cifra el mensaje,
y éste puede ser muy variado: lenguaje de señas, lengua oral, lengua escrita,
sistema de luces (como en el semáforo), sistema braile, sistema binario,
sistema matemático, por medio de imágenes (como en el cine mudo), sistemas de
escritura, alfabético, silábico, jeroglífico, ideográficos o simbólicos, etc.
Él código siempre es social, mínimamente debe ser conocido, construido o
compartido por dos agentes.
El mensaje es todo lo que dice un
emisor o varios. Puede ser breve o extenso, constituido por una
palabra o miles: una marca de un producto, un libro, una canción, una causa
penal, un tratado, una obra de teatro, una telenovela, etc. Para que
un mensaje sea considerado como tal tiene que haber por lo menos un receptor
que lo pueda decodificar o entender y el mensaje debe tener sentido, cohesión
(conexión entre los signos) coherencia interna y finalidad, estructurado en
algún formato textual o género discursivo.
Hay que considerar que cuando el receptor
responde (si fuera posible) al emisor, el receptor se transforma en emisor. Por
lo tanto, el esquema se retroalimenta constantemente, sino más que una
teoría comunicativa solo sería expresiva
El referente está vinculado con el contexto o
algún aspecto de la realidad en la que están sumergidos tanto el emisor como el
receptor.
La Situación comunicativa: hace referencia a todo el conjunto de
los elementos relacionados entre sí. Es fundamental entender que en una
situación comunicativa se juegan roles y relaciones de poder,
con lo cual la relación emisor/receptor puede ser simétrica
(relación entre iguales) o asimétrica (relación jerarquizada
y/o de dominación).
Tener presente estas
categorías abstractas a la hora de analizar un texto es fundamental para
comprender lo que se está diciendo. “Lo que se diga” tendrá que ver con
¿quién/es lo dicen? ¿Cómo lo dice? ¿A quién/es está dirigido? ¿Desde dónde lo
dice? (contexto de enunciación) ¿Para qué lo dice? (finalidad del texto) ¿Por
qué lo dice por este canal y no por otro? (estrategias de comunicación).
.
Los géneros discursivos
El género discursivo es el formato que adopta
el texto. Dependiendo del ámbito social, los mensajes adoptan distintas formas.
Por ej., en un ámbito administrativo circularán actas, cartas, folletos,
planillas de cálculo; en un ámbito judicial: causas, defensas; en un
ámbito escolar: cuentos, planillas de asistencia, manuales; en un ámbito
festivo: canciones, saludos, invitaciones, suvenires; en un ámbito religioso:
cantos, himnos, salmos, rezos, oraciones, mantras, testimonios, homilía; en el
ámbito mediático: shows, telenovelas, series, informativos, documentales,
publicidades, realitys, programas de cocina, películas, cortos.
En música también encontramos la misma
clasificación: la cumbia, la salsa, el reggaetón, la música clásica, el rock,
mantras, himnos, alabanzas. Cada género tiene sus formas relativamente
estables, fácil de identificar, con una forma más o menos parecida. Los géneros
tienen marcados o delimitados sus ámbitos sociales.
En cine existe también una clasificación por
género: de terror, de acción, ciencia ficción, comedia, drama.
En otras palabras, los géneros discursivos
están estructurados u organizados presentando un determinado formato.
Por ejemplo: un cuento tiene:
· introducción,
· nudo
· desenlace,
· hechos ordenados cronológicamente,
· personajes y espacios en donde transcurre la
acción.
·
Las estructuras genéricas muchas
veces son fácilmente reconocibles, puesto que los géneros se internalizan
con el uso y la frecuencia del uso. Por ejemplo, en un golpe de vista, notamos
cuando estamos presentes de un poema (porque es breve y está escrito en verso)
o un boleto, o una carta.
Muchas veces se plantea el problema
de clasificar algo en relación a su género, porque los géneros se
mezclan, se absorben, se fusionan dado que los espacios
sociales están en continua interacción. Por ejemplo, si transformo una receta
de cocina en una canción para niños, o transformo un cuento en una novela.
Desde esta teoría, se habla también de
géneros primarios y géneros secundarios. Los primarios son estructuras simples,
básicas, de poca extensión (publicidad, saludo, aviso, un ringtone; mientras
que los géneros secundarios son capaces de absorber muchos géneros primarios:
un show televisivo, una página de internet, una novela, un diario mediático,
una enciclopedia.
En la música en más fácil notarlo: una
canción de navidad transformada en cumbia o en clásica.
Cabe destacar que la literatura (relatos,
poemas, teatro) y muchos otros géneros discursivos combinan o incorporan a
otros géneros: textos científicos, cartas, poemas, chistes, historias,
definiciones, etc.
Actividad: identifique características de los
siguientes géneros discursivos:
Libro de actas- artículo de enciclopedia-
novela- cuento- reseña- artículo periodístico- artículo de opinión – reportaje
– Manual de instrucciones – resumen – discurso político– trabajo de
investigación - saludo– catálogo – historieta – invitación – carta profesional
– currículum – carta de reclamación –denuncia policial - canción – poema –
factura – nota de cuaderno de comunicados – boleto – horario de trenes –
definición de diccionario - constitución nacional – refrán – fábula –
chisme – encuesta – entrevista – obra de teatro – cartel – folleto – programa
radial –película –autobiografía-– biografía - carta o epístola –historieta –
refranero- cómics- minicuento- corto- graffiti- show- prólogo – portada –
recomendación –horóscopo – canción -PROGRAMA de radio - correo electrónico
–decreto -informe de lectura – definición – reportaje – comentario – crítica -
diccionario – glosario – multiplechoise - gráficos (de torta, de niveles)
–propagandas - Plegaria – epitafios –
¿Cómo están escritos?/ ¿Cómo se estructuran?/
¿Dónde circulan? / ¿Qué función desempeñan?/ ¿Para qué pueden servir?/ ¿Qué
información presentan? / ¿Quién los produce? / ¿Quién los recibe? /¿Sobre qué
tratan?
Género
|
estructura
|
Ámbito
de circulación
|
finalidad
|
Emisor/es
|
Receptor/es
o
destinatario/s
|
canal
|
Trama
textual
|
características
|
CUENTO “¿CÓMO VUELVO?” DE HEBE UHART
Yo no soy muy suelta de lengua y no crea que
lo que le cuento a usted lo puedo decir por ahí, y menos en mi pueblo: se lo
cuento a usted porque es una desconocida; si le contara a alguien de allá, en
dos minutos estoy perdida. Yo vivo en una calle que da a la
ruta; allí, mi marido y yo tenemos una estación de servicio; va bien, gracias a
Dios; él es un buen hombre y no me deja faltar nada: tengo mi heladera, mi
televisión y un cochecito usado: lo movemos poco. Los chicos se fueron a vivir
a Venado Tuerto, para estudiar el secundario. Entre mi marido y yo atendemos la
estación de servicio. Yo también atiendo la escuela: vengo a
ser maestra, directora y portera, tengo en total diez alumnos. Donde vivo, son
cuatro cuadras con casas; en invierno a las ocho de la noche están todos
adentro. Y ahora que estoy lejos y lo veo desde acá, no me explico cómo pude
vivir veinte años en ese lugar. Yo no tendría que extrañar,
porque nací en un lugar parecido, cerca de la ruta; pasaban y pasaban los autos
por la ruta y yo los miraba parada en una tranquerita, y
deseaba tanto -inconsciencia de criatura- que algún auto me llevara. Yo no
pensaba en ningún lado especial: cualquiera. Me paraba en la tranquera para que
me vieran, y decía: «Alguien me va a mirar». Los autos pasaban como una
exhalación y yo tardé mucho en darme cuenta de que nadie me
miraba ni me iba a mirar, y cuando me sentí ahí plantada, sola, era como una
especie de desilusión. Por eso, yo ya debía de haber estado
curtida, pero al principio, cuando me casé, también me resentí. Me acuerdo que
al principio un día pensé: « ¿Y si se incendia la estación de servicio? Un
incendio grande, digamos. Necesariamente tendremos que ir a vivir a otro lado».
Pero yo ya era grande y una entra en razones, sabe que son malos pensamientos,
los sabe apartar. Nunca le dije eso a mi marido: él tiene otro ánimo, es más
parejo, siempre está conforme y eso que no tiene vicios. Pero últimamente,
después de tantos años de estar ahí, me volvió un poco de esa tristeza de
cuando me casé, y en invierno a la noche miro afuera; no hay un alma y me da un
no sé qué. Por eso cuando llegó la carta donde nos decía que habíamos sido
sorteados para ir a Embalse -yo y los chicos de la escuela- tardé un poco en
mostrársela a mi marido, en parte porque estaba tan confundida que no creía que
fuera cierto. El me reprochó después por qué no se lo dije enseguida. Y yo hice
ver como que no me importaba mucho, no fuera que si hacía ver que me importaba
mucho se arruinara el viaje. Aparte a mí me gusta la gente ubicada, sensata,
tranquila: hasta por televisión se da cuenta una de cómo es la gente: miro a
los actores y a los artistas y ya veo si son personas confiables, responsables
o, hablando mal y pronto, si son un tiro al aire. En la carta decía que había
que llevar ropa deportiva, pero yo pensé que debía llevar un vestido, y como
hubo que preparar la ropa de los chicos de la escuela, me traje un vestido ni
fu ni fa. Como usted ve, tengo la cara curtida por el viento; no, las manos
están así de lavar.
Cuando viene la noche y yo ya
terminé de hacer todo, antes de ver televisión me pongo a lavar. Allá al atardecer
es tan triste que yo a veces quisiera apurar al tiempo, que se haga de noche de
una vez. Entonces digo: «Tengo que hacer algo útil». Y me pongo a lavar o a
ordenar. Al atardecer me vienen esos pensamientos tristes que ni me distrae la
televisión. Bueno, cuando llegué acá a Embalse, nunca hubiera supuesto que en
el mundo había una cosa así. Yo acá en Embalse viviría toda la
vida: no volvería más. El primer día que llegué me encontré perdida en esta
planicie llena de gente. No hablamos con nadie, pero supimos que había
porteños, entrerrianos, salteños, chaqueños y de tantos otros lugares.
Recorrimos todo el lugar para ver dónde se
compraban los alfajores y las postales -no como el negocio de allá, acá son
negocios y negocios todos juntos-, hileras de burros y caballos con sus
cuidadores, llenas las hamacas y los subibajas y todos los grupos haciendo
gimnasia.
Después hablé con los maestros chaqueños;
ellos se acercaron a hablar y me dijeron que para ellos era una delicia estar
ahí porque les servían de comer y aparte no tenían que ir a la escuela; ellos
hacían tres horas a pie de ida y tres de vuelta; por el camino paraban y
tomaban mate, y también hacían sus necesidades. «Tranquilos -me dijeron-, no
como esos porteños», y señalaron a la coordinadora del grupo de la
Capital, «que van siempre apurados». Yo ya me había fijado en
esa coordinadora, que de lejos me pareció una jovencita y de cerca vi que podía
tener mi edad; eso sí, con las manos de una criatura y el pelo largo.
Ella se mueve como si nadie la fuera a mirar
y como si no le importara de nada, anda en subibaja y no come toda la comida
que le dan en el comedor, come de una bolsa propia. A ella yo le oí decir al
pasar, como si fuera algo malo: «Esa gente que tiene el televisor todo el día
prendido en la casa», y yo pensé: yo lo tengo prendido todo el día, pero es
para compañía. Aunque a veces no lo apago porque pienso: «Ahora va a venir algo
hermoso, no sea que lo pierda». Y los chicos porteños que lleva ella, ellos
inventaron un sistema para comunicarse de cuarto a cuarto; desde el primer día
ellos fueron solos a comprar alfajores y ellos mismos hablaban con el cuidador
para andar a caballo y le pagaban. Yo les decía a los chicos míos: «No se
alejen». Ni falta que hacía, porque al principio no hicieron más que mirar,
como yo. También, con todo lo que hay, esos concursos de juegos; no
sé si usted estuvo en la guitarreada al aire libre que hicieron los maestros de
Mendoza; yo estaba tan contenta y por otro lado me agarraba una tristeza al
pensar «¿cómo fue que yo no sabía que había una cosa así?». Me agarró tristeza
por los años perdidos. Bueno, hace tres noches, usted no se debe haber enterado
porque no la vi, había una guitarreada en el café, con vino y empanadas. Dejé a
los chicos al cuidado de Aníbal, el mayor, y me fui con los otros maestros al
café. Fueron también las instructoras de los chicos de la villa, que no sé cómo
los aguantan, pobres: ellas pasaron agachadas a la altura del dormitorio de los
chicos y uno las reconoció: enseguida todos gritaron desde la ventana del
dormitorio: «Putas, putas». Y pensar que esas chicas los instruyen por
idealismo. Yo me fui con el vestido y después me sentí un poco
desubicada: todos fueron de jogging y zapatillas. ¡Cuánta juventud! Toda con
guitarra y con canciones nuevas y viejas, tanto ponían un bolero como esas
canciones de a desalambrar, a desalambrar. Yo me puse a conversar con un
profesor de gimnasia, más joven que yo. Yo no sé hasta el día de hoy cómo fue
que me acosté con él. Nunca en veinte años de casada le fui infiel a mi marido,
nunca conocí a otro hombre. Y yo quiero que me comprenda bien:
yo no soy ninguna descocada ni tampoco una mujer desubicada; le tengo gran
estima a mi marido y por suerte nunca va a enterar de lo que pasó: pero yo con
el profesor de gimnasia conocí otra cosa, como si se me hubiera abierto la
cabeza, como si hubiera entrado en otra dimensión. Estaba él con su jogging
azul -ni siquiera le podría decir si él era lindo o no; recuerdo que me dijo
que era una mujer interesante, cosa que no creí- y por lo poco que sé de la
vida, siempre me di cuenta de que era una aventura y nada más. Entiéndame: no
me enamoré ni cabe enamorarse a mi edad, y además, mirándolo fríamente a mi
profesor de gimnasia, hasta podría ser que tuviera pinta de haragán. Jamás me
casaría con un hombre así. Después él me buscó y yo no quise saber nada de él:
ya tenía suficiente para pensar. ¿Sabe en lo que yo pienso? En cómo vuelvo yo a
mi pueblo. Estoy acá, hablo con los maestros salteños, que me cuentan su pobre
vida de allá, más pobre que la mía; escucho el altavoz y pienso que si en este
lugar hay un mundo cuánto más habrá más allá, en todos lados, y ahora que
estamos por volver, no hago más que preguntarme: ¿cómo vuelvo yo a
mi pueblo?
(subrayados míos)
--------- ------- ----
Nota del profesor: en este texto podemos ver
un relato simple, de una persona “común”. No hay complejidades en el discurso,
sino más bien percibimos un texto provisto de un fuerte formato AUTOBIOGRAFÍA,
al mismo tiempo que el texto toma la forma de anécdota. El texto matiza con
otros dos géneros: LA CONFESIÓN (como modo de aliviar la culpa, manifestación
discursiva propia de la iglesia y otros métodos de curación) y se puede
traslucir algo de índole FILOSÓFICO-REFLEXIVO, que es la propuesta
total del texto, con ese interrogante que abre y cierra el texto “¿cómo
vuelvo?”, es decir, cómo se vuelve a una situación anterior, luego de haber
transitado otra realidad, mejor, más completa, seductora.
A continuación les dejo unos interrogantes
para responder, en virtud de des-andar el texto y ver cómo funciona:
1. Registre las diferencias CAMPO/ CIUDAD, y
construya un cuadro comparativo en función de la información del texto.
campo
|
Ciudad
|
|
Descripción de espacio
|
||
Sujetos que viven
|
||
Figura de la mujer
|
||
Figura del hombre
|
||
Sentimientos
|
a) ¿de qué se da cuenta la protagonista?
b) ¿cómo se siente ella frente a los otros?
c) ¿a quién le cuenta la historia y por qué?
d) ¿a qué hace referencia el texto?
e) Busque expresiones que definan
psicológicamente al personaje protagonista.
f) Busque frases hechas en el texto. ¿qué
relación guardan con la psicología del personaje?
g) Marque con cruz los temas que aparecen en la
obra:
___ el amor ___ la culpa ___la venganza ___el
odio ___la piedad ___el rencor ___el compañerismo ___la solidaridad
___la muerte ___la vida ___el amor carnal ___la prostitución ___el
machismo ___el feminismo ___el sueño ___la ficción ___el lenguaje
vulgar ___la cultura ___el pacifismo ___la huida ___la ilusión ___el
crimen ___el conocimiento ___la alegría ___el malestar ___ la
apariencia ___el deseo ___la pobreza ___el
conformismo ___la diversidad sexual ___la nostalgia ___la
mentira ___el engaño ___la tragedia ___la
religión
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CUENTO: La fiesta ajena. LILIANA HEKER
Nomás llegó, fue a la cocina a ver si estaba
el mono. Estaba y eso la tranquilizó: no le hubiera gustado nada tener que
darle la razón a su madre. ¿Monos en un cumpleaños?, le había dicho; ¡por favor!
Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen. Estaba enojada pero no era
por el mono, pensó la chica: era por el cumpleaños.
No me gusta que vayas -le había dicho-. Es
una fiesta de ricos.
Los ricos también se van al
cielo-dijo la chica, que aprendía
religión en el colegio.
Qué cielo ni cielo -dijo la madre-. Lo que
pasa es que a usted, m’hijita, le gusta cagar más arriba del culo.
A la chica no le parecía nada bien la manera
de hablar de su madre: ella tenía nueve años y era una de las mejores alumnas
de su grado.
Yo voy a ir porque estoy invitada -dijo-. Y
estoy invitada porque Luciana es mi amiga. Y se acabó.
Ah, sí, tu amiga -dijo la madre. Hizo una
pausa-. Oíme, Rosaura -dijo por fin-, ésa no es tu amiga. ¿Sabés lo que sos vos
para todos ellos? Sos la hija de la sirvienta, nada más.
Rosaura parpadeó con energía: no iba a
llorar.
Callate -gritó-. Qué vas a saber vos lo que
es ser amiga.
Ella iba casi todas las tardes a la casa de
Luciana y preparaban juntas los deberes mientras su madre hacía la limpieza.
Tomaban la leche en la cocina y se contaban secretos. A Rosaura le gustaba
enormemente todo lo que había en esa casa. Y la gente también le gustaba.
Yo voy a ir porque va a ser la fiesta más
hermosa del mundo, Luciana me lo dijo. Va a venir un mago y va a traer un mono
y todo.
La madre giró el cuerpo para mirarla bien y
ampulosamente apoyó las manos en las caderas.
¿Monos en un cumpleaños? -dijo-. ¡Por favor!
Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen.
Rosaura se ofendió mucho. Además le parecía
mal que su madre acusara a las personas de mentirosas simplemente porque eran
ricas. Ella también quería ser rica, ¿qué?, si un día llegaba a
vivir en un hermoso palacio, ¿su madre no la iba a querer tampoco a ella? Se
sintió muy triste. Deseaba ir a esa fiesta más que nada en el mundo.
Si no voy me muero -murmuró, casi sin mover
los labios.
Y no estaba muy segura de que se hubiera
oído, pero lo cierto es que la mañana de la fiesta descubrió que su madre le
había almidonado el vestido de Navidad. Y a la tarde, después que le lavó la
cabeza, le enjuagó el pelo con vinagre de manzanas para que le quedara bien
brillante. Antes de salir Rosaura se miró en el espejo, con el vestido blanco y
el pelo brillándole, y se vio lindísima.
La señora Inés también pareció notarlo.
Apenas la vio entrar, le dijo:
Qué linda estás hoy, Rosaura.
Ella, con las manos, impartió un ligero
balanceo a su pollera almidonada: entró a la fiesta con paso firme. Saludó a
Luciana y le preguntó por el mono. Luciana puso cara de conspiradora; acercó su
boca a la oreja de Rosaura.
Está en la cocina -le susurró en la oreja-.
Pero no se lo digas a nadie porque es un secreto.
Rosaura quiso verificarlo. Sigilosamente
entró en la cocina y lo vio. Estaba meditando en su jaula. Tan cómico que la
chica se quedó un buen rato mirándolo y después, cada tanto, abandonaba a
escondidas la fiesta e iba a verlo. Era la única que tenía permiso para entrar
en la cocina, la señora Inés se lo había dicho: ‘Vos sí pero ningún otro, son
muy revoltosos, capaz que rompen algo”. Rosaura, en cambio, no rompió nada. Ni
siquiera tuvo problemas con la jarra de naranjada, cuando la llevó desde la
cocina al comedor. La sostuvo con mucho cuidado y no volcó ni una gota. Eso que
la señora Inés le había dicho: “¿Te parece que vas a poder con esa jarra tan
grande?”. Y claro que iba a poder: no era de manteca, como otras. De manteca
era la rubia del moño en la cabeza. Apenas la vio, la del moño le dijo:
¿Y vos quién sos?
Soy amiga de Luciana -dijo Rosaura.
No -dijo la del moño-, vos no sos amiga de
Luciana porque yo soy la prima y conozco a todas sus amigas. Y a vos no te
conozco.
Y a mí qué me importa -dijo Rosaura-, yo
vengo todas las tardes con mi mamá y hacemos los deberes juntas.
¿Vos y tu mamá hacen los deberes juntas? -dijo
la del moño, con una risita.
Yo y Luciana hacemos los deberes juntas -dijo
Rosaura, muy seria.
La del moño se encogió de hombros.
Eso no es ser amiga -dijo-. ¿Vas al colegio
con ella?
No.
¿Y entonces de dónde la conocés? -dijo la del
moño, que empezaba a impacientarse.
Rosaura se acordaba perfectamente de las
palabras de su madre. Respiró hondo:
Soy la hija de la empleada -dijo.
Su madre se lo había dicho bien claro: Si
alguno te pregunta, vos le decís que sos la hija de la empleada, y listo.
También le había dicho que tenía que agregar: y a mucha honra. Pero Rosaura
pensó que nunca en su vida se iba a animar a decir algo así.
Qué empleada-dijo la del moño-. ¿Vende cosas
en una tienda?
No -dijo Rosaura con rabia-, mi mamá no vende
nada, para que sepas.
¿Y entonces cómo es empleada? -dijo la del
moño.
Pero en ese momento se acercó la señora Inés
haciendo shh shh, y le dijo a Rosaura si no la podía ayudar a servir las
salchichitas, ella que conocía la casa mejor que nadie.
Viste -le dijo Rosaura a la del moño, y con
disimulo le pateó un tobillo.
Fuera de la del moño todos los chicos le
encantaron. La que más le gustaba era Luciana, con su corona de oro; después
los varones. Ella salió primera en la carrera de embolsados y en la mancha
agachada nadie la pudo agarrar. Cuando los dividieron en equipos para jugar al
delegado, todos los varones pedían a gritos que la pusieran en su equipo. A
Rosaura le pareció que nunca en su vida había sido tan feliz.
Pero faltaba lo mejor. Lo mejor vino después
que Luciana apagó las velitas. Primero, la torta: la señora Inés le había
pedido que la ayudara a servir la torta y Rosaura se divirtió muchísimo porque
todos los chicos se le vinieron encima y le gritaban “a mí, a mí”. Rosaura se
acordó de una historia donde había una reina que tenía derecho de vida y muerte
sobre sus súbditos. Siempre le había gustado eso de tener derecho de vida y
muerte. A Luciana y a los varones les dio los pedazos más grandes, y a la del
moño una tajadita que daba lástima.
Después de la torta llegó el mago. Era muy
flaco y tenía una capa roja. Y era mago de verdad. Desanudaba pañuelos con un
solo soplo y enhebraba argollas que no estaban cortadas por ninguna parte.
Adivinaba las cartas y el mono era el ayudante. Era muy raro el mago: al mono
lo llamaba socio. “A ver, socio, dé vuelta una carta”, le decía. “No se me
escape, socio, que estamos en horario de trabajo”.
La prueba final era la más emocionante. Un
chico tenía que sostener al mono en brazos y el mago lo iba a hacer
desaparecer.
¿Al chico? -gritaron todos.
¡Al mono! -gritó el mago.
Rosaura pensó que ésta era la fiesta más
divertida del mundo.
El mago llamó a un gordito, pero el gordito
se asustó enseguida y dejó caer al mono. El mago lo levantó con mucho cuidado,
le dijo algo en secreto, y el mono hizo que sí con la cabeza.
No hay que ser tan timorato, compañero -le
dijo el mago al gordito.
¿Qué es timorato? -dijo el gordito.
El mago giró la cabeza hacia uno y otro lado,
como para comprobar que no había espías.
Cagón -dijo-. Vaya a sentarse, compañero.
Después fue mirando, una por una, las caras
de todos. A Rosaura le palpitaba el corazón.
A ver, la de los ojos de mora -dijo el mago.
Y todos vieron cómo la señalaba a ella.
No tuvo miedo. Ni con el mono en brazos, ni
cuando el mago hizo desaparecer al mono, ni al final, cuando el mago hizo
ondular su capa roja sobre la cabeza de Rosaura, dijo las palabras mágicas... y
el mono apareció otra vez allí, lo más contento, entre sus brazos. Todos los
chicos aplaudieron a rabiar. Y antes de que Rosaura volviera a su asiento, el
mago le dijo:
Muchas gracias, señorita condesa.
Eso le gustó tanto que un rato después,
cuando su madre vino a buscarla, fue lo primero que le contó.
Yo lo ayudé al mago y el mago me dijo:
“muchas gracias, señorita condesa”.
Fue bastante raro porque, hasta ese momento,
Rosaura había creído que estaba enojada con su madre. Todo el tiempo había
pensado que le iba a decir: “Viste que no era mentira lo del mono”. Pero no.
Estaba contenta, así que le contó lo del mago.
Su madre le dio un coscorrón y le dijo:
Mírenla a la condesa.
Pero se veía que también estaba contenta.
Y ahora estaban las dos en el hall porque un
momento antes la señora Inés, muy sonriente, había dicho: “Espérenme un
momentito”.
Ahí la madre pareció preocupada.
¿Qué pasa? -le preguntó a Rosaura.
Y qué va a pasar -le dijo Rosaura-. Que fue a
buscar los regalos para los que nos vamos.
Le señaló al gordito y a una chica de
trenzas, que también esperaban en el hall al lado de sus madres. Y le explicó
cómo era el asunto de los regalos. Lo sabía bien porque había estado observando
a los que se iban antes. Cuando se iba una chica, la señora Inés le regalaba
una pulsera. Cuando se iba un chico, le regalaba un yo-yo. A Rosaura le gustaba
más el yo-yo porque tenía chispas, pero eso no se lo contó a su madre. Capaz
que le decía: “Y entonces, ¿por qué no le pedís el yo-yo, pedazo de sonsa?”.
Era así su madre. Rosaura no tenía ganas de explicarle que le
daba vergüenza ser la única distinta. En cambio le dijo: -Yo fui la mejor de la
fiesta.
Y no habló más porque la señora Inés acababa
de entrar en el hall con una bolsa celeste y una bolsa rosa.
Primero se acercó al gordito, le dio un yo-yo
que había sacado de la bolsa celeste, y el gordito se fue con su mamá. Después
se acercó a la de trenzas, le dio una pulsera que había sacado de la bolsa
rosa, y la de trenzas se fue con su mamá.
Después se acercó a donde estaban ella y su
madre. Tenía una sonrisa muy grande y eso le gustó a Rosaura. La señora Inés la
miró, después miró a la madre, y dijo algo que a Rosaura la llenó de orgullo.
Dijo:
Qué hija que se mandó, Herminia. Por un
momento, Rosaura pensó que a ella le iba a hacer los dos regalos: la pulsera y
el yo-yo. Cuando la señora Inés inició el ademán de buscar algo, ella también
inició el movimiento de adelantar el brazo. Pero no llegó a completar ese
movimiento.
Porque la señora Inés no buscó nada en la
bolsa celeste, ni buscó nada en la bolsa rosa. Buscó algo en su cartera.
En su mano aparecieron dos billetes. -Esto te
lo ganaste en buena ley-dijo, extendiendo la mano-. Gracias por todo, querida.
Ahora Rosaura tenía los brazos muy rígidos,
pegados al cuerpo, y sintió que la mano de su madre se apoyaba sobre su hombro.
Instintivamente se apretó contra el cuerpo de su madre. Nada más. Salvo su
mirada. Su mirada fría, fija en la cara de la señora Inés.
La señora Inés, inmóvil, seguía con la mano
extendida. Como si no se animara a retirarla. Como si la perturbación más leve
pudiera desbaratar este delicado equilibrio.
……………………………………
En este relato que comienza
en medio de una situación (cumpleaños de Luciana) observamos dinámicas que
diferencian personas según su STATUS económico. Este status está marcado por
conductas, modos de ser, modos de mostrarse, modos de pensar. Pensemos las
diferencias entre los personajes:
CARACTERÍSTICAS
|
ROSAURA
|
LUCIANA
|
HERMINIA
|
INÉS
|
|
||||
|
||||
|
||||
|
a) ¿qué conflictos están presentes en el relato?
b) ¿cómo está presentada la niñez?
c) Escriba una reflexión acerca de lo que
muestra el texto.
Cabecita Negra de Germán Rozenmacher
A Raúl Kruschovsky
El señor Lanari no podía dormir. Eran las
tres y media de la mañana y fumaba enfurecido, muerto de frío acodado en ese
balcón del tercer piso, sobre la calle vacía, temblando encogido dentro del
sobretodo de solapas levantadas. Después de dar vueltas y vueltas en la cama,
de tomar pastillas y de ir y venir por la casa frenético y rabioso como un león
enjaulado, se había vestido como para salir y hasta se había lustrado los
zapatos.
Y ahí estaba ahora, con los ojos resecos, los
nervios tensos, agazapado escuchando el invisible golpeteo de algún caballo de
carro de verdulero cruzando la noche, mientras algún taxi daba vueltas a la
manzana con sus faros rompiendo la neblina, esperando turno para entrar al
amueblado de la calle Cangallo, y un tranvía 63 con las ventanillas pegajosas,
opacadas de frío, pasaba vacío de tanto en tanto, arrastrándose entre las casas
de uno o dos a siete pisos y se perdía, entre los pocos letreros luminosos de los
hoteles, que brillaban mojados, apenas visibles, calle abajo.
Ese insomnio era una desgracia. Mañana
estaría resfriado y andaría abombado como un sonámbulo todo el día. Y además
nunca había hecho esa idiotez de levantarse y vestirse en plena noche de invierno
nada más que para quedarse ahí, fumando en el balcón. ¿A quién se le ocurría
hacer esas cosas? Se encogió de hombros, angustiado. La noche se había hecho
para dormir y se sentía viviendo a contramano. Solamente él se sentía despierto
en medio del enorme silencio de la ciudad dormida. Un silencio que lo hacía
moverse con cierto sigiloso cuidado, como si pudiera despertar a alguien. Se
cuidaría muy bien de no contárselo a su socio de la ferretería porque lo
cargaría un año entero por esa ocurrencia de lustrarse los zapatos en medio de
la noche. En este país donde uno aprovechaba cualquier oportunidad para joder a
los demás y pasarla bien a costillas ajenas había que tener mucho cuidado para
conservar la dignidad. Si uno se descuidaba lo llevaban por delante, lo
aplastaban como a una cucaracha. Estornudó. Si estuviera su mujer ya le habría
hecho uno de esos tes de yuyos que ella tenía y santo remedio. Pero suspiró
desconsolado. Su mujer y su hijo se habían ido a pasar el fin de semana a la
quinta de Paso del Rey llevándose a la sirvienta así que estaba solo en la
casa. Sin embargo pensó, no le iban tan mal las cosas. No podía qúejarse de la
vida. Su padre había sido un cobrador de la luz -un inmigrante que se había
muerto de hambre sin haber llegado a nada. El señor Lanari había trabajado como
un animal y ahora tenía esa casa del tercer piso cerca del Congreso, en
propiedad horizontal y hacía pocos meses había comprado el pequeño Renault que
ahora estaba abajo, en el garaje y había gastado una fortuna en los hermosos
apliques cromados de las portezuelas. La ferretería de la Avenida de Mayo iba
muy bien y ahora tenía también la quinta de fin de semana donde pasaba las
vacaciones. No no podía quejarse. Se daba todos los gustos. Pronto su hijo se
recibiría de abogado y seguramente se casaría con alguna chica distinguida.
Claro que había tenido que hacer muchos sacrificios. En tiempos como éstos
donde los desórdenes políticos eran la rutina había estado varias veces al
borde de la quiebra. Palabra fatal que significaba el escándalo, la ruina, la
pérdida de todo. Había tenido que aplastar muchas cabezas para sobrevir porque
si no, hubieran hecho lo mismo con él. Así era la vida. Pero había salido
adelante. Además cuando era joven tocaba el violín y no había cosa que le
gustase más en el mundo. Pero vio por delante un porvenir dudoso y sombrío
lleno de humillaciones y miseria y tuvo miedo. Pensó que se debía a sus
semejantes, a su familia, que en la vida uno no podía hacer todo lo que quería,
que tenía que seguir el camino recto, el camino debido y que no debía fracasar.
Y entonces todo lo que había hecho en la vida había sido para que lo llamaran
“señor”. Y entonces juntó dinero y puso una ferretería. Se vivía una sola vez y
no le había ido tan mal. No señor. Ahí afuera, en la calle, podían estar
matándose. Pero él tenía esa casa, su refugio, donde era el dueño, donde se
podía vivir en paz, donde todo estaba en su lugar, donde lo respetaban. Lo
único que lo desesperaba era ese insomnio. Dieron las cuatro de la mañana. La
niebla era más espesa. Un silencio pesado había caído sobre Buenos Aires. Ni un
ruido. Todo en calma. Hasta el señor Lanari tratando de no despertar a nadie,
fumaba, adormeciéndose.
De pronto una muier gritó en la noche. De
golpe. Una mujer aullaba a todo lo que daba como una perra salvaje y pedía
socorro sin palabras, gritaba en la neblina, llamaba a alguien, a cualquiera.
El señor Lanari dio un respingo, y se estremeció, asustado. La mujer aullaba de
dolor en la neblina y parecía golpearlo con sus gritos como un puñetazo. El
señor Lanari quiso hacerla callar, era de noche, podía despertar a alguien,
había que hablar más bajo. Se hizo un silencio. Y de pronto la mujer gritó de
nuevo, reventando el silencio y la calma y el orden, hacienclo escándalo y pidiendo
socorro con su aullido visceral de carne y sangre, anterior a las palabras,
casi un vagido de niña, desesperado y solo.
El viento siguió soplando. Nadie despertó.
Nadie se dio por enterado. Entonces el señor Lanari bajó a la calle y fue en la
niebla, a tientas, hasta la esquina. Y allí la vio. Nada más que una cabecita
negra sentada en el umbral del hotel que tenía el letrero luminoso “Para Damas”
en la puerta, despatarrada y borracha, casi una niña, con las manos caídas
sobre la falda, vencida y sola y perdida, y las piernas abiertas bajo la
pollera sucia de grandes flores chillonas y rojas y la cabeza sobre el pecho y
una botella de cerveza bajo el brazo.
¬Quiero ir a casa, mamá ¬lloraba¬. Quiero
cien pesos para el tren para irme a casa.
Era un china que podía ser su sirvienta
sentada en el último escalón de la estrecha escalera de madera en un chorro de
luz amarilla.
El señor Lanari sintió una vaga ternura, una
vaga piedad, se dijo que así eran estos negros, qué se iba a hacer, la vida era
dura, sonrio, sacó cien pesos y se los puso arrollados en el gollete de la
botella pensando vagamente en la caridad. Se sintió satisfecho. Se quedó
mirándola, con las manos en los bolsillos, despreciándola despacio.
¬¿Qué están haciendo ahí ustedes dos? ¬la voz
era dura y malévola. Antes que se diera vuelta ya sintio una mano sobre su
hombro.
¬A ver, ustedes dos, vamos a la comisaría.
Por alterar el orden en la via pública.
El señor Lanari, perplejo, asustado, le
sonrió con un gesto de complicidad al vigilante.
¬Mire estos negros, agente, se pasan la vida
en curda y después se embroman y hacen barullo y no dejan dormir a la gente.
Entonces se dio cuenta que el vigilante
también era bastante morochito pero ya era tarde. Quiso empezar a contar su
historia.
¬Viejo baboso ¬dijo el vigilante mirando con
odio al hombrecito despectivo, seguro v sobrador que tenía adelante¬. Hacéte el
gil ahora.
El voseo golpeó al señor Lanari como un
puñetazo.
¬Vamos. En cana.
El señor Lanari parpadeaba sin comprender. De
pronto reaccionó violentamente y le gritó al policía.
¬Cuidado señor, mucho cuidado. Esta
arbitrariedad le puede costar muy cara. ¿Usted sabe con quién está
hablando?¬Había dicho eso como quien pega un tiro en el vacío. El señor Lanari
no tenía ningún comisario amigo.
¬Andá, viejito verde, andá, ¿te creés que no
me di cuenta que la largaste dura y ahora te querés lavar las manos? ¬ dijo el
vigilante y lo agarró por la solapa levantando a la negra que ya había dejado
de llorar y que dejaba hacer, cansada, ausente y callada mirando simplemente
todo. El señor Lanari temblaba. Estaban todos locos. ¿Qué tenía que ver él con
todo eso? Y además ¿qué pasaría si fuera a la comisaría y aclarara todo y
entonces no lo creyeran y se complicaran más las cosas? Nunca había pisado una
comisaría. Toda su vida había hecho lo posible para no pisar una comisaría. Era
un hombre decente. Ese insomnio había tenido la culpa Y no había ninguna
garantía de que la policía aclarase todo. Pasaban cosas muy extrañas en los
últimos tiempos. Ni siquiera en la policía se podía confiar. No. A la comisaría
no. Sería una verguenza inútil.
¬Vea agente. Yo no tengo nada que ver con
esta mujer¬ dijo señalándola. Sintió que el vigilante dudaba. Quiso decirle que
ahí estaban ellos dos, del lado de la ley y esa negra estúpida que se quedaba
callada, para peor, era la única culpable.
De pronto se acercó al agente que era una
cabeza más alto que él, y que lo miraba de costado, con desprecio, con duros
ojos salvajes, inyectados y malignos, bestiales con grandes bigotes de morsa.
Un animal. Otro cabecita negra.
¬Señor agente ¬le dijo en tono confidencial y
bajo como para que la otra no escuchara, parada ahí, con la botella vacía como
una muñeca, acunándola entre los brazos, cabeceando, ausente como si estuviera
tan aplastada que ya nada le importaba.
¬Venga a mi casa, señor agente. Tengo un
coñac de primera. Va a ver que todo lo que le digo es cierto.¬Y sacó una
tarjeta personal y los documentos y se los mostró¬. Vivo ahí al lado¬gimió
casi, manso y casi adulón, quejumbroso, sabiendo que estaba en manos del otro
sin tener ni siquiera un diputado para que sacara la cara por él y lo
defendiera. Era mejor amansarlo, hasta darle plata y convencerlo para que lo
dejara de embromar.
El agente miró el reloj y de pronto, casi
alegremente, como si el señor Lanari le hubiera propuesto una gran idea, lo
tomó a él por un brazo y a la negrita por otro y casi amistosamente se fue con
ellos. Cuando llegaron al departamento el señor Lanari prendió todas las luces
y le mostró la casa a las visitas. La negra apenas vio la cama
matrimonial se tiró y se quedó profundamente dormida.
Qué espantoso, pensó, si justo ahora llegaba
gente, su hijo o sus parientes o cualquiera, y lo vieran ahí, con esos negros,
al margen de todo, como metidos en la misma oscura cosa viscosamente sucia;
sería un escándalo, lo más horrible del mundo, un escándalo y nadie le creería
su explicación y quedaría repudiado, como culpable de una oscura culpa, y yo no
hice nada mientras hacía eso tan desusado, ahí a las 4 de la mañana, porque la
noche se había hecho para dormir y estaba atrapado por esos negros, él, que era
una persona decente, como si fuera una basura cualquiera, atrapado por la
locura, en su propia casa.
¬Dame café- dijo el policía y en ese momento
el señor Lanari sintió que lo estaban humillando. Toda su vida había trabajado
para tener eso, para que no lo atropellaran y así de repente, ese hombre, un
cualquiera, un vigilante de mala muerte lo trataba de che, le gritaba, lo
ofendía. Y lo que era peor, vio en sus ojos un odio tan frío, tan inhumano, que
ya no supo qué hacer. De pronto pensó que lo mejor sería ir a la comisaría
porque aquel hombre podría ser un asesino disfrazado de policía que había
venido a robarlo y matarlo y sacarle todas las cosas que había conseguido en
años y años de duro trabajo, todas sus posesiones, y encima humillarlo y
escupirlo. Y la mujer estaba en toda la trampa como carnada. Se encogió de
hombros. No entendía nada. Le sirvió café. Después lo llevó a conocer la
biblioteca, Sentía algo presagiante, que se cernía, que se venía. Una amenaza
espantosa que no sabía cuando se le desplomaría encima ni cómo detenerla. El
señor Lanari, sin saber por qué, le mostró la biblioteca abarrotada con los
mejores libros. Nunca había podido hacer tiempo para leerlos pero estaban allí.
El señor Lanari tenía su cultura. Había terminado el colegio
nacional y tenía toda la historia de Mitre encuadernada en cuero. Aunque no
había pedido estudiar violín tenía un hermoso tocadistos y allí, posesión suya,
cuando quería, la mejor música del mundo se hacía presente.
Hubiera querido sentarse amigablemente y
conversar de libros con ese hombre. Pero ¿de qué líbros podría hablar con ese
negro? Con la otra durmiendo en su cama y ese hombre ahí frente suyo, como
burlándose, sentía un oscuro malestar que le iba creciendo, una inquietud
sofocante. De golpe se sorprendió que justo ahora quisiera hablar de libros y
con ese tipo. El policía se sacó los zapatos, tiró por ahí la gorra, se abrió
la campera y se puso a tomar despacio.
El señor Lanari recordó vagamente a los
negros que se habían lavado alguna vez las patas en las fuentes de plaza
Congreso. Ahora sentía lo mismo. La misma vejación, la misma rabia. Hubiera
querido que esuviera ahí su hijo. No tanto para defenderse de aquellos negros
que ahora se le habían despatarrado en su propia casa, sino para enfrentar todo
eso que no tenía ni pies ni cabeza y sentirse junto a un ser humano, una
persona civilizada. Era como si de pronto esos salvajes hubieran invadido su
casa. Sintió que deliraba y divagaba y sudaba y que la cabeza le estaba por
estallar. Todo estaba al revés. Esa china que podía ser su sirvienta en su cama
y ese hombre del que ni siquiera sabía a ciencia cierta si era policía, ahí,
tomando su coñac. La casa estaba tomada.
¬Qué le hiciste¬dijo al fin el negro.
¬Señor, mida sus palabras. Yo lo trato con la
mayor consideración. Así que haga el favor de. . .¬el policía o lo que fuera lo
agarró de las solapas y le dio un puñetazo en la nariz. Anonadado, el señor
Lanari sintió cómo le corría la sangre por el labio. Bajó los ojos. Lloraba.
¿Por qué le estaba haciendo eso? ¿Qué cuentas le pedían? Dos desconocidos en la
noche entraban en su casa y le pedían cuentas por algo que no entendía y todo
era un manicomio.
¬Es mi hermana. Y vos la arruinaste. Por tu
culpa ella se vino a trabajar como muchacha, una chica una chiquilina, y
entonces todos creen que pueden llevársela por delante. Cualquiera se cree vivo
¿eh? Pero hoy apareciste, porquería, apareciste justo y me las vas a pagar todas
juntas. Quién iba a decirlo, todo un señor...
El señor Lanari no dijo nada y corrió al
dormitorio y empezó a sacudir a la chica desesperadamente. La chica abrió los
ojos, se encogió de hombros, se dio vuelta y siguió durmiendo. El otro empezó a
golpear]o, a patear]o en la boca del estómago, mientras el señor Lanari decía
no, con la cabeza y dejaba hacer, anonadado, y entonces fue cuando la chica
despertó y lo miró y le dijo al hermano:
¬Este no es, José. ¬Lo dijo con una voz seca,
inexpresiva, cansada, pero definitiva. Vagamente el señor Lanari vio la cara
atontada, despavorida humillada del otro y vio que se detenía bruscamenté y vio
que la mujer se levantaba, con pesadez, y por fín, sintió que algo tontamente
le decía adentro “Por fin se me va este maldito insomnio” y se quedó bien
dormido. Cuando despertó, el sol estaba alto y le dio en los ojos,
encegueciéndolo. Todo en la pieza estaba patas arriba, todo revuelto y le dolía
terriblemente la boca del estómago. Sintió un vértigo, sintió que estaba a punto
de volverse loco y cerró los ojos para no girar en un torbellino. De pronto se
precipitó a revisar todos los cajones, todos los bolsillos, bajó al garaje a
ver si el auto estaba todavía, y jadeaba, desesperado a ver si no le faltaba
nada. ¿Qué hacer a quién recurrir? Podría ir a la comisaría, denunciar todo
pero ¿denunciar qué? ¿Todo había pasado de veras? “Tranquilo, tranquilo, aquí
no ha pasado nada”, trataba de decirse pero era inútil: le dolía la boca del
estómago y todo estaba patas arriba y la puerta de calle abierta. Tragaba
saliva. Algo había sido violado. “La chusma”, dijo para tranquilizarse, “hay
que aplastarlos, aplastarlos”, dijo para tranquilizarse. “La fuerza pública”,
dijo, “tenemos toda la fuerza pública y el ejército”, dijo para tranquilizarse.
Sintió que odiaba. Y de pronto el señor Lanari supo que desde entonces jamás
estaría seguro de nada. De nada.
----- -----
Actividades 1.
a) ¿cómo es la ciudad donde vive el señor
Lanari?
b) ¿qué indicios nos permiten situar
tiempo/espacio?
c) ¿qué opiniones sobre el país da el narrador?
d) ¿cuál es el status socio-económico y cultural
del señor Lanari?
e) ¿cómo es la mujer que presenta el relato?
f) ¿por qué le dice “viejo baboso” el policía al
señor Lanari?
g) Describa el agente
h) ¿cómo describiríamos el lenguaje que usa
Lanari y el agente?
i) Qué actitud tiene el señor Lanari hacia los
“negros”
1. Tilde la opción: amenazante – miedo –
desprecio – caridad – solidaridad – discriminación – desconfianza –
incomprensión – sorpresa – desconsuelo – misericordia – compasión – ofensa –
malestar – inquietud – rabia – gratitud – desconcierto – autoridad –
superioridad – inferioridad – asco – consideración – odio – amor- ___ el amor
___ la culpa ___la venganza ___el odio ___la piedad ___el rencor ___el
compañerismo ___la solidaridad ___la muerte ___la
vida ___el amor carnal ___la prostitución ___el machismo ___el
feminismo ___el sueño ___la ficción ___el lenguaje vulgar ___la
cultura ___el pacifismo ___la huida ___la ilusión ___el crimen ___el
conocimiento ___la alegría ___el malestar ___ la
apariencia ___el deseo ___la pobreza ___el
conformismo ___la diversidad sexual ___la nostalgia ___la
mentira ___el engaño ___la tragedia ___la
religión
2. Si realizamos un paralelo con el cuento de
Liliana Heker, podríamos ver cuestiones en común. Dos rivales. En el primer
caso, rivalidades encarnados por sujetos femeninos; en el segundo caso
rivalidades encarnados en sujetos masculinos.
3. ¿Cómo se presenta esta rivalidad?
4. ¿por qué se generan rivalidades entre los
personajes?
5. ¿qué es el status, y cómo se
muestran en estos relatos?
6. Representaciones de lo femenino y lo
masculino: teniendo en cuenta estos dos cuentos: qué podemos señalar del modo
de comunicarse de las mujeres y de los hombres. ¿qué diferencias se observan?
8. GRAMÁTICA Y SINTAXIS
A continuación propongo una actividad que si
bien reviste carácter lúdico, está diseñada para REFLEXIONAR acerca de las
estructuras del lenguaje escrito. Es fundamental para construir un texto
escrito, tener claro cuál es el sujeto de nuestra oración y qué información
anexar a este sujeto.
Como actividad diagnóstica les propongo que
construyan una oración con la menor cantidad de palabras, y otra con la mayor
cantidad de palabras.
Realizar 10 oraciones empleando (en lo
posible) un casillero de cada columna en el orden que sugiere el cuadro.
Ejemplo: a.La protesta de María muestra una
campaña nacional para eliminar las grasas trans.
b.Una escritura de los adultos causó una
pesadilla en los ’90, en Brasil.
SUJETO
DE LA ORACIÓN el sustantivo núcleo coincide en número con el verbo
|
PREDICADO (agrega información sobre el
sujeto)
|
|||||||||
artículo
(md)
|
adjetivo
(md)
|
sustantivo
(núcleo)
|
adjetivo
(md)
|
mí.
encabezado por preposición
|
verbo
(núcleo)
|
qué
(od)
|
cómo
|
cuándo
|
para
qué/ por qué
|
dónde
|
las
|
siguientes
|
Escritura
|
Laboriosa
|
de los
alumnos
|
muestra
|
la
sensación de cansancio
|
a
partir de los usos condicionados
|
en lo
más profundo de sus venas
|
||
el
|
director
|
de la
cárcel
|
tenía
|
una
pesadilla
|
en la
casa de esteban
|
|||||
la
|
guerras
|
Civiles
|
fueron
|
un
sueño
|
con una
alegría especial
|
para
venderla a buen precio
|
||||
doña
lucía
|
de la
dictadura
|
continuaba
tejiendo
|
la
bufanda
|
en
brasil
|
||||||
algunos
|
Yo
|
imprimía
|
un
temblor cauteloso
|
casi
animal
|
durante
un mes
|
para
confundir a los empeleados
|
||||
la
|
Situación
|
de las
agujas
|
eran
|
por la
mañana
|
||||||
las
|
ellos
|
se dejó
crecer
|
la
barba
|
lo
suficiente
|
desde
enero
|
para no
aburrirnos
|
en la
farmacias
|
|||
la
|
masiva
|
nadie
|
desierta
|
de doña
amalia
|
hacíamos
|
la
limpieza
|
||||
el
|
vaivén
|
de su
sobrino
|
se
simplificó
|
hasta
ser impalpable
|
siendo
de día
|
por
muerte
|
en la
aduana
|
|||
los
|
ramita
|
de la
argentina
|
se
desvaneció
|
fácilmente
|
por
ausencia
|
|||||
mi
|
ojos
|
de la
casa
|
se
encontraba
|
que soy
candidato a la cárcel
|
en los
‘90
|
por
cambio de costumbres
|
||||
mayor
|
vida
|
creen
|
sin
trabas
|
porque
tengo dos autos nuevos
|
desde
el tren
|
|||||
la
|
padre
|
humano
|
sin
huellas
|
comenzaron
|
desde
marzo
|
|||||
el
|
testigo
|
con
herramientas
|
comenzaron
a negociar
|
a
clarín
|
sin
molestias
|
hoy
|
por su
defensa a la libertad de prensa
|
en la
escuela
|
||
la
|
Problema
|
premiaron
|
como el
viento
|
|||||||
los
|
irene y
yo
|
entre
las prepagas
|
faltarían
|
la
caída de los precios
|
raramente
|
en la
punta
|
||||
alarmante
|
historia
|
causó
|
el centro
de madrid
|
para
eliminar las grasas trans
|
||||||
Hermana
|
Ocular
|
copa
|
una
campaña nacional
|
en boca
de todos
|
cuando
el hombre necesito contar el tiempo
|
por el
asesinato
|
||||
limpieza
|
lanzan
|
por su
situación de vida
|
||||||||
un
|
Convenios
|
contra
los políticos
|
irá
presa
|
educar
a sus hijos
|
a veces
|
|||||
una
|
hombre
|
comenzó
|
los
brazos
|
para
ser rescatado
|
||||||
clientes
|
es
|
toda la
mañana
|
||||||||
la
|
Isla
|
Política
|
de
maría
|
agitaba
|
dos
espinas
|
|||||
la
|
protesta
|
del
reloj
|
se
comporta
|
|||||||
el
|
argentina
y brasil
|
de
acacia
|
se
sintió
|
aquel
episodio
|
||||||
el
|
error
|
de los
adultos
|
tenía
|
|||||||
la
|
Remedios
|
sin
sentido
|
corrió
|
Cuando construimos oraciones debemos tener
claro el sujeto de la oración, luego la información que le agregaremos. Es
importante detallar todo en el lenguaje escrito: características de los objetos
mencionados, indicaciones claras de tiempo y espacio, finalidad de la acción
del sujeto, etc.
Luego es necesario que podamos conectar
diferentes oraciones.
Por ejemplo
En un relato: hoy….mientras tanto…en consecuencia….como
resultado de ello…sin embargo….en conclusión…
En una explicación: …..es por eso que…sin embargo…por otra
parte…cabe destacar…en pocas palabras…
En una argumentación: dado que… en primer lugar…en segundo
lugar…en tercer lugar…por todo ello…de este modo…fundamentalmente…
En una descripción: por un lado…por el otro…más abajo…cabe
señalar que
………….. -----------------
Los signos de puntuación
Los signos de puntuación se usan en los
textos escritos para intentar reproducir la entonación del lenguaje oral
(pausas, matices de voz, gestos, cambios de tono, etc.) con objeto de
interpretar y comprender correctamente el mensaje escrito. Los signos de
puntuación, por lo tanto, nos permiten expresarnos con claridad y evitar
interpretaciones diferentes del mismo texto.
Por ejemplo, el sentido de la siguiente frase: «No está mal eso», cambia si utilizamos otros signos de puntuación: «No, está mal eso». Según la Ortografía de la RAE el español cuenta con los siguientes signos de puntuación:
Por ejemplo, el sentido de la siguiente frase: «No está mal eso», cambia si utilizamos otros signos de puntuación: «No, está mal eso». Según la Ortografía de la RAE el español cuenta con los siguientes signos de puntuación:
Punto
|
.
|
Coma
|
,
|
punto y coma
|
;
|
dos puntos
|
:
|
puntos suspensivos
|
...
|
signos de interrogación
|
¿ ?
|
signos de exclamación
|
¡ !
|
paréntesis
|
( )
|
corchetes
|
[ ]
|
raya
|
-
|
comillas
|
« »; “ “; ‘ ‘.
|
En el siguiente ejemplo una coma vale un euro:
Café, puro y copa a un euro cada uno son... tres euros.
Café puro y copa a un euro cada uno son... dos euros. |
El viaja sólo en tren.
El viaja solo en tren. |
No comáis grasas animales.
No comáis grasas, ¡animales! |
Perdón imposible, que cumpla su condena.
Perdón, imposible que cumpla su condena. |
No, es verdad.
No es verdad. |
El maestro dijo: «Javier es un burro».
- El maestro -dijo Javier- es un burro. |
No, se lo dijo.
No, ¿se lo dijo? ... |
No sé, ¿lo dijo?
No sé, lo di, ¡jo! ... |
No se lo dijo.
No, se lo di, ¡jo! ... |
Estaré sólo esta tarde.
Estaré solo esta tarde. |
Quiero un café solo.
Quiero un café sólo. |
No, lo sabía.
No lo sabía. |
¿Cuánto es la mitad de uno más uno?
|
¿Cuánto es la mitad de uno, más uno?
|
Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a
cuatro patas en su búsqueda.
(Su usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra «mujer». Si usted es hombre, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra «tiene»). |
EL TESTAMENTO
OBSERVEMOS LOS CAMBIOS QUE PRODUCEN LOS
SIGNOS DE PUNTUACIÓN DEPENDIENDO DE SU COLOCACIÓN:
Se cuenta que un señor, por
ignorancia o malicia, dejó al morir el siguiente testamento sin signos de
puntuación: «Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis
tampoco jamás se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los
jesuitas todo lo dicho es mi deseo». El juez encargado de resolver el
testamento reunió a los posibles herederos, es decir, al sobrino Juan, al
hermano Luis, al sastre y a los jesuitas y les entregó una copia del confuso
testamento con objeto de que le ayudaran a resolver el dilema. Al día siguiente
cada heredero aportó al juez una copia del testamento con signos de puntuación.
Juan, el sobrino:
«Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
«Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Luis, el hermano:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
El sastre:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Los jesuitas:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo».
El juez todavía pudo añadir otra
interpretación:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión:
«... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión:
«... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto».
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ACTIVIDAD: coloque los signos de puntuación
en el siguiente texto que fueron omitidos.
1.Juan Martínez había nacido en junio de 1807
descendía de sangre castellana en 1873 su padre había subido con su familia
desde México y se había asentado en Las Vegas hoy territorio de Nuevo México a
la edad de treinta y cuatro años se enamoró de una hermosa muchacha Paulita
Padillo también castellana y se casaron en 1841 tras el matrimonio vivieron en
Los Alamos y más tarde se trasladaron a la vecindad de San Gerónimo allí
nacieron sus cuatro hijos Victorino Rogordio Dionisio y Andrés y tres hijas
Francisca Sabina y Marcelina
2.Así es todo comenzó en Tebas la ciudad que
gobernaba el rey Layo un día Yocasta su joven esposa le comunica que espera un
hijo entonces Layo se dirige al santuario de Delfos conoces el santuario de
Delfos imagina un templo rodeado de extrañas fumarolas allí un vieja mujer
sirve de intermediaria entre los dioses y los hombres es la pitonisa si la
pintonisa responde a quienes le interrogan les revela su origen y a más a
menudo el futuro
Quiero saber le pregunta Layo qué glorioso
destino será el de nuestro hijo
La pitonisa levanta al cielo una mirada
alucinada
Masculla
Te nacerá un hijo que matará a su padre y que
se casará con su madre
EL MITO DE EDIPO
Nos adentraremos, en esta clase, en una forma
particular de pensamiento: el mito. El mito sobrevive al día de hoy de formas
muy variadas. Ha sido instrumento primordial en todas las religiones y
explicaciones incluso científicas cuando no es posible hallar una respuesta
satisfactoria de otro formato. Recalcamos: el mito es una forma de explicar
algo, de entender algo. Muchas veces producto de sensaciones, intuiciones,
imaginaciones colectivas; el mito parece dar seguridad y confianza en quienes
creen en él, o bien permite justificar acciones o conductas sobre un principio
mítico:
Los mitos han respondido a grandes
interrogantes de la existencia humana:
.la muerte
. la vida
.la vida después de la muerte
.el lugar/función de la mujer
.el lugar/función del hombre
.el lugar /función de los hijos
.el trabajo
.la sanación, la salud
.el conocimiento
.la familia
.el poder
.el sacrificio
.el bien y el mal
.la obediencia a los dioses
.la existencia de
dios/diosa/dioses/santos/ángeles y otros seres no percibidos por los sentidos.
Hay una gran variedad de mitos, todos ellos
creados en distintos momentos históricos y lugares. Se conocen sistemáticamente
la mitología griega y romana, las mitologías que corresponden al continente
europeo, como también de origen africano u orientales. Poco se sabe de las
mitologías de nuestro continente americano. Tengamos en cuenta que el mito se
transmite de forma oral, de “boca a boca” y muchos de ellos (como
fueron creados antes de la aparición de la escritura), no fueron escritos.
Agreguemos que tras distintas colonizaciones, el colonizador no solo oprime y
esclaviza, sino también erradica la lengua del oprimido o la desprecia, como
también hace desaparecer su cultura, sus leyendas, sus creencias, su religión,
sus conocimientos, etc. Otras veces el colonizador toma esos
conocimientos del pueblo oprimido y los “recicla”, los usa a su beneficio, o
bien se los apropia y lo identifica como propio.
Si uno escarba su propio pensamiento puede
observar residuos o reminiscencias del pensamiento mítico, por ejemplo, creencias
acerca del destino, del éxito, las relaciones humanas, la misión o el objetivo
en esta vida. Jung, ha hecho un gran aporte afirmando la existencia de
“arquetipos”, y que nuestras conductas están en relación a determinadas
creencias como el lobo feroz, la femme fatal, el inocente, el
loco, etc. Por otra parte, Freud ha sido un gran lector de la
mitología griega, y construyó el Psicoanalisis a partir del análisis de la
mitología griega, acuñando conceptos como: la pulsión de THANATOS (muerte), la
pulsión de EROS (vida) y la zona EROGENA, el complejo de Edipo, el NARCICISMO,
la epistemofilia, entre otros.
A continuación trabajaremos el mito de Edipo.
A modo de introducción diremos que el mito de Edipo es un relato simple y
complejo al mismo tiempo. Que tematiza “el conocimiento de uno mismo”, un
conocimiento que el sujeto rechaza porque no puede soportarlo. Freud ha leído
este relato y ha visto en él las relaciones de los padres respecto a los hijos,
y cómo el hijo ve en su padre un rival y a su madre como objeto de amor.
También notaremos el concepto de DESTINO
presente en el texto, como algo de lo que no se puede escapar. Disfrutemos de
este hermoso y cruel relato, y luego abordemos las conclusiones.
EDIPO
ROBERT GRAVES
Layo, hijo de Lábdaco, se casó con Yocasta y
gobernó en Tebas. Afligido por no haber tenido hijos durante largo tiempo,
consultó en secreto con el oráculo de Delfos, el cual le informó que esa
aparente desgracia era un beneficio, porque cualquier hijo nacido de Yocasta
sería su asesino. En consecuencia, repudió a Yocasta, aunque sin darle
explicación alguna de su decisión, cosa que le ofendió a ella de tal modo que,
después de hacer que se emborrachara, consiguió mañosamente que volviera a sus
brazos en cuanto hubo anochecido. Cuando, nueve meses después, Yocasta dio a
luz un hijo, Layo lo arrancó de los brazos de la nodriza, le taladró los pies
con un clavo, se los ató el uno al otro y lo dejó abandonado en el monte
Citerón.
Pero las Parcas habían decidido que ese niño
llegara a una vejez lozana. Un pastor corintio lo encontró, le llamó Edipo
porque sus pies estaban deformados por las heridas hechas con el clavo, y lo
llevó a Corinto, donde el rey Pólibo reinaba en aquel momento[1].
Según otra versión de la fábula, Layo no
abandonó a Edipo en la montaña, sino que lo encerró en un arca que fue arrojada
al mar desde un barco. El arca flotó a la deriva y llegó a la costa de Sición,
donde Peribea, la esposa de Pólibo, estaba por casualidad en la playa vigilando
a las lavanderas de la casa real. Recogió a Edipo, se retiró a un soto y simuló
que sufría los dolores del parto. Como las lavanderas estaban demasiado
ocupadas para observar lo que ella hada, les engañó a todas haciéndoles creer
que acababa de dar a luz a aquel niño. Pero Peribea le dijo la verdad a Pólibo,
quien, como tampoco tenía hijos, tuvo la satisfacción de criar a Edipo como su
hijo propio.
Un día, habiéndole vituperado un joven
corintio diciéndole que no se parecía lo más mínimo a sus supuestos padres,
Edipo fue a preguntar al oráculo de Delfos qué era lo que le reservaba el
futuro. «¡Aléjate del altar, desdichado! —le gritó la pitonisa, con
repugnancia— ¡Matarás a tu padre y te casarás con tu madre!»
Como Edipo amaba a Pólibo y Peribea y no
deseaba causarles un desastre, decidió inmediatamente no volver a Corinto. Pero
sucedió que en el estrecho desfiladero entre Delfos y Dáulide se encontró con
Layo, quien le ordenó ásperamente que saliese del camino y dejara pasar a sus
superiores. Se debe explicar que Layo iba en carro y Edipo a pie. Edipo replicó
que no reconocía más superiores que los dioses y sus propios padres.
¡Tanto peor para ti! —gritó Layo, y ordenó a
su cochero, Polifontes, que siguiera adelante.
Una de las ruedas magulló el pie de Edipo,
quien, impulsado por la ira, mató a Polifontes con la lanza. Luego derribó a
Layo, quien cayó al camino enredado en las riendas, fustigó a los caballos e
hizo que éstos lo arrastraran y le mataran. El rey de Platea tuvo que enterrar
ambos cadáveres[2].
Layo se estaba dirigiendo al oráculo para
preguntarle cómo podía librar a Tebas de la Esfinge. Este monstruo era hija de
Tifón y Equidna o, según dicen algunos, del perro Ortro[3] y
la Quimera, y había volado a Tebas desde la parte más distante de Etiopía. Se
la reconocía fácilmente por su cabeza de mujer, cuerpo de león, cola de
serpiente y alas de águila[4]. Hera había enviado
recientemente a la Esfinge para castigar la ciudad de Tebas porque Layo había
raptado en Pisa al niño Crisipo; habiéndose instalado en el monte Picio, cerca
de la ciudad, proponía a cada viajero tebano que pasaba por allí un enigma que
le habían enseñado las Tres Musas: «¿Qué ser, con sólo una voz, tiene a veces
dos pies, a veces tres, a veces cuatro y es más débil cuantos más pies tiene?»
A los que no podían resolver el enigma los estrangulaba y devoraba en el acto,
y entre esos infortunados estaba Hemón, el sobrino de Yocasta, a quien la
Esfinge hizo haimon[5], o «sangriento», verdaderamente.
Edipo, quien se acercaba a Tebas
inmediatamente después de haber matado a Layo, adivinó la respuesta: «El hombre
—contestó—, porque se arrastra a gatas cuando es niño, se mantiene firmemente
en sus dos pies en la juventud, y se apoya en un bastón en la vejez.» La
Esfinge, mortificada, saltó desde el monte Picio y se despedazó en el valle de
abajo. En vista de esto los tebanos, agradecidos, aclamaron a Edipo como rey, y
se casó con Yocasta, ignorando que era su madre. .
Entonces una peste invadió Tebas y cuando se
consultó una vez más al oráculo de Delfos, contestó: «¡Expulsad al asesino de
Layo!» Edipo, que no sabía con quién se había encontrado en el desfiladero,
maldijo al asesino de Layo y lo condenó al destierro.
El ciego Tiresias, el adivino más famoso de
Grecia en esa época, pidió a Edipo una audiencia. Algunos dicen que Atenea,
quien lo había cegado, porque inadvertidamente la había visto bañándose,
atendió a la súplica de su madre y, tomando a la serpiente Erictonio de su
égida, le ordenó: «Limpia los oídos de Tiresias con tu lengua para que pueda
entender el lenguaje de las aves proféticas.»
Otros dicen que en una ocasión, en el monte
Cilene, Tiresias había visto a dos serpientes en el acto de acoplarse. Cuando
ambas le atacaron, las golpeó con su bastón y mató a la hembra. Inmediatamente
Tiresias se convirtió en una mujer y llegó a ser una ramera célebre; pero siete
años después acertó a ver el mismo espectáculo y en el mismo lugar, y esta vez
recuperó su virilidad matando a la serpiente macho. Otros dicen que cuando
Afrodita y las tres Carites[6], Pasítea, Calé y
Eufrósine, disputaron acerca de cuál de las cuatro era más bella, Tiresias
otorgó el premio a Calé; inmediatamente Afrodita lo convirtió en una anciana.
Pero Calé lo llevó consigo a Creta y le regaló una hermosa cabellera. Algunos
días después Hera comenzó a reprocharle a Zeus sus numerosas infidelidades. Él
las defendió alegando que, en todo caso, cuando compartía el lecho con ella,
ella disfrutaba muchísimo más que él.
Las mujeres, por supuesto, gozan con el acto
sexual infinitamente más que los hombres —le dijo en tono fanfarrón.
¡Qué tontería! —replicó Hera—. Sucede
exactamente lo contrario y lo sabes muy bien.
Tiresias, llamado para arbitrar la disputa
con su experiencia personal, declaró:
«Si en diez partes divides del amor el
placer, una a los hombres va y nueve a la mujer.»
La sonrisa triunfante de Zeus exasperó de tal
modo a Hera que cegó a Tiresias, pero Zeus le compensó con la visión interior y
una vida que abarcó siete generaciones[7].
Tiresias se presentó en la corte de Edipo,
apoyándose en el bastón de madera de cornejo que le había dado Atenea, y reveló
a Edipo la voluntad de los dioses: que la peste cesaría solamente si un Hombre
Sembrado moría en beneficio de la ciudad. El padre de Yocasta, Meneceo, uno de
los que habían brotado de la tierra cuando Cadmo sembró los dientes de la
serpiente, se arrojó inmediatamente de las murallas, y toda Tebas elogió su
abnegación cívica.
Tiresias anunció luego:
Meneceo ha obrado bien y la peste cesará.
Pero los dioses tienen en consideración a otro de los Hombres Sembrados, uno de
la tercera generación pues ha matado a su padre y se ha casado con su madre.
¡Sabed, reina Yocasta, que ese hombre es tu marido Edipo!
Al principio nadie quiso creer a Tiresias,
pero pronto sus palabras quedaron confirmadas por una carta de Peribea desde
Corinto. Escribía que la súbita muerte del rey Pólibo le permitía ahora revelar
las circunstancias de la adopción de Edipo, y lo hacía con detalles
condenatorios. Yocasta se ahorcó de vergüenza y de pena y Edipo se cegó con un
alfiler que tomó de los vestidos de ella[8].
Algunos dicen que, aunque atormentado por las
Erinias[9], que le acusaban de haber causado la muerte
de su madre, Edipo siguió reinando en Tebas durante un tiempo, hasta que murió
en una batalla[10]. Según otros, sin embargo, el
hermano de Yocasta, Créonte, le expulsó, pero no antes que maldijera a Eteocles
y Polinices —que eran al mismo tiempo hijos y hermanos suyos— cuando
insolentemente le enviaron la parte inferior de un animal sacrificado, o sea el
anca en vez del cuarto delantero que correspondía al rey. En consecuencia
observaron sin derramar lágrimas cómo abandonaba la ciudad que había librado
del poder de la Esfinge. Después de vagar durante muchos años de un país a
otro, guiado por su fiel hija Antígona, Edipo llegó por fin a Colono en el
Ática, donde las Erinias, que tienen allí un bosquecillo, le persiguieron hasta
matarlo, y Teseo enterró su cadáver en el recinto de los Solemnes de Atenas, y
lo lloró al lado de Antígona[11].
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Para facilitar la comprensión del texto,
realizaremos el siguiente cuestionario:
1. Completar con verdadero (V), o falso (F)
sobre la línea según corresponda:
__Layo era hijo de Edipo
__Yocasta fue repudiada por la Layo porque no
tenía hijos.
__Layo abandonó a su hijo en una cueva.
__Las Parcas habían decidido que Edipo
muriera.
__Yocasta emborracha a su marido, Layo, para
abusarse de él.
__Edipo y Layo consultaron al oráculo de
Delfos su destino.
__Edipo recibe su nombre por la condición de
sus manos.
__Edipo es adoptado por unos reyes de Tracia.
__Peribea fue la madre adoptiva de Edipo.
__Edipo se va de Corinto por lo que le dice
la pitonisa.
__Edipo se encuentra a su padre en el
desfiladero y se van juntos.
__ Polifontes mata a Layo.
__La esfinge había sido enviada como castigo
por Hera porque Layo había secuestrado a un niño.
__La esfinge era un monstruo con cabeza de
mujer, cuerpo de cabra y cola de caballo.
__La esfinge se devoraba a quienes no podían
crear acertijos.
__Edipo resuelve el enigma y la Esfinge se
deprime.
__Cuando Edipo asciende como rey de Tebas se
maldice a sí mismo sin saberlo.
__Los tebanos aclamaron a Edipo porque había
matado a Layo.
__Una peste azota a Tebas porque Edipo se
casó con su madre y mató a su padre.
__Tiresias era el adivino más famoso de
Grecia.
__Meneceo se sacrifica por Tebas.
__Tiresias descubre la verdad.
__Yocasta se ahorcó porque Edipo iba a
matarse.
__Edipo llegó a Colono donde las Erinias lo
mataron.
2. A todos los personajes del mito de Edipo les
falta saber algo de la verdad:
Completar lo que les falta saber a:
Layo
Yocasta:
Los padres adoptivos:
Las lavanderas de la casa real:
Edipo
3. ¿qué hay en común entre:
Yocasta y la Esfinge
El oráculo, la pitonisa, la Esfinge y
Tiresias.
Layo-Yocasta y Pólibo y Peribea.
Edipo y Layo.
4. ¿qué elementos aparecen triplicados en:
El enigma:
Los objetos de Edipo:
La descendencia de Edipo
Otras:
5. Ordenar de mayor a menor los siguientes
personajes según el grado de conocimiento que tengan: La Esfinge, Yocasta,
Tiresias, Edipo y Layo.
6. ¿Edipo es héroe? Justifique.
7. ¿Cuál de los siguientes objetos simbolizan la
verdad: La rueda, la lanza, la carta, el bastón.
8. ¿En qué otros relatos los hijos son
abandonados por sus padres?
9. ¿Cuál es el mayor problema de Edipo?
10. ¿Qué es el destino? ¿cómo está planteado el
destino en este mito?