Carlos Pablo Cocciolo

Seguidores

Mostrando las entradas con la etiqueta a - secundario de adultos. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta a - secundario de adultos. Mostrar todas las entradas

martes, 14 de diciembre de 2021

MATERIAL DE LECTURA SECUNDARIO DE ADULTOS

MATERIAL DE LECTURA SECUNDARIO DE ADULTOS


 CUENTO: “EL CORAZÓN DELATOR” DE E. POE

El siguiente cuento ha sido catalogado de terror, de hecho Poe ha sido considerado por muchos como el maestro del terror. ¿Qué ingredientes debe tener un relato para ser considerado de terror? Bueno, diremos, sangre, muerte, armas, odios, seres maléficos, trastornos, asesinatos, venganzas, etc. Este relato contiene dichos ingredientes. Al mismo tiempo ofrece otro formato: una trama detectivesca o policial. Tranquilamente se pueden observar elementos de un policial: agentes, asesino, víctima, móvil del asesinato, descubrimiento del episodio criminal. Por otra parte, el relato asume la forma de confesión. ¿Desde dónde realiza la confesión el criminal?
Una adaptación del texto en formato video disponible en Youtube, muestra al personaje principal, encerrado en un hospital psiquiátrico. ¿Será ese el lugar del relato?

-------

“EL CORAZÓN DELATOR” DE E. POE


¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.
Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:
¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.
Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: “No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez”. Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.
Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.
Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.
Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.
¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.
Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.
Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!
Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?
Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.
Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.
Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!


REPASO DEL ARGUMENTO


Habiendo avanzado hasta acá, en los temas, se analizará desde la teoría de la comunicación:
¿qué emisores están presentes en los textos vistos?
¿Qué modelo de receptor ha sido seleccionado como receptor de estos textos? ¿a qué público están dirigidos?
¿cuál es el mensaje de cada texto?
¿cuáles son los temas que tocan cada texto?
¿qué temas aparecen en común en los textos vistos?
¿qué hipótesis acerca de la situación comunicativa podemos pensar?
Bienvenidos a un género súper interesante: EL TEATRO: ¿QUÉ podemos decir del teatro?
En primer lugar, que es un tipo de texto en donde se representa en un escenario una historia, una situación de vida. Diferenciaremos dos aspectos del texto: por un lado el texto escrito, compuesto por: acotaciones que indican tiempo y espacio, los nombres de los personajes y  sus diálogos y acotaciones que indican estados emocionales o conductas en el momento de la emisión del mensaje; por otro, el texto espectacular: es decir, el momento en el que la obra de teatro se pone en escena: el texto allí se complejiza, aparecen los vestuarios, la iluminación, la interpretación que cada actor hace de su personaje, el lenguaje del cuerpo, el telón señalando cambios en la escenografía o el paso del tiempo, la música empleada, ornamentos, obras de arte como cuadros, esculturas, etc.
La propuesta de leer teatro en clase tiene como objetivos: jugar, aprender a leer en voz alta, leer los signos de puntuación.

TEATRO
“LA ISLA DESIERTA” DE R. ARLT
LA ISLA DESIERTA
Burlería en un acto
ROBERTO ARLT
Personajes

EL JEFE / EMPLEADA 1ª/ MANUEL/ EMPLEADA 2ª
MARÍA/ EMPLEADA 3ª/ EMPLEADO 1º / CIPRIANO (MULATO) / EMPLEADO 2º/ DIRECTOR/ TENEDOR DE LIBROS

ACTO ÚNICO
ESCENA
Oficina rectangular blanquísima, con ventanal a todo lo ancho del salón, enmarcando un cielo infinito caldeado en azul. Frente a las mesas escritorios, dispuestos en hile­ra como reclutas, trabajan, inclinados sobre las máquinas de escribir, los empleados. En el centro y en el fondo del salón, la mesa del JEFE, emboscado tras unas gafas negras y con el pelo cortado como la pelambre de un cepillo. Son las dos de la tarde, y una extrema luminosidad pesa sobre estos desdichados simultáneamente encorvados y recorta­dos en el espacio por la desolada simetría de este salón de un décimo piso.
EL JEFE. - Otra equivocación, Manuel.
MANUEL. - ¿Señor?
EL JEFE. - Ha vuelto a equivocarse, Manuel.
MANUEL. - Lo siento, señor.
EL JEFE.-Yo también. (Alcanzándole la planilla.) Co­rríjala. (Un minuto de silencio.)EL JEFE. - María.
MARÍA. - ¿Señor?
EL JEFE.-Ha vuelto a equivocarse, María.
MARÍA (acercándose al escritorio del JEFE) -Lo siento, señor.
EL JEFE.-También yo lo voy a sentir cuando tenga que hacerlos echar. Corrija.
Nuevamente hay otro minuto de silencio. Durante este intervalo pasan chimeneas de buques y se oyen las pita­das de un remolcador y el bronco pito de un buque.
Automáticamente todos los EMPLEADOS enderezan las espaldas y se quedan mirando la ventana.EL JEFE (irritado) - ¡A ver si siguen equivocándose! (Pausa.)
EMPLEADO 1° (con un apagado grito de angustia)- ¡Oh! No; no es posible. (Todos se vuelven hacia él.)
EL JEFE (con venenosa suavidad)-¿Qué no es posible, señor?
MANUEL. - No es posible trabajar aquí.
EL JEFE.-¿No es posible trabajar aquí? ¿Y por qué no es posible trabajar aquí? (Con lentitud.) ¿Hay pulgas en las sillas? ¿Cucarachas en la tinta?
MANUEL (poniéndose de pie y gritando)-¡Cómo no equi­vocarse! ¿Es posible no equivocarse aquí? Contésteme. ¿Es posible trabajar sin equivocarse aquí?
EL JEFE.-No me falte, Manuel. Su antigüedad en la casa no lo autoriza a tanto. ¿Por qué se arrebata?
MANUEL. - Yo no me arrebato, señor. (Señalando la ven­tana.) Los culpables de que nos equivoquemos son esos malditos buques.
EL JEFE (extrañado) - ¿Los buques? (Pausa.) ¿Qué tienen los buques?
MANUEL. - Sí, los buques. Los buques que entran y sa­len, chillándonos en las orejas, metiéndosenos por los ojos, pasándonos las chimeneas por las narices. (Se deja caer en la silla.) No puedo más.
TENEDOR DE LIBROS. - Don Manuel tiene razón. Cuando trabajábamos en el subsuelo no nos equivocábamos nunca.
MARÍA. - Cierto; nunca nos sucedió esto.
EMPLEADA 1ª - Hace siete años.
EMPLEADO 1°-¿Ya han pasado siete años?
EMPLEADO 2º - Claro que han pasado
TENEDOR DE LIBROS. -Yo creo, jefe, que estos buques, yendo y viniendo, son perjudiciales para la contabilidad.
EI JEFE. - ¿Lo creen?
MANUEL. - Todos lo creemos. ¿No es cierto que todos lo creemos?
MARÍA. - Yo nunca he subido a un buque, pero lo creo.
TODOS. - Nosotros también lo creemos.
EMPLEADA 2ª -jefe, ¿ha subido a un buque alguna vez?
EL JEFE. -¿Y para qué un jefe de oficina necesita subir a un buque?
MARÍA. - ¿Se dan cuenta? Ninguno de los que trabajan aquí ha subido a un buque.
EMPLEADA 2ª- Parece mentira que ninguno haya viajado.
EMPLEADO 2º - ¿Y por qué no ha viajado usted?
EMPLEADA 2ª - Esperaba a casarme...
TENEDOR DE LIBROS. - Lo que es a mí, ganas no me han faltado.
EMPLEADO 2°-Y a mí. Viajando es cómo se disfruta.
EMPLEADA 3ª - Vivimos entre estas cuatro paredes como en un calabozo.
MANUEL. - Cómo no equivocarnos. Estamos aquí suma que te suma, y por la ventana no hacen nada más que pasar barcos que van a otras tierras. (Pausa.) A otras tierras que no vimos nunca. Y que cuando fuimos jóve­nes pensamos visitar.
EL JEFE (irritado) - ¡Basta! ¡Basta de charlar! ¡Trabajen!
MANUEL. - No puedo trabajar.
EL JEFE.-¿No puede? ¿Y por qué no puede, don Manuel?
MANUEL. -No. No puedo. El puerto me produce me­lancolía.
EL JEFE. - Le produce melancolía. (Sardónico.) Así que le produce melancolía.(Conteniendo su furor.) Siga, siga su trabajo.
MANUEL. - No puedo.
El JEFE.-Veremos lo que dice el director general. (Sale violentamente.)
MANUEL. - Cuarenta años de oficina. La juventud perdida.
MARÍA. - ¡Cuarenta años! ¿Y ahora? ...
MANUEL. - ¿Y quieren decirme ustedes para qué?
EMPLEADA 3ª -Ahora lo van a echar...
MANUEL. - ¡Qué me importa! Cuarenta años de Debe y Haber. De Caja y Mayor. De Pérdidas y Ganancias.
EMPLEADA 2ª - ¿Quiere una aspirina, don Manuel?
MANUEL. - Gracias, señorita. Esto no se arregla con as­pirina. Cuando yo era joven creía que no podría so­portar esta vida. Me llamaban las aventuras... los bos­ques. Me hubiera gustado ser guardabosque. O cuidar un faro...
TENEDOR DE LIBROS. - Y pensar que a todo se acostum­bra uno.
-MANUEL. -Hasta a esto...
TENEDOR DE LIBROS.-Sin embargo, hay que reconocer que estábamos mejor abajo. Lo malo es que en el subsuelo hay que trabajar con luz eléctrica.
MARÍA. - ¿Y con qué va a trabajar uno si no?
EMPLEADO 1°-Uno estaba allí tan tranquilo como en el fondo de una tumba.
TENEDOR DE LIBROS. - Cierto, se parece a una tumba. Yo muchas veces me decía: “Si se apaga el sol, aquí no nos enteramos” . . .
MANUEL. -Y de pronto, sin decir agua va, nos sacan del sótano y nos meten aquí. En plena luz. ¿Para qué que­remos tanta luz? ¿Podés decirme para qué queremos tanta luz?
TENEDOR DE LIBROS. - Francamente, yo no sé...
EMPLEADA 2ª - El jefe tiene que usar lentes negros . . .
EMPLEADO 2ª -Yo perdí la vista allá abajo...
EMPLEADO 1º -Sí, pero estábamos tan tranquilos como en el fondo del mar.
TENEDOR DE LIBROS. - De allí traje mi reumatismo.
Entra el ordenanza CIPRIANO, con un uniforme color de canela y un varo de agua helada. Es MULATO, simple y complicado, exquisito y brutal, y su voz por momentos persuasiva.MULATO. - ¿Y el jefe?
EMPLEADA 2ª - No está. ¿No ve que no está?
EMPLEADA 3ª - Fue a la Dirección...
MULATO (mirando por la ventana) - ¡Hoy llegó el “Asto­ria”! Yo lo hacía en Montevideo.
EMPLEADA 2ª (acercándose a la ventana) - ¡Qué chime­neas grandes tiene!
MULATO. - Desplaza cuarenta y tres mil toneladas...
EMPLEADO 1° - Ya bajan los pasajeros...
MANUEL. - Y nosotros quisiéramos subir.
MULATO. - Y pensar que yo he subido a casi todos los bu­ques que dan vuelta por los puertos del mundo.
EMPLEADO 2° - Hablaron mucho los diarios...
MULATO.-Sé los pies que calan. En qué astilleros se construyeron. El día que los botaron. Yo, cuando me­nos, merecía ser ingeniero naval.
EMPLEADO 2° - Vos, ingeniero naval... No me hagas reír.
MULATO. - O capitán de fragata. He sido grumete, lava­platos, marinero, cocinero de veleros, maquinista de ber­gantines, timonel de sampanes, contramaestre de paque­botes...
EMPLEADO 2°-¿Por dónde viajaste? ¿Por la línea del Tigre o por la de Constitución?
MULATO (sin mirar al que lo interrumpe) - Desde los siete años que doy vueltas por el mundo, y juro que jamás en la vida me he visto entre chusma tan insignificante como la que tengo que tratar a veces...
MARÍA (a EMPLEADA 1ª) - A buen entendedor...
MULATO. - Conozco el mar de las Indias. El Caribe, el Báltico... hasta el océano Ártico conozco. Las focas, recostadas en los hielos, lo miran a uno como mujeres aburridas, sin moverse...
EMPLEADO 2° - ¡Che, debe hacer un fresco bárbaro por ahí!
EMPLEADA 2ª - Cuente, Cipriano, cuente. No haga caso.
MULATO (sin volverse) - Aviada estaría la luna si tuviera que hacer caso de los perros que ladran. En un sampán me he recorrido el Ganges. Y había que ver los coco­drilos que nos seguían...
MARÍA - No sea exagerado, Cipriano.
MULATO. - Se lo juro, señorita.
EMPLEADO 2° - Indudablemente, éste no pasó de San Fer­nando.
MULATO (violento) - A mí nadie me trata de mentiroso, ¿sabe? (Arrebatado, se quita la chaquetilla, y luego la camisa, que muestra una camiseta roja, que también se saca.)EMPLEADA 1ª - ¿Qué hace, Cipriano?
EMPLEADA 2ª - ¿Está loco?
EMPLEADA 3ª - Cuidado, que puede venir el jefe.
MULATO. - Vean, vean estos tatuajes. Digan si éstos son tatuajes hechos entre la línea del Tigre o Constitución. Vean...
EMPLEADA 2ª - ¡Una mujer en cueros!
MULATO.-Este tatuaje me lo hicieron en Madagascar, con una espina de tiburón.
EMPLEADO 2° - ¡Qué mala espina!
MULATO. - Vean esta rosa que tengo sobre el ombligo.
Observen qué delicadeza de pétalos. Un trabajo de in­dígenas australianos.
EMPLEADO 2º-¿No será una calcomanía?
EMPLEADA 2ª - ¡Qué va a ser calcomanía! Este es un ta­tuaje de veras.
MULATO. - Le aseguro, señorita, que si me viera sin pan­talones se asombraría...
TODOS. - ¡Oh... ah! ...
MULATO (enfático)-Sin pantalones soy extraordinario.
EMPLEADA 1ª - No se los pensará quitar, supongo.
MULATO. - ¿Por qué no?
EMPLEADA 3ª - No, no se los quite.
MULATO. - No voy a quedar desnudo por eso. Y verán qué tatuajes tengo labrados en las piernas.
EMPLEADA 1ª -Es que si entra alguien...
EMPLEADA 3ª - Cerrando la puerta. (Va a la puerta.) 
MULATO (quitándose los pantalones y quedando con un calzoncillo corto y rojo con lunares blancos) - Miren estos dibujos. Son del más puro estilo malasio. ¿Qué les parece esta guarda de monos pelando bananas? (Murmullos de “Oh... ah...”.) Lo menos que merezco es ser capitán de una isla. (Toma un pliego de papel madera y rasgándolo en tiras se lo coloca alrededor de la cintura.) Así van vestidos los salvajes de las islas.
EMPLEADA 1ª - ¿A las mujeres también les hacen tatua­jes...?
MULATO. - Claro. ¡Y qué tatuajes! Como para resucitar a un muerto.
EMPLEADA 2ª - ¿Y es doloroso tatuarse?
MULATO. -No mucho... Lo primero que hace el brujo tatuador es ponerlo a uno bajo un árbol...
EMPLEADA 2ª - Uy, qué miedo.
MULATO. - Ningún miedo. El brujo acaricia la piel hasta dormirla. Y uno acaba por no sentir nada.
EMPLEADO 1° -Claro...
MULATO.-Siempre bajo los árboles hay hombres y mu­jeres haciéndose tatuar. Y uno termina por no saber si es un hombre, un tigre, una nube o un dragón.
TODOS. - ¡Oh, quién lo iba a decir! ¡Si parece mentira!
MULATO (fabricándose una corona con papel y poniéndo­sela) -Los brujos llevan una corona así y nadie los mortifica.
EMPLEADA 1ª - Es notable.
EMPLEADA 2ª - Las cosas que se aprenden viajando...
MULATO. - Allá no hay jueces, ni cobradores de impues­tos, ni divorcios, ni guardianes de plaza. Cada hombre toma a la mujer que le gusta y cada mujer al hombre que le agrada. Todos viven desnudos entre las flores, con collares de rosas colgantes del cuello y los tobillos adornados de flores. Y se alimentan de ensaladas de magnolias y sopas de violetas.
TODOS. - Eh, eh...
EMPLEADA 2ª - ¡Eh! ¡Cipriano, que no nacimos ayer!
MULATO. - Juro que se alimentan de ensaladas de mag­nolias.
TODOS. - No.
MULATO. - Sí.
EMPLEADO 2° - Mucho... mucho...
MULATO. - Digo que sí. Y además los árboles están siem­pre cargados de toda clase de fruta.
MANUEL.-No será como la que uno compra aquí, en la feria.
MULATO.-Allá no. Cuelgan libremente de las ramas y quien quiere, come, y quien no quiere, no come... y por la noche, entre los grandes árboles, se encienden fogatas y ocurre lo que es natural que ocurra entre hom­bres y mujeres.
EMPLEADA 1ª - ¡Qué países, qué países!
MULATO. -Y digo que es muy saludable vivir así libre­mente. Al otro día la gente trabaja con más ánimo en los arrozales y si uno tiene sed (toma el vaso de agua y bebe) parte un coco y bebe su deliciosa agua fresca.
MANUEL (tirando violentamente un libro al suelo) - ¡Basta!
MULATO. - ¿Basta qué?
MANUEL.-Basta de noria. Se acabó. Me voy.
EMPLEADA 2ª - ¿A dónde va, don Manuel?
MANUEL. -A correr Mundo. A vivir la vida. Basta de oficina. Basta de malacate. Basta de números. Basta de reloj. Basta de aguantarlo a este otro canalla. (Se­ñala la mesa del jefe.)
Pausa. Perplejidad.
EMPLEADO 1°-¿Quién es el otro?
TODOS. - ¿Quién es?
MANUEL (perplejo) -El otro... el otro... el otro... soy yo.
EMPLEADA 3ª - ¡Usted, don Manuel!
MANUEL. - Sí, yo; que desde hace veinte años le llevo los chismes al jefe. Mucho tiempo hacía que me amar­gaba este secreto. Pero trabajábamos en el subsuelo. Y en el subsuelo las cosas no se sienten.
TODOS. - ¡Oh! ...
EMPLEADO 1°-¿Qué tiene que ver el subsuelo?
MANUEL. - No sé. La vida no se siente. Uno es como una lombriz solitaria en un intestino de cemento. Pa­san los días y no se sabe cuándo es de día, cuándo es de noche. Misterio. (Con desesperación.) Pero un día nos traen a este décimo piso. Y el cielo, las nubes, las chimeneas de los transatlánticos se nos entran en los ojos. Pero entonces, ¿existía el cielo? Pero entonces, ¿existían los buques? ¿Y las nubes existían? ¿Y uno, por qué no viajó? Por miedo. Por cobardía. Mírenme. Viejo. Achacoso. ¿Para qué sirven mis cuarenta años de contabilidad y de chismerío?
MULATO (enfático) - Ved cuán noble es su corazón. Ved cuán responsables son sus palabras. Ved cuán inocen­tes son sus intenciones. Ruborizaos, amanuenses. Llo­rad lágrimas de tinta. Todos vosotros os pudriréis como asquerosas ratas entre estos malditos libros. Un día os encontraréis con el sacerdote que vendrá a suministra­ros la extremaunción. Y mientras os unten con aceite la planta de los pies, os diréis: “¿Qué he hecho de mi vida? Consagrarla a la teneduría de libros. Bestias.
MANUEL. - Quiero vivir los pocos años que me quedan de vida en una isla desierta. Tener mi cabaña a la sombra de una palmera. No pensar en horarios.
EMPLEADO 1º - Iremos juntos, don Manuel.
MARÍA. - Yo iría, pero para cumplir este deseo tendría que cobrar los meses de sueldo que me acuerda la ley 11.729.
EMPLEADO 2º -Para que nos amparase la ley 11.729, ten­drían que echarnos.
MULATO. - Aprovechen ahora que son jóvenes. Piensen que cuando les estén untando con aceite la planta de los pies no podrán hacerlo.
MARÍA. -La pena es que tendré que dejar a mi novio.
EMPLEADO 2° -¿Por qué no lo conserva en un tarro de pickles?
EMPLEADA 2ª - Cállese, odioso.
MULATO. - Señores, procedamos con corrección. Cuando don Manuel declaró que él era el chismoso, una nueva aurora pareció cernirse sobre la humanidad. Todos le miramos y nos dijimos: “He aquí un hombre honesto; he aquí un hombre probo; he aquí la estatua misma de la virtud cívica y ciudadana”. (Grave) Don Manuel. Usted ha dejado de ser don Manuel. Usted se ha con­vertido en Simbad el Marino.
EMPLEADA 3ª - Qué bonito!
MANUEL. - Ahora, lo que hay que buscar es la isla desierta.
TENEDOR DE LIBROS. - ¿Hay todavía islas desiertas?
MULATO. - Sí, las hay. Vaya si las hay. Grandes islas. Y con árboles de pan. Y con plátanos. Y con pájaros de colores. Y con sol desde la mañana a la noche.
EMPLEADO 2º - ¿Y nosotros? ...
MULATO. - ¿Cómo nosotros?
EMPLEADA 2ª -¿Claro? ¿Y a nosotros nos van a largar aquí?
MULATO. - Vengan ustedes también.
TODOS. - Eso... vámonos todos.
MULATO. - Ah... y qué les diré de las playas de coral.
EMPLEADA 1ª Cuente, Cipriano, cuente.
MULATO. - Y los arroyuelos cantan entre las breñas. Y también hay negros. Negros que por la noche baten el tambor. Así.
El MULATO toma la tapa de la máquina de escribir y comienza a batir el tam tam ancestral, al mismo tiempo que oscila simiesco sobre sí mismo. Sugestionados por el ritmo, van entrando todos en la danza.
MULATO (a tiempo que bate el tambor) -Y también hay hermosas mujeres desnudas. Desnudas de los pies a la cabeza. Con collares de flores. Que se alimentan de ensaladas de magnolias. Y hermosos hombres desnudos. Que bailan bajo los árboles, como ahora nosotros baila­mos aquí...

La hoja de la bananera
De verde ya se madura
Quien toma prenda de joven
Tiene la vida segura.

(La danza se ha ido generalizando a medida que habla el MULATO, y los viejos, los empleados y las empleadas giran en torno de la mesa, donde como un demonio ges­ticula, toca el tambor y habla el condenado negro.)

Y bailan, bailan, bajo los árboles cargados de frutas. De aromas...

(Histéricamente todos los hombres se van quitando los sacos, los chalecos, las corbatas; las muchachas se reco­gen las faldas y arrojan los zapatos. El MULATO bate frenéticamente la tapa de la máquina de escribir. Y cantan un ritmo de rumba.)

La hoja de la bananera...
EL JEFE (entrando bruscamente con el DIRECTOR, con voz de trueno)-¿Qué pasa aquí?
MARÍA (después de alguna vacilación) - Señor... esta ventana maldita y el puerto... Y los buques... esos buques malditos...
EMPLEADA 2ª - Y este negro.
DIRECTOR. - Oh... comprendo. . . comprendo. (Al JEFE.) Despida a todo el personal. Haga poner vidrios opacos en la ventana.


TELÓN

---- -------------- -----
INTERPRETACIÓN. Señale que imágenes guardan relación con el texto.




ACTIVIDADES
COMPLETAR EL SIGUIENTE CUADRO

JEFE
MANUEL
MULATO
¿Cómo SON?



¿QUÉ representan?
El orden capitalista
La explotación manual
La liberación, la utopia
Cuerpo/ símbolos



Elementos de poder



Espacios que mencionan
La oficina
La oficina

Otras






Desde mi opinión personal, en los textos anteriores aparece el conflicto sin resolver. Opuestamente, en esta obra aparece el conflicto, pero también una solución: la huida, la renuncia a mandatos sociales y laborales, la ilusión y el deseo  de una vida mejor, la posibilidad de encontrar otro lugar, más confortable, más libre, utópico, placentero.
¿qué reflexión personal ud. puede dar desde el recorrido establecido?




TEATRO: “VENECIA” DE JORGE ACCAME

En esta clase abordaremos otra obra también de autor argentino, pero más contemporánea. Veremos cómo la cuota de humor inunda el texto, con un mensaje hacia el final, maravilloso.


Venecia, © Accame, Jorge, Buenos Aires, Teatro Vivo, 1999.
Cuadro 1
Patio de vivienda precaria. Dos salidas: una a la calle; otra hacia el interior de la casa. La Gringa sale con su bastón y escapa a la calle. Marta sale a buscarla, la alcanza y la conduce adentro. La Gringa se resiste un poco, pero finalmente se deja arrastrar por Marta.
CHATO.- (Entra desde la calle, trae un órgano electrónico) ¡Chicas! ¡Chicas! ¡Rita! (Entra Rita)
RITA. - ¿Qué hacés, Chato?
CHATO.- Mirá el aparato éste.
RITA.- ¿Y eso?
CHATO.- Está churo ¿no?
RITA.- A Ver, vení, apoyálo acá (Le despeja la mesa). ¿De dónde lo has sacado?
CHATO.- Me lo ha prestado el gordo Sarapura. Mirá lo que es, vamos a hacer capote con el aparato.
RITA.- ¿Vos sabés tocar?
CHATO.- Claro; me enseñó mi abuelo a tocar el acordeón. Este es más largo, hay que practicar más.
RITA.- Voy a llamar a la Graciela para que venga a bailar. (Hacia adentro) ¡Graciela! ¡Vení, que llegó el Chato! (Entra Graciela)
GRACIELA.- Hola, Chato. (Sorprendida al ver el órgano) ¿Y eso?
CHATO.- ¿Has visto? Es electrónico, me lo ha prestado el gordo Sarapura, me ha dado las instrucciones el gordo (Busca en el bolsillo, se juntan los tres frente al órgano). ¡Uh! He lavado la campera y se me ha mojado el papelito. ¿Y ahora? Algo vamos a rescatar (Lee) El rojo, no. No. Poverone, ésta hay que tocar: Pover, corré el Pover (Prueban el teclado y suena).
RITA.- Bueno, vamos a bailar, Graciela. ¿Practicaste en el espejo como te dije?
GRACIELA.- No.
RITA.- Pero si te he dicho. ¿Y ahora cómo vamos a bailar? No te voy a decir los pasos de nuevo, ya te dije. Vos me seguís y haces lo que podés. ¡Vamos, Chato!
CHATO.- Pará que voy a arreglar la partitura. Atentas, va (Chato toca una melodía popular y las chicas bailan, Marta ha entrado y las mira en silencio; termina el baile, se hace un silencio, las chicas se separan y descansan). ¡Qué lindo cómo han bailado! Los changos las van a mirar con los ojos como huevo frito. ¿Se van a poner ropa?
GRACIELA.- Una ropa negra con lentejuelas que le ha cosido la Rita, todo por aquí (Señala el pecho).
CHATO.- (A Rita) ¿Vamos?
RITA.- ¡Qué! ¿Ahora?
CHATO.- Y sí, ahora.
RITA.- Pero si ya noche te he dado...
CHATO.- Oh, pero ha sido anoche. Además tengo ganitas ahora.
RITA.- Esperá hasta más tarde, ¿meta? Estoy cansada. Recién terminé de bailar.
CHATO.- (Se enoja) Ah, no. Hay que respetar los arreglos. Ustedes me pidieron que les toque el organito para el número musical, yo les toco el organito para el número musical, pero ustedes (Hace gesto).
RITA.- (Se mira con las otras chicas) Puta (Se levanta).
CHATO.- No, así de mala gana, no.
GRACIELA.- Qué, ¿sos fino ahora? (Se levanta) ¿Querés conmigo?
CHATO.- (Asiente) En la variación está el gusto (Aparece la Gringa con una valija interrumpiendo. Se lleva por delante una silla con ropa y la tira al suelo).
GRACIELA.- ¿Qué hace, Gringa? Ha tirado toda la ropa.
GRINGA.- No me voy a poder rajar nunca de acá. (Graciela levanta la ropa y Rita sienta a la Gringa en una silla. Graciela se acerca y la Gringa la toca con una mano) ¿Quién sos vos?
GRACIELA.- Graciela, la chica nueva.
GRINGA.- Ah ¿Graciela? ¿Qué hacés aquí hija?
GRACIELA.- Estoy trabajando, hay que darle de comer a los músicos. ¿Y usted, Gringa?
GRINGA.- Yo, aquí estoy, esperando el barco.
GRACIELA.- ¿Qué barco?
GRINGA.- El Guiglio Cesare.
GRACIELA.- ¿Qué es eso?
MARTA.- Vieja, terminála con esa historia de Venecia.
CHATO.- Graciela... ¿vamos?
GRACIELA.- (Al Chato) Pará un cachito. (A Marta) ¿Qué historia de Venecia?
MARTA.- Hace rato le da. Sale con la valija, se para ahí y dice que está en el puerto esperando el barco. ¿Qué, no la has visto nunca?
GRACIELA.- No.
MARTA.- Ah. Claro, como la señora se levanta clientes con plata y desaparece por varios días...
GRACIELA.- ¿Qué querés decir?
MARTA.- Eso, nomás. Que la señora no tiene clientes, tiene novios.
GRACIELA.- ¿Y eso a vos que te importa? Yo aporto guita igual ¿o no?
RITA.- (A Marta) Dejála tranquila. A su edad vos hacías lo mismo.
MARTA.- ¡A su edad, a su edad! ¿Y qué te metés vos, si yo estoy hablando con ella?
CHATO.- (A Graciela) Graciela, ¿vamos?
GRACIELA.- Dejáme, boludo, ¿no ves que estoy peleando? (A Marta) ¿Qué tenés en contra mío?
MARTA.- ¿En contra tuyo?
GRACIELA.- Sí, sí, en contra mío. ¿Te crees que no me he dado cuenta? Desde que empecé a trabajar acá que parecés una víbora enroscada esperando para picarme.
MARTA.- Oh ¿qué le pasa a ésta? ¿Te pensás que sos tan importante? Para que te lo sepas ni me enteré cuándo llegaste.
GRACIELA.- ¡Sí, cómo no! Se te caía la baba, mirándome los zapatos rojos.
MARTA.- ¿Qué zapatos?
GRACIELA.- No te hagás la idiota. Los zapatos rojos con hebilla dorada.
CHATO.- Graciela, dale, terminen...
GRACIELA.- (A Chato) Papi, qué cargoso... ¿No tenés nada mejor que hacer?
CHATO.- ¿Cómo, nada mejor que hacer? Mamita, te estoy esperando.
GRACIELA.- Hacemos una cosa... andá, que yo después te voy a buscar.
CHATO.- Uh, ustedes dos están cortadas por la misma tijera, no quieren cumplir los arreglos. Ni acá les voy a tocar el organito (Alza el órgano, Rita se lo quiere sacar y tironean; la lleva arrastrando).
RITA.- (Suplica) No, vení. No te lo llevés. ¿Con qué vamos a bailar?
CHATO.- Con la radio bailá. ¿Ustedes que se creen, que yo estoy acá porque ustedes están para usarse? Yo estoy acá por afecto (Sale hacia la calle y Marta corre tras él).
RITA.- (Enojada, saliendo hacia el interior de la casa) ¿Ves, Graciela? Y ahora ¿cómo vamos a bailar sin música? Yo no bailo nada. Ya le había cosido las lentejuelas a la ropa...
MARTA.- (Volviendo, ve que la Gringa quiere prender un cigarrillo y se lo quita) ¿Qué haces? ¿Te querés prender fuego? Ya incendiaste la cortina de tu pieza.
GRINGA.- ¡Salí de acá, yegua!
MARTA.- Tan buena que eras (Graciela se sienta cerca y comienza a pintarse las uñas).
GRINGA.- No me voy a poder rajar nunca de aquí. Si estuviera don Giacomo para ayudarme. Don Giacomo sí que era un caballero. Me decía “Clavelito, la voglio portare a Venezia”. Decía: “Tutto il mondo é bello, tutto, peró ce una cittá piú bella. E una cittá fatta sull’acqua”.
GRACIELA.- No le entiendo una mierda de lo que está diciendo.
GRINGA.- Que está hecha sobre el agua.
GRACIELA.- ¿Qué cosa?
GRINGA.- Y Venecia ¿de qué estamos hablando? Y me decía que la gente no va en automóvil, que va en barco, en góndolas...
RITA.- (Desde adentro) Chicas, ¿ya le han dado de comer a los perros?
GRACIELA.- (Se levanta, interrumpiendo a la Gringa) ¡Sí, Rita, le he dado yo!
GRINGA.- ...mientras los enamorados se miran a los ojos. Después el tano ponía música y bailábamos. Y después... ya no me acuerdo más. Pero me ha perdonado tutto... aquí me lo dice, en sua carta.
GRACIELA.- ¿Y usted qué le ha hecho?
GRINGA.- Yo le he hecho cada perrada (Busca en el bolsillo y saca un papel). Aquí me dice: “Clavelito, yo la perdono, la amo, y l’ aspetto a Venezia”. Firmado: “Don Giacomo”.
GRACIELA.- A ver.
GRINGA.- No, son cosas mías, personales. Chinita, ¿vos me ayudarías a ir a Venecia? (Entra Chato de la calle, lanza miradas de reproche con Graciela y Rita. Rita sale hacia el interior de la casa)
GRACIELA.- No, Gringa, qué Venecia: hay que laburar.
GRINGA.- Laburar, laburar, laburar, ¿y el amor? ¿Vos no sabés qué es el amor? ¡Qué va a saber!
RITA.- (Al Chato) Qué, ¿no te habías ido? (Chato se acerca lentamente, mirando fijamente a Rita y recoje un bolsito que se olvidó en la silla. Lo toma y se vuelve a ir. Marta se lo impide y lo lleva hacia adentro).
CHATO.- Tienen el corazón de hielo las chicas. Me quieren por mi dinero. (Sale con Marta).
GRACIELA.- (A la Gringa) ¿Cómo es eso del tano Giacomo?
GRINGA.- (A Graciela) Te voy a contar. Hace muchos años yo viajé a Buenos Aires, lo conocí en el Teatro. El tano era buen mozo, alto, un caballero. En esa época yo bailaba danzas españolas y me llamaban La Clavelito.
GRACIELA.- ¿La Clavelito, Gringa? Qué nombre se fue a buscar. ¿Usted bailaba?
GRINGA.- Claro. Yo bailaba muy bien, trabajaba en el teatro Politeama. Bailaba con un vestido rojo lleno de volados, tenía repertorio y todo (Quiere mostrarle a Graciela cómo bailaba, gira y se cae; Graciela la sostiene y la sienta en la silla; entra Rita cantando distraídamente).
GRACIELA.- (A Rita) Era artista en Buenos Aires, la Gringa...
RITA.- Qué va a ser artista.
GRINGA.- Callate, chinita de mierda. Qué sabés vos. (A Graciela) Te sigo contando de Don Giacomo: tenía unos ojos azules, un bigote fino. Me agarraba de la cintura, me llevaba al balcón y me cantaba canciones de amor (Tararea recordando). Me hablaba de Venecia y de un cofre.
GRACIELA.- ¿Cómo, de un cofre?
GRINGA.- Una caja, llena de joyas, monedas de oro, pinches de corbata.
GRACIELA.- ¿Oro? Ah, entonces no era sólo “amore” con ese Giacomo.
GRINGA.- No diga eso. Yo a ese hombre lo quería. Estaba enamorada.
GRACIELA.- ¿Y el oro?
GRINGA.- Se lo choreé. Al primer descuido, me rajé a Jujuy con la guita. Lo dejé en pelotas al pobre tano, con el cofre lleno de bombachas y medias caladas.
GRACIELA.- ¿Qué? ¿Le ha robado todo? Lindo clavelito le resultó al pobre.
GRINGA.- ¿Y con qué te creés que he levantado la casa? ¿Y las piecitas donde ustedes trabajan, el gallinero? (Se lamenta) Soy una puta vieja, pero voy a ir a Venecia. Porque él me ha perdonado., lo ha escrito en la carta: “Clavelito, yo la perdono y la espero en Venecia”, firmado “don Giacomo”.
GRACIELA.- A ver...
GRINGA.- ¡No, no! Tan bueno ha sido este hombre, y tan confiado, que un día me ha llevado a la pieza y me ha dicho mostrándome el cofre: “Clavelito, éste es el dinero ganado con el laboro de tutta la vida mia; e per noi. Voglio che li tenga lei”. Mirá que hombre generoso que era y yo me he portado mal con él. Pero te juro que voy a ir a Venecia antes de morirme.
GRACIELA.- (Calmándola) Bueno, Gringa, si usted quiere ir, va a ir.
GRINGA.- (Reacciona) ¿En serio, Gracielita, me vas a llevar a Venecia? A Venecia, la ciudad del amore.
GRACIELA.- Tranquila, Gringa. No se ponga así.
GRINGA.- Bueno, vamos entonces, que ya debe estar por llegar el Yulio Chésare.
GRACIELA.- ¿El Yulio Chésare? ¿Y eso qué es?
GRINGA.- El barco. Un barco enorme, que navega por el océano como una ciudad con todas sus luces encendidas. Don Giacomo decía que a Venecia se va en el Yulio Chésare.
GRACIELA.- Pero no, Gringa. ¿Cómo va a venir aquí un barco? ¿No ve que estamos en Jujuy, entre los cerros? ¿Por dónde va a entrar el barco? Ahora se usa el avión.
GRINGA.- ¿En qué?
GRACIELA.- En avión. ¿No es cierto, Rita? (Rita asiente).
GRINGA.- Bueno. Vamos en avión. Yo no soy pretenciosa.
GRACIELA.- Rita, llevála a descansar, prendéle la radio (Rita toma a la Gringade un brazo y la conduce adentro).
GRINGA.- (Se detiene) Gracielita, no te vas a olvidar de llevarme (Salen, Graciela sigue pintándose las uñas, Marta se maquilla, vuelve Rita y se sienta).
RITA.- Graciela, ¿qué le decís vos a la Gringa? ¿No ves que está...? (Hace un gesto para mostrar que está perdida. Silencio largo).
GRACIELA.- ¿Y qué hacemos?
MARTA.- ¿Cómo qué hacemos?
GRACIELA.- Que la Gringa quiere ir a Venecia.
MARTA.- ¿Y?
GRACIELA.- La llevamos.
MARTA.- ¿Estás loquita, vos? Solamente a esta caída del catre se le podía ocurrir darle bola a la vieja.
GRACIELA.- ¿Por qué? ¿Queda muy lejos eso?
MARTA.- No sé.
GRACIELA.- Y bueno, averigüemos.
MARTA.- Che, Rita, ¿vos sabés dónde queda Venecia?
RITA.- No.
GRACIELA.- La Gringa dice que ahí las calles son de agua.
MARTA.- ¡De agua!
GRACIELA.- Sí, y que la gente anda en bote. ¿Qué, vos no escuchás cuando habla la Gringa, no es cierto, Marta?
MARTA.- Mamita, la vieja está mal de la cabeza. No podemos estar escuchando todas las macanas que dice...
RITA.- Las que estamos mal de la cabeza somos nosotras. ¿Cómo la vamos a llevar a Venecia? Hay que laburar.
GRACIELA.- Laburar, laburar... dice que Venecia es la ciudad del amor.
RITA.- (Irónica) ¡Del amor!
MARTA.- ¿Y le has creído?
GRACIELA.- (Molesta) Qué hay, ¿ustedes no creen en el amor?
RITA.- Dejá de joder. ¿Qué tiene que ver la Gringa con esas cosas?
MARTA.- (A Rita) Pará, Rita. Qué hablás de la vieja ¿Acaso ella no te recogió, cuando tus tatas han muerto en el accidente? Tus hermanos y tus tíos te dejaron solita en el cerro, ni un maíz tenías. ¿Ahora que decís de la vieja?
RITA.- ¿Y a vos, qué? ¿Quién te crió cuando tu vieja te ha botado en la calle porque decía que vos te lo querías ... al novio de ella y la Gringa te encontró enla Plaza, allá en Buenos Aires, y te trajo para acá?
MARTA.- Con mi finada no te metás.
GRACIELA.- (Separándolas) A ver, chicas ¿y eso que es? La Gringa las recogió, les dio el techo, la protección...
MARTA.- No sé.
RITA.- Es verdad.
MARTA.- Bueno, tenés razón.
RITA.- Es verdad.
GRACIELA.- Entonces la llevamos, chicas. Averigüemos dónde queda eso, Venecia, y la llevamos. Qué nos cuesta (Silencio).
RITA.- ¡Ya sé lo que podemos hacer! ¿Vieron el libro grandote que está tirado en la pieza del fondo? Tiene mapas y todo.
GRACIELA.- Andá. Traélo un ratito. (Rita va a salir pero antes se encuentra con Chato que entra a escena y la detiene).
CHATO.- ¿Adónde vas, Rita? ¿No querés venir ahora?
RITA.- (Se deshace de él) No, salí, no puedo atenderte ahora, che (salen).
CHATO.- Te doy cinco y toco el organito.
RITA.- Cinco… Bueno, vos me esperás acá que yo ya vengo. Soltáme, que me tengo que ir a estudiar geografía.
VOZ DE CHATO.- Vení, yo te voy a enseñar geografía, mamita.
RITA.- Quedáte quieto. Esperáme aquí (Entra y muestra el libro a las chicas como un trofeo) Aquí está.
MARTA.- ¿De dónde sacaste vos ese libro?
GRACIELA.- Se lo choreó.
RITA.- Qué me lo voy a chorear. Se lo dejó una vez un estudiante que vino a verme después de la escuela y se fue tan enamorado de mí que se olvidó todos los útiles.
MARTA.- ¡Ah, Rita, qué te hacés!
GRACIELA.- A ver, mostrá y dejá de palanganear.
RITA.- (Limpia la mesa y apoya el libro, Marta quiere tocarlo) No, Marta, vos no que siempre tenés la manos engrasadas. (Empieza a dar vuelta las hojas con mucho cuidado y lentitud).
MARTA.- (Impaciente) Te apurás.
RITA.- (Mirando el libro, sin hacerle caso) ¿Dónde está Venecia? ¿En geografía económica o en geografía política? (Se miran las tres desconcertadas)
GRACIELA.- En geografía… política.
RITA.- Mirá que mapa.
MARTA.- Uy, qué quilombo de nombres. Buscá Venecia.
GRACIELA.- A ver. Guyana Francesa. Venezuela. Por acá debe andar Venecia, con la v. Colombia…
MARTA.- Se va de la letra.
RITA.- Qué despelote. No está Venecia. (A Graciela) Vos buscá por allá y nosotras buscamos por acá (Entra el Chato)
CHATO.- Dale, Rita, apurá.
GRACIELA.- Ah, Chato, vení (El Chato se acerca)
CHATO.- ¿Qué hay?
RITA.- Vení, ayudanos. ¿Sabés dónde queda Venecia?
CHATO.- ¿Venecia? Puede ser.
MARTA.- Dale, negro. Ayudá.
CHATO.- ¿Para qué quieren saber dónde está Venecia? ¿Van a viajar, acaso?
GRACIELA.- ¿Qué te importa? La tenemos que llevar a la Gringa. Vení.
CHATO.- No me acuerdo bien.
RITA.- Dale, Chato. Acordáte (Se le cuelga del cuello)
CHATO.- Me estoy acordándo de algo.
MARTA.- Dale, Chatito. (Lo agarra del cinturón)
CHATO.- Ahora me acuerdo un poco más.
GRACIELA.- (Le pone una mano en su pecho) ¿Dónde queda Venecia?
CHATO.- ¡Ya me he acordado! Está en Europa, en Italia, es una ciudad. La he visto el otro día en un programa de televisión…
GRACIELA.- (Lo aparta) Muestre en el mapa.
CHATO.- (Busca y señala) Aquí está.
MARTA.- Y nosotros, ¿dónde estamos?
CHATO.- ¡Uy, nosotros…! (Señala) Aquí.
GRACIELA.- (Lee) Ju-juy.
CHATO.- San Salvador.
RITA.- ¿Y esto azul qué es?
CHATO.- Agua.
MARTA.- La puta.
GRACIELA.- ¡Cuánta agua!
MARTA.- ¿Y esto marrón?
CHATO.- Tierra.
GRACIELA.- ¿Y lo verde?
CHATO.- Tierra con yuyo. Rita, ¿vamos ahora?
RITA.- Aguantá un cachito.
CHATO.- Graciela (En voz baja y le hace una seña)
GRACIELA.- (Va hacia él) ¿Qué querés?
CHATO.- ¿Le falta mucho a Rita?
GRACIELA.- Como media hora. ¿Por qué?
CHATO.- ¿No querés venir vos?
GRACIELA.- Por seis y tocás el organito para el número músical.
CHATO.- Meta.
GRACIELA.- Bueno, pero rapidito, ¿eh?
CHATO.- No, rapidito no me gusta.
GRACIELA.- Estás perdiendo tiempo, papito (Salen Graciela y Chato)
RITA.- (Los escucha reírse y se levanta furiosa) Qué hija de su mama, la Graciela. Mirá, Marta, me anda sacando todos los clientes, qué ingrata que es conmigo. Porque yo la traje acá. ¡Graciela, salí de ahí! ¡Graciela, salí ya!
GRACIELA.- (Volviendo) ¡Qué tanto escándalo! ¿No ves que estoy trabajando?
MARTA.- ¿Ya está?
GRACIELA.- Calidad y eficiencia, mamita.
RITA.- Siempre la misma busca, vos. Esos cinco pesos eran míos.
GRACIELA.- Oh, qué. Si vos no los querías.
RITA.- No es que no los quería. Estábamos mirando el mapa.
GRACIELA.- Y bueno. El hombrecito se estaba por desmayar. Un acto de caridad (El Chato vuelve a escena lentamente, despeinado, se sienta en una silla y suspira)
MARTA.- (A Chato) Negro ¿y cómo es, Venecia?
CHATO.- (Reaccionando del éxtasis) ¿Eh? (Alza los hombros) Linda es Venecia. Tiene las casas viejas y las calles de agua, como dice la Gringa. Ynieva.
MARTA.- ¿Nieva? ¿Y por qué?
CHATO.- No sé. Pero nieva. Nieva sobre las casas y la gente. Bueno, mi televisor anda medio mal, capaz que no era nieve, sino esos puntitos blancos que aparecen y hacen ruidito: quishshshsh. No sé si nieva o no nieva.
MARTA.- La vieja tiene un disco que habla de Venecia. Siempre lo escucha en el combinado.
RITA.- Ah sí. Ya sé cuál es (Canta desafinadamente Venecia sin ti, de Charles Aznavour). Que profunda emoción, recordar el ayer, cuando toda Venecia me hablaba de ti… (Chato silba la misma canción; las chicas hacen silencio para escucharlo)
RITA.- (Emocionada, cuando el Chato termina de silbar) ¡Qué bien chiflás!
CHATO.- (Con intención, despidiéndose) Otro día te chiflo más.
Apagón
CUADRO 2
Entra Marta con una cacerola y una radio. Se sienta. Entra Chato.
CHATO.- Qué hacés, Marta. ¿Vas a cocinar?
MARTA.- Voy a hacer sopa.
CHATO.- Qué rico. Y ¿cómo andan los preservativos, digo, los preparativos?
MARTA.- Como para machos. Ya sabemos todo de Venecia.
CHATO.- A la mierda. ¿Todo?
MARTA.- Sí. Todo. Sabemos que está en Italia.
CHATO.- ¡Qué pícara! Eso te lo he dicho yo.
MARTA.- Oh, bueno. Pero sabemos que allá la gente habla el italiano.
CHATO.- Gran cosa lo que has averiguado.
MARTA.- Sí. Porque si vas allá y no sabés hablar el italiano, no te entienden nada. ¿Y vos sabés hablar italiano?
CHATO.- Por supuesto que hablo italiano. Es bien fácil. Tenés que ponerle una i o una e a todo lo que decís. Y ya estás hablando italiano. Si vos querés decir por ejemplo: “¿Querés pinchar?”, tenés que decir: “¿Quére pinchare?”. También tenés que cambiar la c por ch. Si querés decir “Cuesta quince pesos cada” (Hace gesto con la mano), se dice “cuesti quinche pesi cadi” (Hace el mismo gesto con la mano). Y ya hablás italiano.
MARTA.- Mirá vos. Anotáme para cuando vaya.
CHATO.- ¿Vos querés que te haga un vocabulario para que vos te podás expresar? (Entran Graciela y Rita)
MARTA.- ¿Cómo les fue?
GRACIELA.- ¿Sabes cuanto cuesta el boleto a Venecia?
MARTA.- ¿Cuánto?
GRACIELA.- Decíle.
RITA.- ¡Qué sé yo! Una carrada de guita. Como 700 clientes (Se quedan las tres en silencio, contrariadas).
MARTA.- ¿Entonces no vamos a Venecia?
RITA.- Y, no.
MARTA.- Pero, chicas, ya le dijimos a la Gringa. Le prometimos llevarla. Se ilusionó con todo lo que vos le dijiste, Graciela.
GRACIELA.- Oh, qué te hacés ahora, vos, Marta, que eras la primera en decir que la Gringa estaba loca y que no había que darle pelota (Silencio)
MARTA.-  Ya está. Paren, chicas, paren, paren. Ya sé cómo vamos a hacer. Vamos a ir las cuatro y no nos va a costar nada.
GRACIELA.- ¿Ah, sí? ¿Qué? ¿Vas a meterte en política?
MARTA.- No, mí no me agarran más.
RITA.- ¿Entonces?
MARTA.- Ustedes cállense y háganme caso.
GRACIELA.- ¡Ah, tomá! ¡Seguro que querés vender nuestros órganos!
MARTA.- ¿Estás revirada? ¿Quién va a querer un órgano tan gastado?
GRACIELA.- (Enfrentándola) Oh, qué pícara que sos.
RITA.- (La contiene) Dale, Marta, decí lo que estás pensando.
MARTA.- Está bien. Escuchen. ¿A Venecia hay que ir en avión? Bueno. Vamos a hacer nosotras el avión. ¿En Venecia hay calles de agua? Vamos a hacer nosotras las calles de agua.
GRACIELA.- ¿Qué? ¿Te rechiflaste?
MARTA.- La vieja está ciega ¿o no?
GRACIELA Y RITA.- ¿Y?
MARTA.- La llevamos al Lago de Popeye. Pero la Gringa se va a creer que está en Venecia.
GRACIELA.- ¿Al Lago de Popeye? (Marta asiente, Rita la mira) Pará, ¿cuál es el Lago de Popeye?
MARTA.- Ese que está antes de la subida de Ciudad de Nieva. Ese, pues, donde alquilan botes.
CHATO.- Enfrente a Cuyaya, cerca de las paradas de colectivo.
GRACIELA.- ¿Pero qué vamos a hacer nosotras ahí? Lleno de familias, chicos.
RITA.- No. Podemos ir a la noche que no hay nadie por los mosquitos.
CHATO.- Los lunes o los martes ni los mosquitos van por ahí.
RITA.- ¡Cómo para macho! Marta, sos un genio.
MARTA.- Tenemos que conseguir algunas cosas: dos o tres cóndores…
GRACIELA.- ¿Para qué?
MARTA.- Para cuando la Gringa crea que estamos volando, soltamos los cóndores.
GRACIELA.- Si la Gringa no ve ni mierda.
MARTA.- Para que escuche el ruido de las alas.
CHATO.- Para los efectos especiales.
RITA.- Claro, pues. Vos anotá, Chato. (A Marta) ¿Cuántos dijiste?
MARTA.- Lo que haya.
RITA.- Y el avión ¿dónde lo vamos a armar?
GRACIELA.- Cierto. ¿Dónde?
MARTA.- Y allá, en la playa del río. Bien cerquita del Lago de Popeye. Así apenas bajamos del avión, la tiramos a la Gringa en “las calles de agua”.
RITA.- Está bien eso, ¿no?
GRACIELA.- Bueno, vamos, vamos. (Salen Graciela y Rita)
MARTA.-Vamos a ir todos a Venecia, qué joder (Sale)
CHATO.- Qué ganas de macanear tienen estas chinitas (Se queda pensando) ¿Y de dónde saco yo ahora tres cóndores?
Apagón
CUADRO 3
Entra el Chato con unos tablones y unos cajones de fruta. Entra Graciela.
GRACIELA.- Mirá lo que conseguí, Chato, una guía turística de Italia. Mirá está Venecia…, Roma…, Sicilia…, todo…
CHATO.- A ver. (Se acerca) Qué bueno. Mirá. ¿Sabés qué es eso? La Torre de Pisa.
GRACIELA.- ¿Cómo, de pizza?
CHATO.- No, pero no de pizza para comer. Es de bloque, nomá.
GRACIELA.- Ah, ¿entonces por qué se llama de pizza?
CHATO.- No sé. Será por que está torcida.
GRACIELA.- Uy, cierto, mirá, parece que se va a caer, ¿no? (Lee) Pisa fue una rica y poderosa ciudad de Toscana… (Piensa) ¿Y eso que tiene que ver con la pizza?
CHATO.- La Torre de Pisa. Pisa mal y se va a la mierda.
GRACIELA.- ¡Ah, sí!
CHATO.- ¿Y? (Le muestra las sillas) ¿Qué te parece?
GRACIELA.- ¡El avión! ¡Está diez puntos, Chatito!
CHATO.- Mirá, con escalerita, como en la televisión, (Entran Rita y Marta con un ventilador).
GRACIELA.- ¡Miren, chicas!
RITA.- ¿Y esto? (Señala el avión) ¿Qué es?
CHATO.- ¡Cómo qué es! ¡Qué va a ser! ¡El avión!
MARTA.- Está bueno ¿no?
RITA.- Total, la Gringa no ve un pomo.
MARTA.- Tomá, poné el ventilador por ahí.
CHATO.- ¿Me trajiste el prolongador para chorear la corriente?
MARTA.- Sí, traje todo. Y vos ¿conseguiste los cóndores?
CHATO.- No he podido, Marta. Fui ahí a la universidad para que me los presten, pero dicen que no tienen, y que si tuvieran no los prestan. Dicen que los animales no son para joder.
RITA.- ¡Qué chistoso! ¿Y entonces ellos, que tienen a los pumas en una jaulita así?
CHATO.- Pero (Busca en el bolsillo en su bolsito) cuando venía para aquí, hondeé un loro y un tordo.
MARTA.- ¿Estás loco, Chato? Qué ruido vamos a hacer con dos pájaros muertos.
CHATO.- Pero el loro está medio vivito…
MARTA.- No, salí de acá con eso (Chato mira con pena la bolsa donde tiene los pájaros).
GRACIELA.- Bueno, Marta, olvidáte de los cóndores, que hay mucho que hacer.
MARTA.- Es que yo quería que fuera todo perfecto.
RITA.- Va a ser todo perfecto. Con ese ventilador que me hiciste traer basta y sobra.
GRACIELA.- Yo ya he hecho la comida.
MARTA.- ¿Para qué?
GRACIELA.- La comida. ¿No viste en la televisión que en los aviones te dan comida en unas bandejitas?
RITA.- Meta. ¿Y qué cocinaste?
GRACIELA.- Humitas.
RITA.- ¡Qué rico!
GRACIELA.- Sí, no te pongás tan contenta, vos, que son para hacerle el verso a la Gringa.
MARTA.- ¿Qué? ¿No hiciste para todas?
GRACIELA.- Hice pocas. No me alcanzaba para el queso.
MARTA.- Uh, vos, también.
GRACIELA.- ¿Qué, yo también? A mí nadie me dio un mango para los gastos.
RITA.- Basta, che, no peleen. ¿Ya está todo?
CHATO.- Ya está.
RITA.- Bueno, entonces vamos a buscar a la Gringa (salen Rita y Marta, pero Graciela las detiene).
GRACIELA.- ¡Chicas! ¡Si ya sabía yo que nos estábamos olvidando algo importante!
MARTA.- ¿Qué, qué?
GRACIELA.- ¡El tano, chicas!
RITA.- ¿Qué tano?
GRACIELA.- ¡El tano Giacomo!
RITA.- ¡Y qué hay con el tano Giacomo!
GRACIELA.- ¡Cómo qué hay! ¡Que la Gringa va a Venecia a encontrarse con él!
MARTA.- ¡Uy, cierto!
RITA.- ¿Y de dónde sacamos ahora un tano Giacomo? (Se quedan pensando y terminan mirando a Chato quien al darse cuenta hace gestos de negación)
CHATO.- ¡La gringa me va a querer manotear!
RITA.- Si la Gringa ya no está para esos trotes.
CHATO.- Yo la conozco a la Gringa. Yo ha debutado con ella.
MARTA.- Pero no. Eso fue hace años, cuando ella te echaba de acá a patadas a todos los borrachos. Ahora necesita otra clase de amor. Le das el brazo, le decís cosas lindas en italiano, como un caballero, le decís que la perdonás. ¿Meta, negro? Si no, se nos va todo el plan al diablo.
CHATO.- (Aflojando) Bueno. Le doy el brazo y hasta ahí nomás. Pero si la veterana quiere avanzar, yo me tomo el raje.
RITA.- Bueno, listo. Vamos a buscar a la Gringa.
GRACIELA.- ¿Cómo la traemos? Hay que hacerle creer que la llevamos en remis hasta el aeropuerto.
MARTA.- Yo ya hablé con uno de los choferes de la agencia. Es amigo mío.
GRACIELA.- Sí, ya sé. Ese chofer es un cliente que me choreaste el otro día.
MARTA.- Mirá quién habla. ¿Y vos, ayer, mosquita muerta? ¿No me hiciste lo mismo?
GRACIELA.- Ah, no sé, che, ojo por ojo.
CHATO.- Y culo por culo.
MARTA.- Calláte vos. No te metás.
CHATO.- No, yo decía, nomás.
RITA.- Bueno, dale, vamos a buscar a la Gringa.
MARTA.- Vamos.
GRACIELA.- Pará, tenemos que hacerla dar una vuelta larga antes de venir aquí.
RITA.- ¿Y?
GRACIELA.- Que no tenemos un mango.
MARTA.- Ah, dejá. Yo después arreglo con el chofer. Personalmente.
RITA.- Si es muy caro, yo también arreglo.
GRACIELA.- Bueno, yo también puedo arreglar.
CHATO.- Ah, no. Yo con el chofer no arreglo ni mierda.
MARTA.- No te preocupés. No va a ser tan caro. (Salen).

Apagón
CUADRO 4
Chato acomodando las cosas. Entran Gringa, Rita, Marta, Graciela con bolsos, valijas, carteras y termo.
GRINGA.- Vamos, chicas, vamos (Apurada) ¿No se olvidaron ninguna valija en el remis?
RITA.- No, no, ahí las traen las chicas.
GRINGA.- ¿Y la caja de los remedios?
RITA.- La puse en su valija.
GRINGA.- ¿Y la bolsa de agua caliente y el termo?
RITA.- Trae la Graciela.
GRACIELA.- Acá está.
GRINGA.- ¿Estamos todas? (Chato les hace señas para que suban por la escalerita que él ha preparado; pero ellas pasan de largo)
GRINGA.- Chicas, ¿ustedes están seguras de que el avión no se cae?
RITA.- Sí, Gringa. ¿Cómo se va a caer?
GRINGA.- Todos los días se caen aviones. Yo escucho la radio.
CHATO.- (Hablando adentro de una pava) Señoras pasajeras… Bienvenidas al Aeropuerto, para partir a Venecia, Italia. Yo no sé qué esperan que no se meten de una buena vez por la escalerita.
GRINGA.- ¿Y cómo saben ustedes que este avión no se cae?
GRACIELA.- Porque es un avión especial.
GRINGA.- ¿Dónde está?
GRACIELA.- Ahí, enfrente suyo.
GRINGA.- No veo un carajo.
MARTA.- No importa, vieja, nosotras te llevamos. Cuidado la escalerita (La Gringa sube, ayudada por Graciela, y se sienta en una silla del avión. Suben Marta y Rita).
RITA.- A ver, Gringa, ahora le tengo que poner el cinto de la seguridad (Le coloca un cinturón alrededor del cuerpo).
GRINGA.- ¿Ustedes vienen? No me van a dejar sola ¿no?
GRACIELA.- No, para que no tenga miedo, yo me siento aquí y usted me da la mano.
GRINGA.- ¿Y la Rita?
RITA.- ¡Acá!
GRINGA.- ¿Y la Marta?
MARTA.-- ¡Acá estoy!
GRINGA.- (Suspira) Ah, menos mal. Ahora sí se puede caer el avión, ahora sí me muero tranquila. Estamos todas juntas. Porque ustedes son como mis hijas.
GRACIELA.- Gracias, Gringa, gracias.
MARTA.- (Le hace una seña a Chato para que vaya adonde está el ventilador) ¿Estás lista, vieja? Me parece que vamos a levantar.
GRINGA.- Lista. Díganle al chofer que podemos salir.
MARTA.- (Le indica a Chato que prenda el ventilador, Chato lo prende) señor, vamos.
GRINGA.- ¿Y ese ruido?
GRACIELA.- ¡El motor!
GRINGA.- ¿Y ese viento? ¡Vamos a salir volando! ¡Que cierren las puertas! (Chato le pone un farol encendido frente a los ojos) ¿Y ese calor?
MARTA.- Es que nos estamos acercando al sol.
GRINGA.- Yo creía que era una de esas luces de los teatros. Cuando yo era la Clavelito trabajaba en Buenos Aires, a los artistas nos iluminaban con esas luces fuertes y nos moríamos de calor.
MARTA.- No, es el sol.
GRINGA.- ¿Y qué se ve?
GRACIELA.- (Se asoma) Jujuy chiquito.
GRINGA.- ¿Cómo se va a ver Jujuy, si nos estamos acercando al sol?
MARTA.- Es raro, vieja, pero es así (Chato le hace señas a Marta, que empieza a zapatear los tablones del piso)
GRINGA.- (Alarmada) ¿Y esto, qué es?
CHATO.- (Gritando en voz baja) ¡Turbulencia!
RITA.- (Igual) ¿Qué?
CHATO.- ¡Turbulencia!
RITA.-  (A Gringa) Flatuencia, Gringa, flatuencia.
GRINGA.- A la mierda ¿Y de quién?
MARTA.- Y… del piloto ha de ser.
GRINGA.- ¡Pobre hombre! (Pasa la turbulencia; Rita se pone un delantal y ofrece comida)
GRACIELA.- Parece que nos van a dar de comer.
RITA.- (Con falsete) ¡Humitas! ¡Humitas! ¡Humitas! (A la Gringa) ¿Se va a servir humitas, señora?
GRINGA.- ¿A cuánto?
RITA.- A nada, señora. La regalamos.
GRINGA.- Muchas gracias. Paso.
GRACIELA.- ¿Por qué?
GRINGA.- Algo tendrán para que las estén regalando. Para mí que el piloto comió alguna. Por algo estaba así, pobre hombre (Marta le hace señas a Graciela y ésta al Chato; Chato saca de una bolsa los pajaritos y los pone en la falda de la Gringa).
GRINGA.- ¿Y esto? (Gringa los alza y los toca suavemente) Dos pajaritos… Pobrecitos… (Los acaricia y los conserva un rato en su mano) Están muertitos. ¿Por dónde habrán entrado?
GRACIELA.- (Viendo que la explicación puede representar un problema le saca los pajaritos de la mano) Bueno, no importa. (Chato apaga el farol).
MARTA.- Chicas, me parece que ya empezamos a bajar.
GRINGA.- Con razón ya no siento tanto calor (Chato le hace señas a Marta para que golpee los tablones con los pies) ¡Otra vez, la flatuencia! ¿Por qué no le dan algo a ese hombre para que se componga? (Marta cesa de golpear y Chato apaga el ventilador)
MARTA.- Llegamos, Gringa.
GRINGA.- ¿Tan pronto?
MARTA.- Y…sí. Son aviones modernos éstos.
GRINGA.- (Se persigna) Gracias señor Jesucristo. ¿Y ahora?
GRACIELA.- Ahora vamos a bajar.
RITA.- Espera, Gringa, que le saco el cinto (Le saca el cinturón y la ayuda a levantarse).
GRACIELA.- La misma escalerita que al subir, para bajar. Y tocamos el suelo de Venecia.
CHATO.- (Hablando dentro de la olla) ¡Señori pasajeri! Bienvenidi al aeropuerti de Venecia, Italia.
GRINGA.-¡Grazie!
CHATO.- De nadi.
RITA.- Uy, Gringa. Si pudiera ver qué lindo, que linda que es Venecia.
GRINGA.- ¡Ah, es muy linda! ¿no?
GRACIELA.- ¡Hermosa! Tiene calles de agua. Está toda llena de calles de agua.
GRINGA.- Justo como decía don Giacomo. No me había mentido don Giacomo. Era un caballero. Tan buen mozo, con su bigote… ¿Y qué más?
MARTA.- ¿Cómo y “qué más”?
GRINGA.- Claro, ¿qué más se ve?
RITA.- Hay edificios, automóviles, puentes.
GRINGA.- ¿Automóviles? ¿Y por dónde andan? ¿Por el agua?
GRACIELA.- Automóviles, no (La mira a Rita severamente). Rita quiso decri botes.
GRINGA.- Góndolas.
GRACIELA.- ¿Qué?
GRINGA.- Aquí los botes se llaman góndolas.
GRACIELA.- Bueno, eso.
GRINGA.- ¿Y qué más se ve?
GRACIELA.- Salvo las calles de agua, lo demás es casi lo mismo que Jujuy.
GRINGA.- Ah, ¡qué lindo! Gracias, chicas, por traerme a Venecia antes de morirme.
RITA.- No diga eso, abuela. Venga, (La toma del brazo) caminemos un poco.
MARTA.- Chui, me hace frío.
GRACIELA.- Se vino el invierno de golpe.
RITA.- Cuidado, Gringa, que aquí empiezan las calles de agua. ¿Quiere dar una vuelta en bote?
GRINGA.- ¡Góndola!
MARTA.- Como en los supermercados, Rita.
GRACIELA       .- Voy a sacar los boletos.
MARTA.- Acá tenemos un bó…ndola.
GRACIELA.- (Se adelanta) ¿Cuánto cuesti la volti?
CHATO.- Dieci.
GRACIELA.- Es muchi.
CHATO.- ¿Cuánto tiene?
GRACIELA.- Cinqui.
CHATO.- Bueno, demi. (Con intención) ¡Rapiditi!
GRACIELA.- (Vuelve a donde están las chicas y la Gringa) Ya he conseguido con descuento y todo. Vamos.
GRINGA.- ¿Qué es ese olor?
GRACIELA.- (Preocupada) ¿Cúal?
GRINGA.- Como a pochoclo.
RITA.- Ah, es el chango de siempre, ese que… un señor que vende pochoclo en las calles de agua.
GRINGA.- ¿Es pochoclo? ¿Aquí en Venecia también venden pochoclo? Como en el puente Lavalle.
GRACIELA.- Sí… pero es distinto. Aquí le dicen…
MARTA.- …Pochchoccli.
CHATO.- (Gritando desde donde está) ¡Pochccliiii! ¡Pochccliiii!
GRACIELA.- Bueno, vamos a subir porque perdemos el turno de la góndola (Las chicas ayudan a subir a la Gringa y luego se acomodan todas).
GRINGA.- ¿Quién va a remar?
MARTA.- (Se mira con las chicas) Yo.
GRACIELA.- La Marta.
GRINGA.- ¿Y el gondolero?
RITA.- ¿El qué?
GRINGA.- El gondolero, pues. Don Giacomo me decía que siempre había un gondolero que remaba y cantaba, mientras los enamorados se miraban a los ojos.
GRACIELA.- (Aparte) Don Giacomo y la puta que lo parió.
RITA.- Ah, ahí viene (Rita va a buscar al Chato que estaba sentado descansando) No lo habíamos visto. Este es.
GRINGA.- Claro, pues. Tiene que haber gondolero.
CHATO.- (A Rita) Pará, Rita, que yo tengo que hacer de don Giacomo.
RITA.- (A Chato) Dale, chango, no te pongás en boludo. Después vemos. Ahora necesitamos un bondolero (Chato va de mala gana).
GRACIELA.- ¡Ah, qué buen mozo que es!
CHATO.- (Con voz gruesa) Señoriti, bienvenidi a la mía góndola. Esperi qui tengui un buen viaji.
GRINGA.- Gracias, gracias (Le toma la mano y no quiere soltarlo).
RITA.- Suelte, Gringa, que tiene que ir a remar.
GRINGA.- ¡Qué hombre bueno, parece!
CHATO.- (Se sube en un banquito atrás de la góndola y toma una escoba como remo) ¿Estamos todi listi?
MARTA.- Sí, señori bondoleri.
CHATO.- Entonci se vamo (Empieza a remar).
GRINGA.- (Llama aparte a Rita) Rita, ¿no te parece que este gondolero habla italiano medio raro?
RITA.- (Preocupada) ¿Cómo, raro, Gringa?
GRINGA.- No sé. Habla distinto a don Giacomo.
GRACIELA. No se preocupa, Gringa. El chango debe ser de arriba del cerro. Pero se le entiende ¿no, chicas?
MARTA.- Para mí, habla diez puntos.
CHATO.- ¿Cóme dici, señoriti?
GRACIELA.- Nadi, nadi, ustí remi.
GRINGA.- ¿Y no canta? Todos los gondoleros cantan.
MARTA.- Pero sí, Gringa. Canta. (Al Chato) Canti por favore, bondoleri.
CHATO.- ¿Qué canti? ¿Io?
GRACIELA.- Sí, ustí, ustí, no hay otro bandolero en la bóndola.
CHATO.- Que canti ¿qui?
MARTA.- Canti.
CHATO.- (Canta) Qué profunda emoción… recordar el ayer… si se vamos a Venecia y hablamos de amor.
GRINGA.- Chicas, ¿por qué no me arreglan un poquito?
GRACIELA.- ¿Ha traído?
GRINGA.- Sí, en la cartera.
RITA.- ¿Quiere que la peine? (Las chicas la arreglan y la pintan) ¿Le echo perfume?
GRINGA.- Marta, ¿estoy bien?
MARTA.- Sí, vieja ¡elegante!
GRINGA.- Chicas, díganme qué cosas lindas se ven desde aquí.
MARTA.- ¿Qué cosas lindas…? Ah, sí… (Le hace gestos a Graciela de que saque la guía turística, Graciela la saca de la cartera).
GRACIELA.- Le vamos a decir todo lo que vemos. Bueno, (Lee) aquí en la orilla izquierda se ven… las esculturas de Miguel Ángel, conocidas por su enorme inspiración mítica; más allá encontramos… la Torre de Pisa, famosa por su oblicuidad, que quiere decir que está torcida. En la otra orilla, se va el Vaticano con el Papa en el balcón.
GRINGA.- ¿El Papa?
MARTA.- Sí, vieja. ¡El Papa! ¡Saludálo!
GRINGA.- ¿Y cómo es, el Papa? (Las chicas consultan entre sí y ninguna sabe)
RITA.- Es muy buen mozo, y muy bueno. Rubio, con los ojos azules y está ahí saludando desde el balcón con los brazos abiertos, como queriendo abrazar a toda la gente.
GRINGA.- ¿Me ve a mí?
MARTA.- A vos te mira a los ojos, ¡saludálo!
GRINGA.- ¡Bendición, Santidad! ¡Bendición!
GRACIELA.- Bueno, continuando con el paseo, (Lee en la guía) a la otra orilla, se encuentra la espléndida Capilla Sixtina…
GRINGA.- Ah, ¿es linda la Capilla Sixtina? Don Giacomo decía que era hermosa.
GRACIELA.- No. Es- pléndida. Y tiene unos magníficos frescos (Las chicas se miran).
GRINGA.- Frescos… ¿Qué son?
GRACIELA.- Frescos, Gringa… Que está haciendo fresco.
GRINGA.- Ah, sí. Se está poniendo fresco. ¿Por qué no me ponen esa mantita que traje?
RITA.- (Colocándosela) ¿Está mejor?
GRINGA.- Sí (Suena la música. El Chato se sienta, deja de cantar y se le superpone la voz de Giacomo que ingresa lentamente tarareando una balada italiana. Las chicas y Chato quedan congelados. Giacomo va hacia la Gringa).
GIACOMO.- (Saca a bailar a la Gringa) ¿Mi permette, Clavelito?
GRINGA.- ¡Don Giacomo! ¡Recibí su carta!
GIACOMO.- Clavelito, avevo tanta voglia di riverderla. ¿Balliamo?
GRINGA.- (A las chicas) Chicas, es don Giacomo. Vino a buscarme (Sale a bailar alrededor de la góndola).
GIACOMO.- ¿Le piace Venecia, Clavelito? Cui si sente il amore che galleggia sull’acqua.
GRINGA.- ¡Qué lindas cosas que dice, don Giacomo!
GIACOMO.- Clavelito ¿per ché mi ha abbandonato? Saremmo statu tanto felici.
GRINGA.- (Le tapa la boca suavemente) Perdóneme, don Giacomo. Estoy tan arrepentida. Le robé todo su dinero.
GIACOMO.- I soldi non importano, Clavelito. Ma noi… meritavamo stare insieme.
GRINGA.- Ahora estamos juntos, don Giacomo.
GIACOMO.- ¡Insieme per sempre! (Cantan y bailan) Bella, bellísima.
GRINGA.- ¡Amore mio! (Bailan unos instantes más y la Gringa se siente cansada) Don Giacomo, ¿me acompaña a la góndola? Quisiera sentarme a descansar un ratito. Estoy rendida, hacía tanto que no bailaba. (Giacomo la acompaña y la gringa se sienta otra vez entre las chicas, luego se recuesta y apoya la cabeza sobre el respaldo de una silla, Giacomo sale lentamente sin dejar de mirarla) Adiós, don Giacomo. Adiós (Chato se levanta despacio y empieza a remar de nuevo. También las chicas cobran vida otra vez). Gracias, chicas, por traerme a Venecia. Gracias. Es hermosa (De pronto queda quieta y deja de hablar).
MARTA.- Se durmió.
RITA.- ¡Ay, dios mío! Graciela, ¿no está…?
GRACIELA.- (Acerca el oído al pecho de la Gringa) Sí (Le pasa suavemente la mano por la cara, como para cerrarle los ojos y se persigna).
CHATO.- Y bue. ¿Qué se va a hacer, pues? ¿Qué se va a hacer? (Cae nieve)
MARTA.- (Parpadeando) Chicas, ¿qué es esto?
RITA.- (Parpadeando también y refregándose los ojos) No sé. Está frío.
CHATO.- (Extendiendo la mano) Nieve. Está nevando.
MARTA.- (Extiende el brazo también) ¡Nieve!
RITA.- (Se pone de pie) Qué lindo ¿no? Parece frangollo blanco.
CHATO.- ¿Has visto?
GRACIELA.- Volvamos, che.
RITA.- Sí. Hay que arreglar todo para el velorio.
MARTA.- ¿Y dónde va a ser?
CHATO.- Allá. En Jujuy, pues. ¿Dónde más va a ser? (Silencio).
RITA.- (Abriga el cuerpo de la Gringa y las chicas la ayudan) Dale, Chato, remá.
GRACIELA.- (Permanece de pie, atrapa un poco de nieve y lo desmenuza entre sus dedos, mirando hacia atrás, mientras Chato empieza a remar) Chicas, está muy lejos Jujuy ¿no?
Apagón final


---- ------ ------- -----

Análisis temático:
2.      Marque con cruz los temas que aparecen en la obra:
___ el amor ___ la culpa ___la venganza ___el odio ___la piedad ___el rencor ___el compañerismo  ___la solidaridad ___la muerte ___la vida  ___el amor carnal ___la prostitución ___el machismo ___el feminismo ___el sueño  ___la ficción ___el lenguaje vulgar ___la cultura
___el pacifismo  ___la huida ___la ilusión ___el crimen ___el conocimiento ___la alegría ___el malestar  ___ la apariencia  ___el deseo  ___la pobreza  ___el conformismo ___la diversidad sexual  ___la nostalgia  ___la mentira  ___el engaño  ___la tragedia  ___la religión
3.      ¿qué otros temas pueden señalar?

4.      Si bien está puesto en tono humorístico y grotesco, los personajes desconocen datos de la realidad que un sujeto “común” conoce por las herramientas que le da la cultura, o la cultura escolar. Ahora bien, se abre un capítulo interesante de observar en la obra: ¿cómo conocen la realidad los personajes? ¿cómo construyen esa imagen de Venecia? ¿de qué instrumentos comunicativos se valen para conocer dicha realidad?
Podríamos pensar entonces, cómo conocemos nosotros la realidad, y qué sentido le damos.

Interpretación personal: el texto aborda una problemática, la de llevar a la Gringa a Venecia. En medio de la pobreza y la falta de conocimientos, los personajes resuelven el objetivo, y van mucho más allá, sumidos en esa aventura de la fantasía.





Consolidación de conocimientos gramaticales:

Construya oraciones a partir de los textos literarios trabajados, desde este modelo oracional:

SUJETO DE LA ORACIÓN el sustantivo núcleo coincide en número con el verbo
PREDICADO (agrega información sobre el sujeto)

artículo   (md)
adjetivo
(md)
sustantivo
(núcleo)
adjetivo
(md)
mí. encabezado por preposición
verbo
(núcleo)
qué
(od)
cómo
cuándo
para qué/ por qué
dónde


Rosaura








la

Maestra








El

profesor
joven
De gimnasia








Manuel








el

Jefe








El

mulato








la

Gringa








El

Chato








El

Corazón
Delator

















En el campo










En la ciudad










En la casa








De día










Al anochecer









Violentamente










Con una suavidad casi tóxica










Desde un lugar humano








Amó










despertaron










dijo










hizo










vivieron







Edipo













Descubre





la

Culpa








La

solidaridad








La

esperanza


















CUENTO: “LA CASA DE ASTERIÓN” y “LA ROSA” (POEMA) DE BORGES
La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín en la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.

(subrayados y destacados míos)
----- -

Borges es una figura emblemática en el seno de la cultura. No solo argentino, sino reconocido mundialmente, Borges desarrollará una escritura nueva, compleja, en diálogo con distintas culturas y texto, metafísica.
Actividad:
¿qué intenta comunicar Borges con este poema?
¿a qué puede hacer referencia la ROSA?
Propuesta lúdica:
Sustituya la palabra ROSA por otra palabra…¿qué efectos de sentido produjo?


----- - - -- - -- - --
La casa de Asterión
De Jorge Luis Borges
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz  de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos. 
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: “Ahora volvemos a la encrucijada anterior” o “Ahora desembocamos en otro patio” o “Bien decía yo que te gustaría la canaleta” o “Ahora verás una cisterna que se llenó de arena” o “Ya verás cómo el sótano se bifurca”. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo. 
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?


El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.


----- ----- ----- ----- ---

1.      ¿Qué texto se recrea en este cuento?
2.      Enumere los elementos que manifiestan un aspecto simbólico, por ejemplo, el laberinto, las hachas, el origen real, la figura del héroe.
3.      ¿Cuál es la palabra que más se repite en los dos primeros párrafos cuyo significado es relevante para este cuento?
4.      ¿Cómo es la casa de Asterión?
5.      ¿Cuáles son las distracciones de Asterión?
6.      ¿Cuántos personajes se mencionan?
7.      ¿Está encerrado el protagonista o no quiere salir?
8.      ¿en qué persona gramatical se narra?
9.      analizar: protagonista- ayudantes- enemigos.





El texto INSTRUCTIVO. Es un tipo de texto que busca modificar o influenciar la conducta del otro.

Texto a

LUIS BRITTO GARCÍA

RUBÉN
Traga Rubén no brinques Rubén sóplate Rubén no te orines en la cama Rubén no toques Rubén no llores Rubén estate quieto Rubén no saltes en la cama Rubén no saques la cabeza por la ventanilla Rubén no rompas el vaso Rubén, Rubén no le saques la lengua a la maestra Rubén no rayes las paredes Rubén di los buenos días Rubén deja el yoyo Rubén no juegues trompo Rubén no faltes al catecismo Rubén amárrate la trenza del zapato Rubén haz las tareas Rubén no rompas los juguetes Rubén reza Rubén no te metas el dedo en la nariz Rubén no juegues con la comida no te pases la vida jugando la vida Rubén.
Estudia Rubén no te jubiles Rubén no fumes Rubén no salgas con tus compañeros Rubén no te pelees con tus amigos Rubén, Rubén no te montes en la parrilla de las motos Rubén estudia la química Rubén no trasnoches Rubén no corras Rubén no ensucies tantas camisetas Rubén saluda a la comadre Paulina Rubén no andes en patota Rubén no hables tanto, estudia la matemática Rubén no te metas con la muchacha del servicio Rubén no pongas tan alto el tocadiscos Rubén no cantes serenatas Rubén no te pongas de delegado de curso Rubén no te comprometas Rubén no te vayas a dejar raspar Rubén no le respondas a tu padre Rubén, Rubén córtate el pelo, coge ejemplo Rubén.
Rubén no manifiestes, con cantes el Belachao Rubén, Rubén no protestes profesores, no dejes que te metan en la lista negra Rubén, Rubén quita esos afiches del cheguevara, no digas yankis go home Rubén, Rubén no repartas hojitas, no pintes los muros Rubén, no siembres la zozobra en las instituciones Rubén, Rubén no quemes cauchos, no agites Rubén, Rubén no me agonices, no me mortifiques Rubén, Rubén modérate, Rubén compórtate, Rubén aquiétate, Rubén componte.
Rubén no corras Rubén no grites Rubén no brinques Rubén no saltes Rubén no pases frente a los guardias Rubén no enfrentes los policías Rubén no dejes que te disparen Rubén no saltes Rubén no grites Rubén no sangres Rubén no caigas


Texto b

Instrucciones para subir una escalera

Julio Cortázar

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

Texto c
Cambiar tu mentalidad
Piensa de forma más positiva. La manera más fácil de ser más feliz es esforzarse por ser una persona más optimista. ...
Haz una lista de gratitud. ...
Aprecia las cosas pequeñas. ...
Vive en el presente. ...
Saca tiempo para reflexionar. ...
Deja de compararte con los demás. ...
Sé más compasivo.


Texto d

DE LAS CONDUCTAS INDECOROSAS EN LA MESA DE MI SEÑOR. LEONARDO DA VINCI
Éstos son hábitos indecorosos que un invitado a la mesa de mi señor no debe cultivar (y baso esta relación en mis observaciones de aquellos que frecuentaron la mesa de mi señor durante el pasado año):
Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado.
Tampoco ha de poner la pierna sobre la mesa.
Tampoco ha de sentarse bajo la mesa en ningún momento.
No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.
No ha de tomar comida del plato de su vecino de mesa a menos que antes haya pedido su consentimiento.
No ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo.
No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa.
Ni utilizar su cuchillo para hacer dibujos sobre la mesa.
No ha de limpiar su armadura en la mesa.
No ha de tomar la comida de la mesa y ponerlo en su bolso o faltriquera para comerla más tarde.
No ha de morder la fruta de la fuente de frutas y después retornar la fruta mordida a esa mismo fuente.
No ha de escupir frente a él.
Ni tampoco de lado.
No ha de pellizcar ni golpear a su vecino de mesa.
No ha de hacer ruidos de bufidos ni se permitirá dar codazos.
No ha de poner los ojos en blanco ni poner caras horribles.
No ha de poner el dedo en la nariz o en la oreja mientras está conversando.
No ha de hacer figuras modeladas, ni prender fuegos, ni adiestrarse en hacer nudos en la mesa (a menos que mi señor así se lo pida).
No ha de dejar sueltas sus aves en la mesa.
Ni tampoco serpientes ni escarabajos.
No ha de tocar el laúd o cualquier otro instrumento que pueda ir en perjuicio de su vecino de mesa (a menos que mi señor así se lo requiera).
No ha de cantar, ni hacer discursos, ni vociferar improperios ni tampoco proponer acertijos obscenos si está sentado junto a una dama.
No ha de conspirar en la mesa (a menos que lo haga con mi señor).
No ha de hacer insinuaciones impúdicas a los pajes de mi señor ni juguetear con sus cuerpos.
Tampoco ha de prender fuego a su compañero mientras permanezca en la mesa.
No ha de golpear a los sirvientes (a menos que sea en defensa propia).
Y si ha de vomitar, entonces debe abandonar la mesa.  de “los modales medievales”, de Leonardo.

TEXTO E
Los usuarios de la vía pública son: Peatones, pasajeros y conductores

Normas para peatones
Circular por la acera, lo más próximo a la línea de edificación.
Cruzar por las esquinas, estén o no pintadas las sendas peatonales.
Mirar para ambos lados antes de cruzar. Hacerlo caminando.
Los peatones tienen prioridad de paso ante los vehículos siempre cuando crucen por las esquinas.

Normas para pasajeros
Todos los ocupantes deben utilizar el cinturón de seguridad. La capacidad del vehículo está determinada por el número de cinturones.
Niños menores de 10 años deben viajar en asientos (ley provincial de tránsito 8560) y de 12 años según (Ley nacional 24449), tenerlo en cuenta al transitar por ruta nacional o provincial.
Bebés viajar en sillas protectoras.
Pasajeros ascender y descender por el lado de la acera. No molestar ni distraer al conductor.

Normas para conductores
Cumplir con toda la documentación obligatoria (licencia de conducir, tarjeta verde o azul, póliza de seguro, pago de patente, ITV, DNI.). Circular respetando todas las normas de circulación, algunas de ellas son:
Circular por el carril derecho, dejar el carril izquierdo libre para realizar adelantamientos.
Respetar velocidades máximas y mínimas según el tipo de vía. 
Respetar las prioridades de paso (ejemplo: en una esquina no semaforizada o señalizada al encontrarse a la vez dos vehiculos debe pasar el que se encuentre a la derecha, rotonda: 1° el que sale, 2° el que circula y 3° el que ingresa).
Respetar la señalización vertical y horizontal.  


Para tener en cuenta
 
Los conductores de vehículos. Deben:
 
Cerciorarse del buen del buen funcionamiento del vehículo:
Revisar la disposición de seguridad y proveerse de herramientas y repuestos necesarios par casos de emergencia.
Mantener en buen estado el sistema de frenos, dirección y luces, lo mismo que parabrisas y espejo retrovisor.
Conducir con prudencia y siempre a la defensiva.
No ingerir bebidas alcohólicas.
No distraerse en conversaciones con los pasajeros.

Los peatones. Deben:
 
Transitar por la vereda, no por la calzada porque pueden ser arrollados por los vehículos Cruzar calles y avenidas por las esquinas 
Donde exista semáforos o señales preventivas.
Mirar a ambos lados antes cruzar la calzada.
No cruzar la calle cuando los vehículos están en pleno movimiento, ni cruzar por entre ellos cuando se encuentran detenidos, puede arrancar de un momento a otro.
No cruzar por delante de vehículo de transporte (ómnibus, bus, micro)  esperar que pase y nos de panorama para poder hacerlo.
No caminar leyendo ni mirando a quienes transitan.

Los Accidentes de Tránsito:
 
Los  accidentes de tránsito hechos son de carácter eventual que ocurren en la vía pública, (calles, avenidas o caminos y carreteras de circulación vehicular). Se producen con cierta frecuencia ocasionando daños a las personas y a la propiedad. Los que mayormente se dan son atropellos, volcaduras y choques.
Entre las causas más comunes para que esto se produzca tenemos:
 
Conducir a exceso de velocidad.
Conducir el vehículo en estado de ebriedad Conducir en forma imprudente y temeraria Conducir haciendo caso omiso a las reglas de transito.
Conducir con mucho sueño y cansancio o haber ingerido medicamentos que provocan el sueño.
Cruzar intempestivamente la calle.
Caminar por la pista o calzada.
Jugar en calles, avenidas y vías de circulación vehicular.

Seamos responsables, respetemos las normas de circulación y tránsito...

Acercanos tus dudas y las situaciones sobre las que te gustaría informarte respecto a las leyes de tránsito, LV16, a través del Edecom intentará responderte.
 
Informó: www.lv16.com
Área de Educación Vial - Ente Descentralizado de Control Municipal (EDECOM)


Texto F
El alumno siempre tiene la razón, pero nunca se la dan. 

2. El alumno no copia, compara resultados. 

3. El alumno no duerme en clase, reflexiona. 

4. El alumno no habla en clase, intercambia ideas. 

5. El alumno no mastica chicle, fortalece sus encías. 

6. El alumno no lee revistas en clase, se informa. 

7. El alumno no insulta al profesor, le recuerda lo que es. 

8. El alumno no pinta en las mesas, practica expresión artística. 

9. El alumno no llega nunca tarde a clase, los demás se adelantan. 

10. El alumno no se cansa en Edu. Fisica, guarda fuerzas. 

11. El alumno no se retrasa, lo retienen en el camino. 

12. El alumno no se distrae, examina el clima. 

13. El alumno no tira tizas, estudia la ley de la gravedad. 

14. El alumno no tira papeles, se le caen. 

15. El alumno no corre por los pasillos, hace pruebas de velocidad. 

16. El alumno no saca mocos, descongestiona las fosas nasales. 

17. El alumno si ve a alguien que descansa, le ayuda. 

18. El alumno cuando tiene ganas de trabajar, se sienta y espera a que se le pasen. 

19. El alumno no destroza el Campo Educacional, le da un toque modernista. 

20. El alumno no es expulsado, se va porque quiere. 

21. El alumno ama a su cama como a sÍ mismo. 

22. El alumno no pierde materias, se especializa en el tema. 

23. No es que el alumno no sepa responder la pregunta; es que el maestro ya sabe la respuesta. 

24. El alumno no dice groserías, sólo expresa lo que siente. 

25. El alumno no es que no tenga ganas de estudiar... Es que se las aguanta. 

26. El alumno no quiere malgastar su cerebro para aprender algo que no servirá de nada. 

27. El alumno no mira morbosamente a sus compañeras, estudia anatomía. 

28. El alumno no agrede al profesor, le enseña defensa personal. 

29. El alumno no es malo, solo lo aprende de su profesor. 

30. El alumno no fuma marihuana, estudia los efectos. 

31. El alumno no miente en las pruebas, solo está utilizando su creatividad. 

32. El alumno contesta siempre bien...a su manera. 

33. El alumno solo bebe alcohol, porque el agua es un bien preciado. 

34. El alumno no deja su examen en blanco porque no se sabe la respuesta, sólo es por darle la oportunidad a otros. 

35. El alumno no se roba las respuestas del examen, sólo las guarda en un lugar más seguro. 

36. El alumno no se ríe en clases, es feliz, que es muy diferente. 

37. El alumno no roba, solo hace las veces de Robin Hood. 

Texto G
Los diez mandamientos
1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
2 Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
4 No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
5 No te inclinarás ante ninguna imagen, ni las honrarás; porque yo soy Yahveh tu Dios, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
7 No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano; porque no dará por inocente Yahveh al que tomare su nombre en vano.
8 Acuérdate del día del sábado para santificarlo
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra,
10 mas el séptimo día es reposo para Yahveh tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
11 Porque en seis días hizo Yahveh los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Yahveh bendijo el día de reposo y lo santificó.
12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Yahveh tu Dios te da.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No hurtarás.
16 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.


Texto H
Poción de amor para volver con él
Esta pócima para el amor es muy fuerte y difícil de revertir, así que como siempre recomiendo en los amarres y hechizos de amor eternos, asegúrate que deseas pasar el resto de tu vida con esta persona.
Materiales
Tres hojas de albahaca.
Una manzana roja.
Tres fresas.
Un caldero (olla).
Tres velas rojas.
Nota: Este ritual debe hacerse el día viernes y comenzarlo a las 9 de la noche, de esta manera es mucho más efectivo, aunque puedes hacerlo cualquier otro día de la semana siempre debe empezarse a las 9 de la noche.
Elaboración
 Paso 1
Coloca la olla al fuego con medio litro de agua y agrega las hojas de albahaca, las fresas y la manzana pelada y partida en trozos.
 Paso 2
Lleva esta mezcla a ebullición, baja el fuego al mínimo y déjalo así por nueve minutos, luego apágalo y retíralo de la estufa.
 Paso 3
Con las velas forma un triángulo alrededor de la olla, enciéndelas y repite este conjuro:
Venus diosa del amor deja que (Nombre de tu pareja) al beber de este vino hecho con amor divino, regrese junto a mí para que su amor sea para siempre mío.
 Paso 4
Ahora solo deja que las velas se consuman por completo, filtra la poción de amor y guárdala en el refrigerador hasta que le vayas a dar de beber a tu pareja.
IMPORTANTE: No permita que nadie toque o que beba de esta poción.

__ -----------------------------------
Actividad:
1.Marque las palabras que específicamente señalan orden.
2.Realice una enumeración de distintas formas de dar una orden
3. Elija uno de los textos, y tomándolo como modelo, elabore un texto instructivo (formal o cómico)

Reflexión final:
Vivir en sociedad, o en soledad, está teñido de órdenes. Órdenes que vuelen por todas partes, algunas escritas, otras no. Reglamentos, códigos, normas, leyes, mandamientos, mandatos familiares, mandatos sociales, manuales de instrucciones, consejos, pueblan nuestra vida marcando lo que está bien y lo que está mal. La forma más clara de una orden está encabezada de un no o de muchos noes, limitando nuestro actuar.
¿cómo experimentamos las órdenes en nuestra vida?
Examine esta frase: “sé libre” “sé tu propio dueño”
¿Cómo se relacionan la orden y la libertad?


---- ---


Tramas. El concepto de trama engloba una serie de oraciones  que básicamente buscan los siguientes procesos cognitivos:
1-CONTAR HECHOS, 2-OBSERVAR, 3-EXPLICAR Y/O RELACIONAR CAUSA.CONSECUENCIA, 4-INFLUIR EN INERLOCUTOR, 5-ORDENAR, 6-INTERACTUAR CON LOS DEMÁS.

.trama narrativa: contar una historia. Se presentan palabras que indican tiempo y paso del tiempo, también hay indicaciones de espacio, todas las oraciones tienen una serie de acciones que realiza un sujeto o varios. Esta trama está presente en muchísimos géneros discursivos: cuentos, novelas, relatos históricos, actas, charla, crónicas, historietas, etc.
CONECTORES: ahora, luego, después, tiempo más atrás, mientras tanto, posteriormente.

.trama descriptiva: dar cuenta de lo que percibimos. Podemos registrar con los sentidos las características de objetos, seres, espacios, tiempos, acciones. Presente en: catálogos, descripciones de productos, folletos turísticos, novelas.
                        CONECTORES: en primer lugar, en segundo lugar, hacia la derecha, además, también.

.trama explicativa: implica relacionar causas y consecuencias, definir, comparar, ejemplificar. Muy presentes en: manuales de ciencia, enciclopedias, etc.
CONECTORES: en primer lugar, en segundo lugar, por todo lo expuesto, con consiguiente, en consecuencia, por lo tanto.                


.trama argumentativa: está presente cuando el emisor quiere influenciar la conducta del destinatario. Veremos esta trama en: panfletos, folletos, discusiones, fallos, ensayos, filosofías, etc.
                        CONECTORES: si bien, entonces, con lo cual, razón  suficiente, sin lugar a dudas,


.trama instructiva. Esta trama está organizada para establecer órdenes o pautas. Son escuetas, directas y muy ordenadas.
Presentes en: normas, leyes, normativas, resoluciones, manuales de instrucción, códigos.
                        CONECTORES: primero, segundo, tercero,

.trama dialogal. La presencia de la raya de diálogo generalmente indica la presencia de voces en el texto que interactúan. Presente en: la conversación, el diálogo, obras de teatro, entrevistas, grupos de whatsapp.









--- -----

CUENTO “EL VIAJE” DE JULIO CORTÁZAR



"RAYUELA" Julio Cortázar (Fragmento)



"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua."



CORTÍSIMO METRAJE
(cuento)

Julio Cortázar (Bélgica-Argentina, 1914-1984)

Automovilista en vacaciones recorre las montañas del centro de Francia, se aburre lejos de la ciudad y de la vida nocturna. Muchacha le hace el gesto usual del auto-stop, tímidamente pregunta si dirección Beaune o Tournus. En la carretera unas palabras, hermoso perfil moreno que pocas veces pleno rostro, lacónicamente a las preguntas del que ahora, mirando los muslos desnudos contra el asiento rojo. Al término de un viraje el auto sale de la carretera y se pierde en lo más espeso. De reojo sintiendo cómo cruza las manos sobre la minifalda mientras el terror crece poco a poco. Bajo los árboles una profunda gruta vegetal donde se podrá, salta del auto, la otra portezuela y brutalmente por los hombros. La muchacha lo mira como si no, se deja bajar del auto sabiendo que en la soledad del bosque. Cuando la mano por la cintura para arrastrarla entre los árboles, pistola del bolso y a la sien. Después billetera, verifica bien llena, de paso roba el auto que abandonará algunos kilómetros más lejos sin dejar la menor impresión digital porque en ese oficio no hay que descuidarse’.


-          Actividad. Escriba una interpretación de este texto.


Rayuela (fragmento) Julio Cortázar

"...Nadie parecía dispuesto a contradecirlo porque Wong esmeradamente aparecía con el café y Ronald, encogiéndose de hombros, había soltado a los Warring’s Pennsylvanians y desde un chirriar terrible llegaba el tema que encantaba a Oliveira, una trompeta anónima y después el piano, todo entre un humo de fonógrafo viejo y pésima grabación, de orquesta barata y como anterior al jazz, al fin y al cabo de esos viejos discos, de los show boats y de las noches de Storyville había nacido la única música universal del siglo, algo que acercaba a los hombres más y mejor que el esperanto, la Unesco o las aerolíneas, una música bastante primitiva para alcanzar universalidad y bastante buena para hacer su propia historia, con cismas, renuncias y herejías, su charleston, su black bottom, su shimmy, su foxtrot, su stomp, sus blues, para admitir las clasificaciones y las etiquetas, el estilo esto y aquello, el swing, el bebop, el cool, ir y volver del romanticismo y el clasicismo, hot y jazz cerebral, una música-hombre, una música con historia a diferencia de la estúpida música animal de baile, la polka, el vals, la zamba, una música que permitía reconocerse y estimarse en Copenhague como en Mendoza o en Ciudad del Cabo, que acercaba a los adolescentes con sus discos bajo el brazo, que les daba nombres y melodías como cifras para reconocerse y adentrarse y sentirse menos solos rodeados de jefes de oficina, familias y amores infinitamente amargos, una música que permitía todas las imaginaciones y los gustos, la colección de afónicos 78 con Freddie Keppard o Bunk Johnson, la exclusividad reaccionaria del Dixieland, la especialización académica en Bix Beiderbecke o el salto a la gran aventura de Thelonius Monk, Horace Silver o Thad Jones, la cursilería de Erroll Garner o Art Tatum, los arrepentimientos o las abjuraciones, la predilección por los pequeños conjuntos, las misteriosas grabaciones con seudónimos y denominaciones impuestas por marcas de discos o caprichos del momento y toda esa francmasonería de sábado por la noche en la pieza del estudiante o en el sótano de la peña, con muchachas que prefieren bailar mientras escuchan Star Dust o When your man is going to put you down , y huelen despacio y dulcemente a perfume y a piel y a calor, se dejan besar cuando es tarde y alguien ha puesto The blues with a feeling y casi no se baila, solamente se está de pie, balanceándose, y todo es turbio y sucio y canalla y cada hombre quisiera arrancar esos corpiños tibios mientras las manos acarician una espalda y las muchachas tienen la boca entreabierta y se van dando al miedo delicioso y a la noche, entonces sube una trompeta poseyéndolas por todos los hombres, tomándolas con una sola frase caliente que las deja caer como una planta cortada entre los brazos de los compañeros, y hay una inmóvil carrera, un salto al aire de la noche, sobre la ciudad, hasta que un piano minucioso las devuelve a sí misma, exhaustas y reconciliadas y todavía vírgenes hasta el sábado siguiente, todo eso en una música que espanta a los cogotes de platea, a los que creen que nada es de verdad si no hay programas impresos y acomodadores, y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo por todas partes con el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizás había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizá había otros caminos y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombres porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues, etcétera, etcétera."


ACTIVIDAD: ¿QUÉ conceptos se asocian al arte musical?

---------------------------------   -------------------------------

En los siguientes textos Cortázar ha jugado con las palabras, renovando en ellas otras posibilidades. La invención de palabras se conoce como NEOLOGISMO, mecanismo por el cual está dotado el lenguaje humano para expresar nuevas ideas, nuevas percepciones, nuevas realidades, reciclar palabras del pasado, o incorporar nuevos significados de/en la vida contemporánea. Dentro de este mecanismo se conoce como PRÉSTAMO, cuando se incorpora en un idioma una palabra presente en otro idioma. Pero existen numerosísimos mecanismo por el cual la lengua vive, se reproduce y se multiplica: acortamientos de palabras, amalgamas, prefijos y sufijos que circulan adicionadas a una palabra (súper, re, inter, ismo, terapia, des, auto,  o de origen popular: -acho, -ingui, -ito,), reciclaje de palabras en desuso, invención de frases (ATR) y siglas (LGTB, PyMES, SIDA, CBU, ONG) , suma de dos o tres palabras (marimar, heteropatriarcado,) etc.

Veamos los siguientes textos, 1 y 2,

Texto 1. Recurso neologismo.

“Los perfumes, los himnos órficos, las algalias en primera y en segunda acepción… Aquí olés a sardónica. Aquí a crisopracio. Aquí, esperá un poco, aquí es como perejil pero apenas, un pedacito perdido en una piel de gamuza. Aquí empezás a oler a vos misma. Qué raro, verdad, que una mujer no pueda olerse como la huele un hombre. Aquí exactamente. No te muevas, dejame. Olés a jalea real, a miel en un pote de tabaco, a algas aunque sea tópico decirlo. Hay tantas algas, la Maga olía a algas frescas, arrancadas al último vaivén del mar. A la ola misma. Ciertos días el olor a alga se mezclaba con una cadencia más espesa, entonces yo tenía que apelar a la perversidad -pero era una perversidad palatina, entendé, un lujo de bulgaróctono, de senescal rodeado de obediencia nocturna-, para acercar los labios a los suyos, tocar con la lengua esa ligera llama rosa que titilaba rodeada de sombra, y después, como hago ahora con vos, le iba apartando muy despacio los muslos, la tendía un poco de lado y la respiraba interminablemente, sintiendo cómo su mano, sin que yo se lo pidiera, empezaba a desgajarme de mí mismo como la llama empieza a arrancar sus topacios de un papel de diario arrugado. Entonces cesaban los perfumes, maravillosamente cesaban y todo era sabor, mordedura, jugos esenciales que corrían por la boca, la caída en esa sombra, the primeval darkness, el cubo de la rueda de los orígenes. Sí, en el instante de la animalidad más agachada, más cerca de la excreción y sus aparatos indescriptibles, ahí se dibujan las figuras iniciales y finales, ahí en la caverna viscosa de tus alivios cotidianos está temblando Aldebarán, saltan los genes y las constelaciones, todo se resume alfa y omega, coquille, cunt, concha, con, coño, milenio, Armagedón, terramicina, oh callate, no empecés allá arriba tus apariencias despreciables, tus fáciles espejos. Qué silencio tu piel, qué abismos donde ruedan dados de esmeralda, cínifes y fénices y cráteres…”
------------------------ -----------------------


Texto 2. Recurso neologismo

"Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.
-¡Asquerosa! –brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue marivolarle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire con sus abroncojantes bocinomias. Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas, pero nadie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro peticuras de ésas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgándose de ida y de vuelta cuando se ve precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.
-¡Payahás, payahás! –crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas empebufantes. No ha terminado de halar cuando ya le están manocrujiendo el fano, las colotas, el rijo enjuto y las nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y dos miercolanas que para qué.
-¿Te das cuenta? –sinterruge la señora Fifa.
-¡El muy cornaputo! –vociflama la Tota.
Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando más de cuatro cafotos en plena tetamancia; son así las tofifas y las fitotas, mejor es no terruptarlas porque te desmunen el persiglotio y se quedan tan plopas."


ACTIVIDAD: Elija uno de ambos textos, y realice una “TRADUCCIÓN”, es decir, que en función de su interpretación sustituya las palabras inventadas por palabras del español. Esta es un tarea de análisis y creatividad. Nos permitirá reflexionar acerca del neologismo. Los resultados serán dispares en cada alumno, porque su mirada impregnará una posible interpretación del texto.






CIENCIA FICCIÓN “EL PEATÓN” DE RAY BRADBURY

El Peatón de Ray Bradbury 

Nada le gustaba más al señor Leonard Mead que entrar en aquel silencio - que era la ciudad- a las ocho de una brumosa noche de noviembre, pisar la acera de cemento y las grietas alquitranadas, y caminar, con las manos en los bolsillos, a través de los silencios,. Se detenía en una bocacalle, y miraba a lo largo de las avenidas iluminadas por la Luna, en las cuatro direcciones, decidiendo qué camino tomar. Pero realmente no importaba, pues estaba solo en aquel mundo del año 2052, o era como si estuviese solo. Y una vez que se decidía, caminaba otra vez, lanzando ante él formas de aire frío, como humo de cigarro.
A veces caminaba durante horas y kilómetros y volvía a su casa a medianoche. Y pasaba ante casas de ventanas oscuras y parecía como si pasease por un cementerio; sólo unos débiles resplandores de luz de luciérnaga brillaban a veces tras las ventanas. Unos repentinos fantasmas grises parecían manifestarse en las paredes interiores de un cuarto, donde aún no habían cerrado las cortinas a la noche. O se oían unos murmullos y susurros en un edificio sepulcral donde aún no habían cerrado una ventana.
El señor Leonard Mead se detenía, estiraba la cabeza, escuchaba, miraba, y seguía caminando, sin que sus pisadas resonaran en la acera. Durante un tiempo había pensado ponerse unos botines para pasear de noche, pues entonces los perros, en intermitentes jaurías, acompañarían su paseo con ladridos al oír el ruido de los tacos, y se encenderían luces y aparecerían caras, y toda una calle se sobresaltaría ante el paso de la solitaria figura, él mismo, en las primeras horas de una noche de noviembre.
En esta noche particular, el señor Mead inició su paseo caminando hacia el oeste, hacia el mar oculto. Había una agradable escarcha cristalina en el aire, que le lastimaba la nariz, y sus pulmones eran como un árbol de Navidad. Podía sentir la luz fría que entraba y salía, y todas las ramas cubiertas de nieve invisible. El señor Mead escuchaba satisfecho el débil susurro de sus zapatos blandos en las hojas otoñales, y silbaba quedamente una fría canción entre dientes, recogiendo ocasionalmente una hoja al pasar, examinando el esqueleto de su estructura en los raros faroles, oliendo su herrumbrado olor.
Hola, los de adentro -les murmuraba a todas las casas, de todas las aceras-. ¿Qué hay esta noche en el canal cuatro, el canal siete, el canal nueve? ¿Por dónde corren los cowboys? ¿No viene ya la caballería de los Estados Unidos por aquella loma?
La calle era silenciosa y larga y desierta, y sólo su sombra se movía, como la sombra de un halcón en el campo. Si cerraba los ojos y se quedaba muy quieto, inmóvil, podía imaginarse en el centro de una llanura, un desierto de Arizona, invernal y sin vientos, sin ninguna casa en mil kilómetros a la redonda, sin otra compañía que los cauces secos de los ríos, las calles.
¿Qué pasa ahora? -les preguntó a las casas, mirando su reloj de pulsera-. Las ocho y media. ¿Hora de una docena de variados crímenes? ¿Un programa de adivinanzas? ¿Una revista política? ¿Un comediante que se cae del escenario?
¿Era un murmullo de risas el que venía desde aquella casa a la luz de la luna? El señor Mead titubeó, y siguió su camino. No se oía nada más. Trastabilló en un saliente de la acera. El cemento desaparecía ya bajo las hierbas y las flores. Luego de diez años de caminatas, de noche y de día, en miles de kilómetros, nunca había encontrado a otra persona que se paseara como él.
Llegó a una parte cubierta de tréboles donde dos carreteras cruzaban la ciudad. Durante el día se sucedían allí tronadoras oleadas de autos, con un gran susurro de insectos. Los coches escarabajos corrían hacia lejanas metas tratando de pasarse unos a otros, exhalando un incienso débil. Pero ahora estas carreteras eran como arroyos en una seca estación, sólo piedras y luz de luna.
Leonard Mead dobló por una calle lateral hacia su casa. Estaba a una manzana de su destino cuando un coche solitario apareció de pronto en una esquina y lanzó sobre él un brillante cono de luz blanca. Leonard Mead se quedó paralizado, casi como una polilla nocturna, atontado por la luz.
Una voz metálica llamó:
Quieto. ¡Quédese ahí! ¡No se mueva!
Mead se detuvo.
¡Arriba las manos!
Pero... -dijo Mead.
¡Arriba las manos, o dispararemos!
La policía, por supuesto, pero qué cosa rara e increíble; en una ciudad de tres millones de habitantes sólo había un coche de policía. ¿No era así? Un año antes, en 2052, el año de la elección, las fuerzas policiales habían sido reducidas de tres coches a uno. El crimen disminuía cada vez más; no había necesidad de policía, salvo este coche solitario que iba y venía por las calles desiertas.
¿Su nombre? -dijo el coche de policía con un susurro metálico.
Mead, con la luz del reflector en sus ojos, no podía ver a los hombres.
Leonard Mead -dijo.
¡Más alto!
¡Leonard Mead!
¿Ocupación o profesión?
Imagino que ustedes me llamarían un escritor.
Sin profesión -dijo el coche de policía como si se hablara a sí mismo.
La luz inmovilizaba al señor Mead, como una pieza de museo atravesada por una aguja.
Sí, puede ser así -dijo.
No escribía desde hacía años. Ya no vendían libros ni revistas. Todo ocurría ahora en casa como tumbas, pensó, continuando sus fantasías. Las tumbas, mal iluminadas por la luz de la televisión, donde la gente estaba como muerta, con una luz multicolor que les rozaba la cara, pero que nunca los tocaba realmente.
Sin profesión -dijo la voz de fonógrafo, siseando-. ¿Qué estaba haciendo afuera?
Caminando -dijo Leonard Mead.
¡Caminando!
Sólo caminando -dijo Mead simplemente, pero sintiendo un frío en la cara.
¿Caminando, sólo caminando, caminando?
Sí, señor.
¿Caminando hacia dónde? ¿Para qué?
Caminando para tomar aire. Caminando para ver.
¡Su dirección!
Calle Saint James, once, sur.
¿Hay aire en su casa, tiene usted acondicionador de aire, señor Mead?
Sí.
¿Y tiene usted televisor?
No.
¿No?
Se oyó un suave crujido que era en sí mismo una acusación.
¿Es usted casado, señor Mead?
No.
No es casado -dijo la voz de la policía detrás del rayo brillante.
La luna estaba alta y brillaba entre las estrellas, y las casas eran grises y silenciosas.
Nadie me quiere -dijo Leonard Mead con una sonrisa.
¡No hable si no le preguntan!
eonard Mead esperó en la noche fría.
¿Sólo caminando, señor Mead?
Sí.
Pero no ha dicho para qué.
Lo he dicho; para tomar aire, y ver, y caminar simplemente.
¿Ha hecho esto a menudo?
Todas las noches durante años.
El coche de policía estaba en el centro de la calle, con su garganta de radio que zumbaba débilmente.
Bueno, señor Mead -dijo el coche.
¿Eso es todo? -preguntó Mead cortésmente.
Sí -dijo la voz-. Acérquese. -Se oyó un suspiro, un chasquido. La portezuela trasera del coche se abrió de par en par-. Entre.
Un minuto. ¡No he hecho nada!
Entre.
¡Protesto!
Señor Mead...
Mead entró como un hombre que de pronto se sintiera borracho. Cuando pasó junto a la ventanilla delantera del coche, miró adentro. Tal como esperaba, no había nadie en el asiento delantero, nadie en el coche.
Entre.
Mead se apoyó en la portezuela y miró el asiento trasero, que era un pequeño calabozo, una cárcel en miniatura con barrotes. Olía a antiséptico; olía a demasiado limpio y duro y metálico. No había allí nada blando.
Si tuviera una esposa que le sirviera de coartada... -dijo la voz de hierro-. Pero...
¿Hacia dónde me llevan?
El coche titubeó, dejó oir un débil y chirriante zumbido, como si en alguna parte algo estuviese informando, dejando caer tarjetas perforadas bajo ojos eléctricos.
Al Centro Psiquiátrico de Investigación de Tendencias Regresivas.
Mead entró. La puerta se cerró con un golpe blando. El coche policía rodó por las avenidas nocturnas, lanzando adelante sus débiles luces.
Pasaron ante una casa en una calle un momento después. Una casa más en una ciudad de casas oscuras. Pero en todas las ventanas de esta casa había una resplandeciente claridad amarilla, rectangular y cálida en la fría oscuridad.
Mi casa -dijo Leonard Mead.
Nadie le respondió.
El coche corrió por los cauces secos de las calles, alejándose, dejando atrás las calles desiertas con las aceras desiertas, sin escucharse ningún otro sonido, ni hubo ningún otro movimiento en todo el resto de la helada noche de noviembre.



Actividad: reflexione en relación a este cuento, y exprese si esta ficción nos habla de nuestra realidad actual.

LA COMA Y EL PUNTO

La COMA Y EL PUNTO ×la dificultad está marcada con * (asteriscos). REPONGA PUNTOS Y COMAS Tenga en cuenta que donde está elidido (aus...