Carlos Pablo Cocciolo

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domingo, 17 de marzo de 2019

propuesta de enseñanza Lengua y Literatura







Fundamentación y objetivos

La literatura habla/muestra situaciones de vida. Situaciones de las que formamos parte o no. Que reflejan conflictos de la vida diaria, y modos de resolver.
La elección de textos para este año busca mostrar representaciones de situaciones de la vida diaria, con sus personajes, sus diálogos, sus espacios, sus tiempos. Cada texto en boca de un autor, con un lenguaje y un vocabulario, y una ideología.
Nuestro objetivo será desandar estos textos. Se espera poder emplear todas las estrategias de descodificación, estimulando capacidades de comprensión lectora, en función de analizar los textos: lo que dicen, lo que callan, lo que refuerzan, lo que problematizan.
Será eje principal el desarrollo de la comprensión lectora: cómo se organiza el texto, qué temas aborda, qué lenguaje se emplea, qué situaciones muestra, las ideas principales que transmite el texto.
Por otra parte, se hará hincapié en el desarrollo de capacidades de escritura/redacción. Se espera que el alumno pueda plasmar por escrito sus ideas, de acuerdo con la normativa vigente. Para eso se trabajará con cuestionarios en relación a los textos, y propuestas de redacción que permitan al alumno tener más confianza y seguridad a la hora de escribir un texto.


TABLA DE CONTENIDOS


1.      LA COMUNICACIÓN. GéNEROS DISCURSIVOS (FORMATOS TEXTUALES)
2.      CUENTO “¿CÓMO VUELVO?” DE HEBE UHART
3.      CUENTO: “LA FIESTA AJENA” DE LILIANA HEKER Y “CABECITA NEGRA” DE GERMÁN ROZENMACHER
4.      GRAMÁTICA Y SINTAXIS
5.      TILDACIÓN Y PUNTUACIÓN
6.      EL MITO DE EDIPO
7.      CUENTO: “EL CORAZÓN DELATOR” DE E. POE.
8.      TEATRO: “LA ISLA DESIERTA” DE R. ARLT
9.      TEATRO: “VENECIA” DE JORGE ACCAME
10.  CUENTO: “LA CASA DE ASTERIÓN” O “EMMA ZUNZ” O “LA ROSA” (POEMA) DE BORGES
11.  El texto INSTRUCTIVO
12.  Textos de DE JULIO CORTÁZAR
13.  CIENCIA FICCIÓN “EL PEATÓN” DE RAY BRADBURY








LA COMUNICACIÓN. GéNEROS DISCURSIVOS (FORMATOS TEXTUALES)

Teoría de la comunicación:

Para debatir: ¿cómo definirías la comunicación?
El acto comunicativo consiste en un proceso de intercambio o de transmisión de información, mensajes, ideas, significados o contenidos a través de signos, símbolos o representaciones entre sujetos que interaccionan con la finalidad de influir en la conducta y en la estructura cognitiva del receptor. Este proceso de intercambio o transferencia de contenidos puede responder a funciones distintas: informar, entretener, estimular, persuadir, etc.

Según el lingüista Jackobson se pueden abstraer partes o elementos en el proceso comunicativo:
Código:
Emisor……(canal)……………Mensaje………(canal)………………Receptor
Referente:
A partir de este cuadro podemos inferir que el emisor es quien emite el mensaje hacia un receptor por medio de un canal,  y que este mensaje, expresado en un código, refiere a algún aspecto de la realidad (referente), con una finalidad comunicativa.

Teniendo en cuenta este marco teórico general, debemos tener en cuenta que:

El emisor puede ser individual, colectivo o múltiple (diferentes emisores jerarquizados): una persona hablando, un autor de un libro, una empresa, un político en representación de un partido, un programa de televisión, un líder de una secta.

El canal, es el medio sensible en el que se transfiere el mensaje: auditivo, táctil, visual, olfativo, gustativo.

El receptor (o destinatario) puede ser individual, colectivo o múltiple (dirigido a diferentes destinatarios).

El código es el modo en que se cifra el mensaje, y éste puede ser muy variado: lenguaje de señas, lengua oral, lengua escrita, sistema de luces (como en el semáforo), sistema braile, sistema binario, sistema matemático, por medio de imágenes (como en el cine mudo), sistemas de escritura, alfabético, silábico, jeroglífico, ideográficos o simbólicos, etc. Él código siempre es social, mínimamente debe ser conocido, construido o compartido por dos agentes.

El mensaje es todo lo que dice un emisor  o varios. Puede ser breve o extenso, constituido por una palabra o miles: una marca de un producto, un libro, una canción, una causa penal, un tratado, una obra de teatro, una telenovela, etc.  Para que un mensaje sea considerado como tal tiene que haber por lo menos un receptor que lo pueda decodificar o entender y el mensaje debe tener sentido, cohesión (conexión entre los signos) coherencia interna y finalidad, estructurado en algún formato textual o género discursivo.
Hay que considerar que cuando el receptor responde (si fuera posible) al emisor, el receptor se transforma en emisor. Por lo tanto,  el esquema se retroalimenta constantemente, sino más que una teoría comunicativa solo sería expresiva

El referente está vinculado con el contexto o algún aspecto de la realidad en la que están sumergidos tanto el emisor como el receptor.

La Situación comunicativa: hace referencia a todo el conjunto de los elementos relacionados entre sí. Es fundamental entender que en una situación comunicativa se juegan roles y relaciones de poder, con lo cual la relación emisor/receptor puede ser simétrica  (relación entre iguales) o asimétrica (relación jerarquizada y/o de dominación).

Tener presente estas categorías abstractas a la hora de analizar un texto es fundamental para comprender lo que se está diciendo. “Lo que se diga” tendrá que ver con ¿quién/es lo dicen? ¿Cómo lo dice? ¿A quién/es está dirigido? ¿Desde dónde lo dice? (contexto de enunciación) ¿Para qué lo dice? (finalidad del texto) ¿Por qué lo dice por este canal y no por otro? (estrategias de comunicación).

.


Los géneros discursivos

El género discursivo es el formato que adopta el texto. Dependiendo del ámbito social, los mensajes adoptan distintas formas. Por ej., en un ámbito administrativo circularán actas, cartas, folletos, planillas de cálculo; en un  ámbito judicial: causas, defensas; en un ámbito escolar: cuentos, planillas de asistencia, manuales; en un ámbito festivo: canciones, saludos, invitaciones, suvenires; en un ámbito religioso: cantos, himnos, salmos, rezos, oraciones, mantras, testimonios, homilía; en el ámbito mediático: shows, telenovelas, series, informativos, documentales, publicidades, realitys, programas de cocina, películas, cortos.


En música también encontramos la misma clasificación: la cumbia, la salsa, el reggaetón, la música clásica, el rock, mantras, himnos, alabanzas. Cada género tiene sus formas relativamente estables, fácil de identificar, con una forma más o menos parecida. Los géneros tienen marcados o delimitados sus ámbitos sociales.

En cine existe también una clasificación por género: de terror, de acción, ciencia ficción, comedia, drama.

En otras palabras, los géneros discursivos están estructurados u organizados presentando un determinado formato.
Por ejemplo: un cuento tiene:
·         introducción,
·         nudo
·         desenlace,
·         hechos ordenados cronológicamente,
·         personajes y espacios en donde transcurre la acción.
·          
Las estructuras genéricas muchas veces son fácilmente reconocibles, puesto que los géneros se internalizan con el uso y la frecuencia del uso. Por ejemplo, en un golpe de vista, notamos cuando estamos presentes de un poema (porque es breve y está escrito en verso) o un boleto, o una carta.

Muchas veces se plantea el problema de clasificar algo en relación a su género, porque los géneros se mezclan, se absorben,  se fusionan dado que  los espacios sociales están en continua interacción. Por ejemplo, si transformo una receta de cocina en una canción para niños, o transformo un cuento en una novela.

Desde esta teoría, se habla también de géneros primarios y géneros secundarios. Los primarios son estructuras simples, básicas, de poca extensión (publicidad, saludo, aviso, un ringtone; mientras que los géneros secundarios son capaces de absorber muchos géneros primarios: un show televisivo, una página de internet, una novela, un diario mediático, una enciclopedia.


En la música en más fácil notarlo: una canción de navidad transformada en cumbia o en clásica.


Cabe destacar que la literatura (relatos, poemas, teatro) y muchos otros géneros discursivos combinan o incorporan a otros géneros: textos científicos, cartas, poemas, chistes, historias, definiciones, etc.



Actividad: identifique características de los siguientes géneros discursivos:
Libro de actas- artículo de enciclopedia- novela- cuento- reseña- artículo periodístico- artículo de opinión – reportaje – Manual de instrucciones – resumen – discurso político– trabajo de investigación - saludo– catálogo – historieta – invitación – carta profesional – currículum – carta de reclamación –denuncia policial - canción – poema – factura – nota de cuaderno de comunicados – boleto – horario de trenes – definición de diccionario -  constitución nacional – refrán – fábula – chisme – encuesta – entrevista – obra de teatro – cartel – folleto – programa radial –película –autobiografía-– biografía - carta o epístola –historieta – refranero- cómics- minicuento- corto- graffiti- show- prólogo – portada – recomendación –horóscopo – canción -PROGRAMA de radio - correo electrónico –decreto -informe de lectura – definición – reportaje – comentario – crítica - diccionario – glosario – multiplechoise - gráficos (de torta, de niveles) –propagandas - Plegaria – epitafios –



¿Cómo están escritos?/ ¿Cómo se estructuran?/ ¿Dónde circulan? / ¿Qué función desempeñan?/ ¿Para qué pueden servir?/ ¿Qué información presentan? / ¿Quién los produce? / ¿Quién los recibe? /¿Sobre qué tratan?
Género
estructura
Ámbito de circulación
finalidad
Emisor/es
Receptor/es
o destinatario/s
canal
Trama textual
características






CUENTO “¿CÓMO VUELVO?” DE HEBE UHART
Yo no soy muy suelta de lengua y no crea que lo que le cuento a usted lo puedo decir por ahí, y menos en mi pueblo: se lo cuento a usted porque es una desconocida; si le contara a alguien de allá, en dos minutos estoy perdida. Yo vivo en una calle que da a la ruta; allí, mi marido y yo tenemos una estación de servicio; va bien, gracias a Dios; él es un buen hombre y no me deja faltar nada: tengo mi heladera, mi televisión y un cochecito usado: lo movemos poco. Los chicos se fueron a vivir a Venado Tuerto, para estudiar el secundario. Entre mi marido y yo atendemos la estación de servicio. Yo también atiendo la escuela: vengo a ser maestra, directora y portera, tengo en total diez alumnos. Donde vivo, son cuatro cuadras con casas; en invierno a las ocho de la noche están todos adentro. Y ahora que estoy lejos y lo veo desde acá, no me explico cómo pude vivir veinte años en ese lugar. Yo no tendría que extrañar, porque nací en un lugar parecido, cerca de la ruta; pasaban y pasaban los autos por la ruta y yo los miraba parada en una tranquerita, y deseaba tanto -inconsciencia de criatura- que algún auto me llevara. Yo no pensaba en ningún lado especial: cualquiera. Me paraba en la tranquera para que me vieran, y decía: «Alguien me va a mirar». Los autos pasaban como una exhalación y yo tardé mucho en darme cuenta de que nadie me miraba ni me iba a mirar, y cuando me sentí ahí plantada, sola, era como una especie de desilusión. Por eso, yo ya debía de haber estado curtida, pero al principio, cuando me casé, también me resentí. Me acuerdo que al principio un día pensé: « ¿Y si se incendia la estación de servicio? Un incendio grande, digamos. Necesariamente tendremos que ir a vivir a otro lado». Pero yo ya era grande y una entra en razones, sabe que son malos pensamientos, los sabe apartar. Nunca le dije eso a mi marido: él tiene otro ánimo, es más parejo, siempre está conforme y eso que no tiene vicios. Pero últimamente, después de tantos años de estar ahí, me volvió un poco de esa tristeza de cuando me casé, y en invierno a la noche miro afuera; no hay un alma y me da un no sé qué. Por eso cuando llegó la carta donde nos decía que habíamos sido sorteados para ir a Embalse -yo y los chicos de la escuela- tardé un poco en mostrársela a mi marido, en parte porque estaba tan confundida que no creía que fuera cierto. El me reprochó después por qué no se lo dije enseguida. Y yo hice ver como que no me importaba mucho, no fuera que si hacía ver que me importaba mucho se arruinara el viaje. Aparte a mí me gusta la gente ubicada, sensata, tranquila: hasta por televisión se da cuenta una de cómo es la gente: miro a los actores y a los artistas y ya veo si son personas confiables, responsables o, hablando mal y pronto, si son un tiro al aire. En la carta decía que había que llevar ropa deportiva, pero yo pensé que debía llevar un vestido, y como hubo que preparar la ropa de los chicos de la escuela, me traje un vestido ni fu ni fa. Como usted ve, tengo la cara curtida por el viento; no, las manos están así de lavar.
Cuando viene la noche y yo ya terminé de hacer todo, antes de ver televisión me pongo a lavar. Allá al atardecer es tan triste que yo a veces quisiera apurar al tiempo, que se haga de noche de una vez. Entonces digo: «Tengo que hacer algo útil». Y me pongo a lavar o a ordenar. Al atardecer me vienen esos pensamientos tristes que ni me distrae la televisión. Bueno, cuando llegué acá a Embalse, nunca hubiera supuesto que en el mundo había una cosa así. Yo acá en Embalse viviría toda la vida: no volvería más. El primer día que llegué me encontré perdida en esta planicie llena de gente. No hablamos con nadie, pero supimos que había porteños, entrerrianos, salteños, chaqueños y de tantos otros lugares.
Recorrimos todo el lugar para ver dónde se compraban los alfajores y las postales -no como el negocio de allá, acá son negocios y negocios todos juntos-, hileras de burros y caballos con sus cuidadores, llenas las hamacas y los subibajas y todos los grupos haciendo gimnasia.
Después hablé con los maestros chaqueños; ellos se acercaron a hablar y me dijeron que para ellos era una delicia estar ahí porque les servían de comer y aparte no tenían que ir a la escuela; ellos hacían tres horas a pie de ida y tres de vuelta; por el camino paraban y tomaban mate, y también hacían sus necesidades. «Tranquilos -me dijeron-, no como esos porteños», y señalaron a la coordinadora del grupo de la Capital, «que van siempre apurados». Yo ya me había fijado en esa coordinadora, que de lejos me pareció una jovencita y de cerca vi que podía tener mi edad; eso sí, con las manos de una criatura y el pelo largo.
Ella se mueve como si nadie la fuera a mirar y como si no le importara de nada, anda en subibaja y no come toda la comida que le dan en el comedor, come de una bolsa propia. A ella yo le oí decir al pasar, como si fuera algo malo: «Esa gente que tiene el televisor todo el día prendido en la casa», y yo pensé: yo lo tengo prendido todo el día, pero es para compañía. Aunque a veces no lo apago porque pienso: «Ahora va a venir algo hermoso, no sea que lo pierda». Y los chicos porteños que lleva ella, ellos inventaron un sistema para comunicarse de cuarto a cuarto; desde el primer día ellos fueron solos a comprar alfajores y ellos mismos hablaban con el cuidador para andar a caballo y le pagaban. Yo les decía a los chicos míos: «No se alejen». Ni falta que hacía, porque al principio no hicieron más que mirar, como yo. También, con todo lo que hay, esos concursos de juegos; no sé si usted estuvo en la guitarreada al aire libre que hicieron los maestros de Mendoza; yo estaba tan contenta y por otro lado me agarraba una tristeza al pensar «¿cómo fue que yo no sabía que había una cosa así?». Me agarró tristeza por los años perdidos. Bueno, hace tres noches, usted no se debe haber enterado porque no la vi, había una guitarreada en el café, con vino y empanadas. Dejé a los chicos al cuidado de Aníbal, el mayor, y me fui con los otros maestros al café. Fueron también las instructoras de los chicos de la villa, que no sé cómo los aguantan, pobres: ellas pasaron agachadas a la altura del dormitorio de los chicos y uno las reconoció: enseguida todos gritaron desde la ventana del dormitorio: «Putas, putas». Y pensar que esas chicas los instruyen por idealismo. Yo me fui con el vestido y después me sentí un poco desubicada: todos fueron de jogging y zapatillas. ¡Cuánta juventud! Toda con guitarra y con canciones nuevas y viejas, tanto ponían un bolero como esas canciones de a desalambrar, a desalambrar. Yo me puse a conversar con un profesor de gimnasia, más joven que yo. Yo no sé hasta el día de hoy cómo fue que me acosté con él. Nunca en veinte años de casada le fui infiel a mi marido, nunca conocí a otro hombre. Y yo quiero que me comprenda bien: yo no soy ninguna descocada ni tampoco una mujer desubicada; le tengo gran estima a mi marido y por suerte nunca va a enterar de lo que pasó: pero yo con el profesor de gimnasia conocí otra cosa, como si se me hubiera abierto la cabeza, como si hubiera entrado en otra dimensión. Estaba él con su jogging azul -ni siquiera le podría decir si él era lindo o no; recuerdo que me dijo que era una mujer interesante, cosa que no creí- y por lo poco que sé de la vida, siempre me di cuenta de que era una aventura y nada más. Entiéndame: no me enamoré ni cabe enamorarse a mi edad, y además, mirándolo fríamente a mi profesor de gimnasia, hasta podría ser que tuviera pinta de haragán. Jamás me casaría con un hombre así. Después él me buscó y yo no quise saber nada de él: ya tenía suficiente para pensar. ¿Sabe en lo que yo pienso? En cómo vuelvo yo a mi pueblo. Estoy acá, hablo con los maestros salteños, que me cuentan su pobre vida de allá, más pobre que la mía; escucho el altavoz y pienso que si en este lugar hay un mundo cuánto más habrá más allá, en todos lados, y ahora que estamos por volver, no hago más que preguntarme: ¿cómo vuelvo yo a mi pueblo?

(subrayados míos)
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Nota del profesor: en este texto podemos ver un relato simple, de una persona “común”. No hay complejidades en el discurso, sino más bien percibimos un texto provisto de un fuerte formato AUTOBIOGRAFÍA, al mismo tiempo que el texto toma la forma de anécdota. El texto matiza con otros dos géneros: LA CONFESIÓN (como modo de aliviar la culpa, manifestación discursiva propia de la iglesia y otros métodos de curación) y se puede traslucir algo de índole FILOSÓFICO-REFLEXIVO,  que es la propuesta total del texto, con ese interrogante que abre y cierra el texto “¿cómo vuelvo?”, es decir, cómo se vuelve a una situación anterior, luego de haber transitado otra realidad, mejor, más completa, seductora.
A continuación les dejo unos interrogantes para responder, en virtud de des-andar el texto y ver cómo funciona:

1.      Registre las diferencias CAMPO/ CIUDAD, y construya un cuadro comparativo en función de la información del texto.


campo
Ciudad
Descripción de espacio


Sujetos que viven


Figura de la mujer


Figura del hombre


Sentimientos




a)      ¿de qué se da cuenta la protagonista?
b)      ¿cómo se siente ella frente a los otros?
c)      ¿a quién le cuenta la historia y por qué?
d)      ¿a qué hace referencia el texto?
e)      Busque expresiones que definan psicológicamente al personaje protagonista.
f)       Busque frases hechas en el texto. ¿qué relación guardan con la psicología del personaje?
g)      Marque con cruz los temas que aparecen en la obra:
___ el amor ___ la culpa ___la venganza ___el odio ___la piedad ___el rencor ___el compañerismo  ___la solidaridad ___la muerte ___la vida  ___el amor carnal ___la prostitución ___el machismo ___el feminismo ___el sueño  ___la ficción ___el lenguaje vulgar ___la cultura ___el pacifismo  ___la huida ___la ilusión ___el crimen ___el conocimiento ___la alegría ___el malestar  ___ la apariencia  ___el deseo  ___la pobreza  ___el conformismo ___la diversidad sexual  ___la nostalgia  ___la mentira  ___el engaño  ___la tragedia  ___la religión

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CUENTO: La fiesta ajena. LILIANA HEKER

Nomás llegó, fue a la cocina a ver si estaba el mono. Estaba y eso la tranquilizó: no le hubiera gustado nada tener que darle la razón a su madre. ¿Monos en un cumpleaños?, le había dicho; ¡por favor! Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen. Estaba enojada pero no era por el mono, pensó la chica: era por el cumpleaños.
No me gusta que vayas -le había dicho-. Es una fiesta de ricos.
Los ricos también se van al cielo-dijo la chica, que aprendía religión en el colegio.
Qué cielo ni cielo -dijo la madre-. Lo que pasa es que a usted, m’hijita, le gusta cagar más arriba del culo.
A la chica no le parecía nada bien la manera de hablar de su madre: ella tenía nueve años y era una de las mejores alumnas de su grado.
Yo voy a ir porque estoy invitada -dijo-. Y estoy invitada porque Luciana es mi amiga. Y se acabó.
Ah, sí, tu amiga -dijo la madre. Hizo una pausa-. Oíme, Rosaura -dijo por fin-, ésa no es tu amiga. ¿Sabés lo que sos vos para todos ellos? Sos la hija de la sirvienta, nada más.
Rosaura parpadeó con energía: no iba a llorar.
Callate -gritó-. Qué vas a saber vos lo que es ser amiga.
Ella iba casi todas las tardes a la casa de Luciana y preparaban juntas los deberes mientras su madre hacía la limpieza. Tomaban la leche en la cocina y se contaban secretos. A Rosaura le gustaba enormemente todo lo que había en esa casa. Y la gente también le gustaba.
Yo voy a ir porque va a ser la fiesta más hermosa del mundo, Luciana me lo dijo. Va a venir un mago y va a traer un mono y todo.
La madre giró el cuerpo para mirarla bien y ampulosamente apoyó las manos en las caderas.
¿Monos en un cumpleaños? -dijo-. ¡Por favor! Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen.
Rosaura se ofendió mucho. Además le parecía mal que su madre acusara a las personas de mentirosas simplemente porque eran ricas. Ella también quería ser rica, ¿qué?, si un día llegaba a vivir en un hermoso palacio, ¿su madre no la iba a querer tampoco a ella? Se sintió muy triste. Deseaba ir a esa fiesta más que nada en el mundo.
Si no voy me muero -murmuró, casi sin mover los labios.
Y no estaba muy segura de que se hubiera oído, pero lo cierto es que la mañana de la fiesta descubrió que su madre le había almidonado el vestido de Navidad. Y a la tarde, después que le lavó la cabeza, le enjuagó el pelo con vinagre de manzanas para que le quedara bien brillante. Antes de salir Rosaura se miró en el espejo, con el vestido blanco y el pelo brillándole, y se vio lindísima.
La señora Inés también pareció notarlo. Apenas la vio entrar, le dijo:
Qué linda estás hoy, Rosaura.
Ella, con las manos, impartió un ligero balanceo a su pollera almidonada: entró a la fiesta con paso firme. Saludó a Luciana y le preguntó por el mono. Luciana puso cara de conspiradora; acercó su boca a la oreja de Rosaura.
Está en la cocina -le susurró en la oreja-. Pero no se lo digas a nadie porque es un secreto.
Rosaura quiso verificarlo. Sigilosamente entró en la cocina y lo vio. Estaba meditando en su jaula. Tan cómico que la chica se quedó un buen rato mirándolo y después, cada tanto, abandonaba a escondidas la fiesta e iba a verlo. Era la única que tenía permiso para entrar en la cocina, la señora Inés se lo había dicho: ‘Vos sí pero ningún otro, son muy revoltosos, capaz que rompen algo”. Rosaura, en cambio, no rompió nada. Ni siquiera tuvo problemas con la jarra de naranjada, cuando la llevó desde la cocina al comedor. La sostuvo con mucho cuidado y no volcó ni una gota. Eso que la señora Inés le había dicho: “¿Te parece que vas a poder con esa jarra tan grande?”. Y claro que iba a poder: no era de manteca, como otras. De manteca era la rubia del moño en la cabeza. Apenas la vio, la del moño le dijo:
¿Y vos quién sos?
Soy amiga de Luciana -dijo Rosaura.
No -dijo la del moño-, vos no sos amiga de Luciana porque yo soy la prima y conozco a todas sus amigas. Y a vos no te conozco.
Y a mí qué me importa -dijo Rosaura-, yo vengo todas las tardes con mi mamá y hacemos los deberes juntas.
¿Vos y tu mamá hacen los deberes juntas? -dijo la del moño, con una risita.
Yo y Luciana hacemos los deberes juntas -dijo Rosaura, muy seria.
La del moño se encogió de hombros.
Eso no es ser amiga -dijo-. ¿Vas al colegio con ella?
No.
¿Y entonces de dónde la conocés? -dijo la del moño, que empezaba a impacientarse.
Rosaura se acordaba perfectamente de las palabras de su madre. Respiró hondo:
Soy la hija de la empleada -dijo.
Su madre se lo había dicho bien claro: Si alguno te pregunta, vos le decís que sos la hija de la empleada, y listo. También le había dicho que tenía que agregar: y a mucha honra. Pero Rosaura pensó que nunca en su vida se iba a animar a decir algo así.
Qué empleada-dijo la del moño-. ¿Vende cosas en una tienda?
No -dijo Rosaura con rabia-, mi mamá no vende nada, para que sepas.
¿Y entonces cómo es empleada? -dijo la del moño.
Pero en ese momento se acercó la señora Inés haciendo shh shh, y le dijo a Rosaura si no la podía ayudar a servir las salchichitas, ella que conocía la casa mejor que nadie.
Viste -le dijo Rosaura a la del moño, y con disimulo le pateó un tobillo.
Fuera de la del moño todos los chicos le encantaron. La que más le gustaba era Luciana, con su corona de oro; después los varones. Ella salió primera en la carrera de embolsados y en la mancha agachada nadie la pudo agarrar. Cuando los dividieron en equipos para jugar al delegado, todos los varones pedían a gritos que la pusieran en su equipo. A Rosaura le pareció que nunca en su vida había sido tan feliz.
Pero faltaba lo mejor. Lo mejor vino después que Luciana apagó las velitas. Primero, la torta: la señora Inés le había pedido que la ayudara a servir la torta y Rosaura se divirtió muchísimo porque todos los chicos se le vinieron encima y le gritaban “a mí, a mí”. Rosaura se acordó de una historia donde había una reina que tenía derecho de vida y muerte sobre sus súbditos. Siempre le había gustado eso de tener derecho de vida y muerte. A Luciana y a los varones les dio los pedazos más grandes, y a la del moño una tajadita que daba lástima.
Después de la torta llegó el mago. Era muy flaco y tenía una capa roja. Y era mago de verdad. Desanudaba pañuelos con un solo soplo y enhebraba argollas que no estaban cortadas por ninguna parte. Adivinaba las cartas y el mono era el ayudante. Era muy raro el mago: al mono lo llamaba socio. “A ver, socio, dé vuelta una carta”, le decía. “No se me escape, socio, que estamos en horario de trabajo”.
La prueba final era la más emocionante. Un chico tenía que sostener al mono en brazos y el mago lo iba a hacer desaparecer.
¿Al chico? -gritaron todos.
¡Al mono! -gritó el mago.
Rosaura pensó que ésta era la fiesta más divertida del mundo.
El mago llamó a un gordito, pero el gordito se asustó enseguida y dejó caer al mono. El mago lo levantó con mucho cuidado, le dijo algo en secreto, y el mono hizo que sí con la cabeza.
No hay que ser tan timorato, compañero -le dijo el mago al gordito.
¿Qué es timorato? -dijo el gordito.
El mago giró la cabeza hacia uno y otro lado, como para comprobar que no había espías.
Cagón -dijo-. Vaya a sentarse, compañero.
Después fue mirando, una por una, las caras de todos. A Rosaura le palpitaba el corazón.
A ver, la de los ojos de mora -dijo el mago. Y todos vieron cómo la señalaba a ella.
No tuvo miedo. Ni con el mono en brazos, ni cuando el mago hizo desaparecer al mono, ni al final, cuando el mago hizo ondular su capa roja sobre la cabeza de Rosaura, dijo las palabras mágicas... y el mono apareció otra vez allí, lo más contento, entre sus brazos. Todos los chicos aplaudieron a rabiar. Y antes de que Rosaura volviera a su asiento, el mago le dijo:
Muchas gracias, señorita condesa.
Eso le gustó tanto que un rato después, cuando su madre vino a buscarla, fue lo primero que le contó.
Yo lo ayudé al mago y el mago me dijo: “muchas gracias, señorita condesa”.
Fue bastante raro porque, hasta ese momento, Rosaura había creído que estaba enojada con su madre. Todo el tiempo había pensado que le iba a decir: “Viste que no era mentira lo del mono”. Pero no. Estaba contenta, así que le contó lo del mago.
Su madre le dio un coscorrón y le dijo:
Mírenla a la condesa.
Pero se veía que también estaba contenta.
Y ahora estaban las dos en el hall porque un momento antes la señora Inés, muy sonriente, había dicho: “Espérenme un momentito”.
Ahí la madre pareció preocupada.
¿Qué pasa? -le preguntó a Rosaura.
Y qué va a pasar -le dijo Rosaura-. Que fue a buscar los regalos para los que nos vamos.
Le señaló al gordito y a una chica de trenzas, que también esperaban en el hall al lado de sus madres. Y le explicó cómo era el asunto de los regalos. Lo sabía bien porque había estado observando a los que se iban antes. Cuando se iba una chica, la señora Inés le regalaba una pulsera. Cuando se iba un chico, le regalaba un yo-yo. A Rosaura le gustaba más el yo-yo porque tenía chispas, pero eso no se lo contó a su madre. Capaz que le decía: “Y entonces, ¿por qué no le pedís el yo-yo, pedazo de sonsa?”. Era así su madre. Rosaura no tenía ganas de explicarle que le daba vergüenza ser la única distinta. En cambio le dijo: -Yo fui la mejor de la fiesta.
Y no habló más porque la señora Inés acababa de entrar en el hall con una bolsa celeste y una bolsa rosa.
Primero se acercó al gordito, le dio un yo-yo que había sacado de la bolsa celeste, y el gordito se fue con su mamá. Después se acercó a la de trenzas, le dio una pulsera que había sacado de la bolsa rosa, y la de trenzas se fue con su mamá.
Después se acercó a donde estaban ella y su madre. Tenía una sonrisa muy grande y eso le gustó a Rosaura. La señora Inés la miró, después miró a la madre, y dijo algo que a Rosaura la llenó de orgullo. Dijo:
Qué hija que se mandó, Herminia. Por un momento, Rosaura pensó que a ella le iba a hacer los dos regalos: la pulsera y el yo-yo. Cuando la señora Inés inició el ademán de buscar algo, ella también inició el movimiento de adelantar el brazo. Pero no llegó a completar ese movimiento.
Porque la señora Inés no buscó nada en la bolsa celeste, ni buscó nada en la bolsa rosa. Buscó algo en su cartera.
En su mano aparecieron dos billetes. -Esto te lo ganaste en buena ley-dijo, extendiendo la mano-. Gracias por todo, querida.
Ahora Rosaura tenía los brazos muy rígidos, pegados al cuerpo, y sintió que la mano de su madre se apoyaba sobre su hombro. Instintivamente se apretó contra el cuerpo de su madre. Nada más. Salvo su mirada. Su mirada fría, fija en la cara de la señora Inés.
La señora Inés, inmóvil, seguía con la mano extendida. Como si no se animara a retirarla. Como si la perturbación más leve pudiera desbaratar este delicado equilibrio.
……………………………………


En este relato que comienza en medio de una situación (cumpleaños de Luciana) observamos dinámicas que diferencian personas según su STATUS económico. Este status está marcado por conductas, modos de ser, modos de mostrarse, modos de pensar. Pensemos las diferencias entre los personajes:






CARACTERÍSTICAS
ROSAURA
LUCIANA
HERMINIA
INÉS





























a)      ¿qué conflictos están presentes en el relato?
b)      ¿cómo está presentada la niñez?
c)      Escriba una reflexión acerca de lo que muestra el texto.




Cabecita Negra  de Germán Rozenmacher


A Raúl Kruschovsky
El señor Lanari no podía dormir. Eran las tres y media de la mañana y fumaba enfurecido, muerto de frío acodado en ese balcón del tercer piso, sobre la calle vacía, temblando encogido dentro del sobretodo de solapas levantadas. Después de dar vueltas y vueltas en la cama, de tomar pastillas y de ir y venir por la casa frenético y rabioso como un león enjaulado, se había vestido como para salir y hasta se había lustrado los zapatos.
Y ahí estaba ahora, con los ojos resecos, los nervios tensos, agazapado escuchando el invisible golpeteo de algún caballo de carro de verdulero cruzando la noche, mientras algún taxi daba vueltas a la manzana con sus faros rompiendo la neblina, esperando turno para entrar al amueblado de la calle Cangallo, y un tranvía 63 con las ventanillas pegajosas, opacadas de frío, pasaba vacío de tanto en tanto, arrastrándose entre las casas de uno o dos a siete pisos y se perdía, entre los pocos letreros luminosos de los hoteles, que brillaban mojados, apenas visibles, calle abajo.
Ese insomnio era una desgracia. Mañana estaría resfriado y andaría abombado como un sonámbulo todo el día. Y además nunca había hecho esa idiotez de levantarse y vestirse en plena noche de invierno nada más que para quedarse ahí, fumando en el balcón. ¿A quién se le ocurría hacer esas cosas? Se encogió de hombros, angustiado. La noche se había hecho para dormir y se sentía viviendo a contramano. Solamente él se sentía despierto en medio del enorme silencio de la ciudad dormida. Un silencio que lo hacía moverse con cierto sigiloso cuidado, como si pudiera despertar a alguien. Se cuidaría muy bien de no contárselo a su socio de la ferretería porque lo cargaría un año entero por esa ocurrencia de lustrarse los zapatos en medio de la noche. En este país donde uno aprovechaba cualquier oportunidad para joder a los demás y pasarla bien a costillas ajenas había que tener mucho cuidado para conservar la dignidad. Si uno se descuidaba lo llevaban por delante, lo aplastaban como a una cucaracha. Estornudó. Si estuviera su mujer ya le habría hecho uno de esos tes de yuyos que ella tenía y santo remedio. Pero suspiró desconsolado. Su mujer y su hijo se habían ido a pasar el fin de semana a la quinta de Paso del Rey llevándose a la sirvienta así que estaba solo en la casa. Sin embargo pensó, no le iban tan mal las cosas. No podía qúejarse de la vida. Su padre había sido un cobrador de la luz -un inmigrante que se había muerto de hambre sin haber llegado a nada. El señor Lanari había trabajado como un animal y ahora tenía esa casa del tercer piso cerca del Congreso, en propiedad horizontal y hacía pocos meses había comprado el pequeño Renault que ahora estaba abajo, en el garaje y había gastado una fortuna en los hermosos apliques cromados de las portezuelas. La ferretería de la Avenida de Mayo iba muy bien y ahora tenía también la quinta de fin de semana donde pasaba las vacaciones. No no podía quejarse. Se daba todos los gustos. Pronto su hijo se recibiría de abogado y seguramente se casaría con alguna chica distinguida. Claro que había tenido que hacer muchos sacrificios. En tiempos como éstos donde los desórdenes políticos eran la rutina había estado varias veces al borde de la quiebra. Palabra fatal que significaba el escándalo, la ruina, la pérdida de todo. Había tenido que aplastar muchas cabezas para sobrevir porque si no, hubieran hecho lo mismo con él. Así era la vida. Pero había salido adelante. Además cuando era joven tocaba el violín y no había cosa que le gustase más en el mundo. Pero vio por delante un porvenir dudoso y sombrío lleno de humillaciones y miseria y tuvo miedo. Pensó que se debía a sus semejantes, a su familia, que en la vida uno no podía hacer todo lo que quería, que tenía que seguir el camino recto, el camino debido y que no debía fracasar. Y entonces todo lo que había hecho en la vida había sido para que lo llamaran “señor”. Y entonces juntó dinero y puso una ferretería. Se vivía una sola vez y no le había ido tan mal. No señor. Ahí afuera, en la calle, podían estar matándose. Pero él tenía esa casa, su refugio, donde era el dueño, donde se podía vivir en paz, donde todo estaba en su lugar, donde lo respetaban. Lo único que lo desesperaba era ese insomnio. Dieron las cuatro de la mañana. La niebla era más espesa. Un silencio pesado había caído sobre Buenos Aires. Ni un ruido. Todo en calma. Hasta el señor Lanari tratando de no despertar a nadie, fumaba, adormeciéndose.
De pronto una muier gritó en la noche. De golpe. Una mujer aullaba a todo lo que daba como una perra salvaje y pedía socorro sin palabras, gritaba en la neblina, llamaba a alguien, a cualquiera. El señor Lanari dio un respingo, y se estremeció, asustado. La mujer aullaba de dolor en la neblina y parecía golpearlo con sus gritos como un puñetazo. El señor Lanari quiso hacerla callar, era de noche, podía despertar a alguien, había que hablar más bajo. Se hizo un silencio. Y de pronto la mujer gritó de nuevo, reventando el silencio y la calma y el orden, hacienclo escándalo y pidiendo socorro con su aullido visceral de carne y sangre, anterior a las palabras, casi un vagido de niña, desesperado y solo.
El viento siguió soplando. Nadie despertó. Nadie se dio por enterado. Entonces el señor Lanari bajó a la calle y fue en la niebla, a tientas, hasta la esquina. Y allí la vio. Nada más que una cabecita negra sentada en el umbral del hotel que tenía el letrero luminoso “Para Damas” en la puerta, despatarrada y borracha, casi una niña, con las manos caídas sobre la falda, vencida y sola y perdida, y las piernas abiertas bajo la pollera sucia de grandes flores chillonas y rojas y la cabeza sobre el pecho y una botella de cerveza bajo el brazo.
¬Quiero ir a casa, mamá ¬lloraba¬. Quiero cien pesos para el tren para irme a casa.
Era un china que podía ser su sirvienta sentada en el último escalón de la estrecha escalera de madera en un chorro de luz amarilla.
El señor Lanari sintió una vaga ternura, una vaga piedad, se dijo que así eran estos negros, qué se iba a hacer, la vida era dura, sonrio, sacó cien pesos y se los puso arrollados en el gollete de la botella pensando vagamente en la caridad. Se sintió satisfecho. Se quedó mirándola, con las manos en los bolsillos, despreciándola despacio.
¬¿Qué están haciendo ahí ustedes dos? ¬la voz era dura y malévola. Antes que se diera vuelta ya sintio una mano sobre su hombro.
¬A ver, ustedes dos, vamos a la comisaría. Por alterar el orden en la via pública.
El señor Lanari, perplejo, asustado, le sonrió con un gesto de complicidad al vigilante.
¬Mire estos negros, agente, se pasan la vida en curda y después se embroman y hacen barullo y no dejan dormir a la gente.
Entonces se dio cuenta que el vigilante también era bastante morochito pero ya era tarde. Quiso empezar a contar su historia.
¬Viejo baboso ¬dijo el vigilante mirando con odio al hombrecito despectivo, seguro v sobrador que tenía adelante¬. Hacéte el gil ahora.
El voseo golpeó al señor Lanari como un puñetazo.
¬Vamos. En cana.
El señor Lanari parpadeaba sin comprender. De pronto reaccionó violentamente y le gritó al policía.
¬Cuidado señor, mucho cuidado. Esta arbitrariedad le puede costar muy cara. ¿Usted sabe con quién está hablando?¬Había dicho eso como quien pega un tiro en el vacío. El señor Lanari no tenía ningún comisario amigo.
¬Andá, viejito verde, andá, ¿te creés que no me di cuenta que la largaste dura y ahora te querés lavar las manos? ¬ dijo el vigilante y lo agarró por la solapa levantando a la negra que ya había dejado de llorar y que dejaba hacer, cansada, ausente y callada mirando simplemente todo. El señor Lanari temblaba. Estaban todos locos. ¿Qué tenía que ver él con todo eso? Y además ¿qué pasaría si fuera a la comisaría y aclarara todo y entonces no lo creyeran y se complicaran más las cosas? Nunca había pisado una comisaría. Toda su vida había hecho lo posible para no pisar una comisaría. Era un hombre decente. Ese insomnio había tenido la culpa Y no había ninguna garantía de que la policía aclarase todo. Pasaban cosas muy extrañas en los últimos tiempos. Ni siquiera en la policía se podía confiar. No. A la comisaría no. Sería una verguenza inútil.
¬Vea agente. Yo no tengo nada que ver con esta mujer¬ dijo señalándola. Sintió que el vigilante dudaba. Quiso decirle que ahí estaban ellos dos, del lado de la ley y esa negra estúpida que se quedaba callada, para peor, era la única culpable.
De pronto se acercó al agente que era una cabeza más alto que él, y que lo miraba de costado, con desprecio, con duros ojos salvajes, inyectados y malignos, bestiales con grandes bigotes de morsa. Un animal. Otro cabecita negra.
¬Señor agente ¬le dijo en tono confidencial y bajo como para que la otra no escuchara, parada ahí, con la botella vacía como una muñeca, acunándola entre los brazos, cabeceando, ausente como si estuviera tan aplastada que ya nada le importaba.
¬Venga a mi casa, señor agente. Tengo un coñac de primera. Va a ver que todo lo que le digo es cierto.¬Y sacó una tarjeta personal y los documentos y se los mostró¬. Vivo ahí al lado¬gimió casi, manso y casi adulón, quejumbroso, sabiendo que estaba en manos del otro sin tener ni siquiera un diputado para que sacara la cara por él y lo defendiera. Era mejor amansarlo, hasta darle plata y convencerlo para que lo dejara de embromar.
El agente miró el reloj y de pronto, casi alegremente, como si el señor Lanari le hubiera propuesto una gran idea, lo tomó a él por un brazo y a la negrita por otro y casi amistosamente se fue con ellos. Cuando llegaron al departamento el señor Lanari prendió todas las luces y le mostró la casa a las visitas. La negra apenas vio la cama matrimonial se tiró y se quedó profundamente dormida.
Qué espantoso, pensó, si justo ahora llegaba gente, su hijo o sus parientes o cualquiera, y lo vieran ahí, con esos negros, al margen de todo, como metidos en la misma oscura cosa viscosamente sucia; sería un escándalo, lo más horrible del mundo, un escándalo y nadie le creería su explicación y quedaría repudiado, como culpable de una oscura culpa, y yo no hice nada mientras hacía eso tan desusado, ahí a las 4 de la mañana, porque la noche se había hecho para dormir y estaba atrapado por esos negros, él, que era una persona decente, como si fuera una basura cualquiera, atrapado por la locura, en su propia casa.
¬Dame café- dijo el policía y en ese momento el señor Lanari sintió que lo estaban humillando. Toda su vida había trabajado para tener eso, para que no lo atropellaran y así de repente, ese hombre, un cualquiera, un vigilante de mala muerte lo trataba de che, le gritaba, lo ofendía. Y lo que era peor, vio en sus ojos un odio tan frío, tan inhumano, que ya no supo qué hacer. De pronto pensó que lo mejor sería ir a la comisaría porque aquel hombre podría ser un asesino disfrazado de policía que había venido a robarlo y matarlo y sacarle todas las cosas que había conseguido en años y años de duro trabajo, todas sus posesiones, y encima humillarlo y escupirlo. Y la mujer estaba en toda la trampa como carnada. Se encogió de hombros. No entendía nada. Le sirvió café. Después lo llevó a conocer la biblioteca, Sentía algo presagiante, que se cernía, que se venía. Una amenaza espantosa que no sabía cuando se le desplomaría encima ni cómo detenerla. El señor Lanari, sin saber por qué, le mostró la biblioteca abarrotada con los mejores libros. Nunca había podido hacer tiempo para leerlos pero estaban allí. El señor Lanari tenía su cultura. Había terminado el colegio nacional y tenía toda la historia de Mitre encuadernada en cuero. Aunque no había pedido estudiar violín tenía un hermoso tocadistos y allí, posesión suya, cuando quería, la mejor música del mundo se hacía presente.
Hubiera querido sentarse amigablemente y conversar de libros con ese hombre. Pero ¿de qué líbros podría hablar con ese negro? Con la otra durmiendo en su cama y ese hombre ahí frente suyo, como burlándose, sentía un oscuro malestar que le iba creciendo, una inquietud sofocante. De golpe se sorprendió que justo ahora quisiera hablar de libros y con ese tipo. El policía se sacó los zapatos, tiró por ahí la gorra, se abrió la campera y se puso a tomar despacio.
El señor Lanari recordó vagamente a los negros que se habían lavado alguna vez las patas en las fuentes de plaza Congreso. Ahora sentía lo mismo. La misma vejación, la misma rabia. Hubiera querido que esuviera ahí su hijo. No tanto para defenderse de aquellos negros que ahora se le habían despatarrado en su propia casa, sino para enfrentar todo eso que no tenía ni pies ni cabeza y sentirse junto a un ser humano, una persona civilizada. Era como si de pronto esos salvajes hubieran invadido su casa. Sintió que deliraba y divagaba y sudaba y que la cabeza le estaba por estallar. Todo estaba al revés. Esa china que podía ser su sirvienta en su cama y ese hombre del que ni siquiera sabía a ciencia cierta si era policía, ahí, tomando su coñac. La casa estaba tomada.
¬Qué le hiciste¬dijo al fin el negro.
¬Señor, mida sus palabras. Yo lo trato con la mayor consideración. Así que haga el favor de. . .¬el policía o lo que fuera lo agarró de las solapas y le dio un puñetazo en la nariz. Anonadado, el señor Lanari sintió cómo le corría la sangre por el labio. Bajó los ojos. Lloraba. ¿Por qué le estaba haciendo eso? ¿Qué cuentas le pedían? Dos desconocidos en la noche entraban en su casa y le pedían cuentas por algo que no entendía y todo era un manicomio.
¬Es mi hermana. Y vos la arruinaste. Por tu culpa ella se vino a trabajar como muchacha, una chica una chiquilina, y entonces todos creen que pueden llevársela por delante. Cualquiera se cree vivo ¿eh? Pero hoy apareciste, porquería, apareciste justo y me las vas a pagar todas juntas. Quién iba a decirlo, todo un señor...
El señor Lanari no dijo nada y corrió al dormitorio y empezó a sacudir a la chica desesperadamente. La chica abrió los ojos, se encogió de hombros, se dio vuelta y siguió durmiendo. El otro empezó a golpear]o, a patear]o en la boca del estómago, mientras el señor Lanari decía no, con la cabeza y dejaba hacer, anonadado, y entonces fue cuando la chica despertó y lo miró y le dijo al hermano:
¬Este no es, José. ¬Lo dijo con una voz seca, inexpresiva, cansada, pero definitiva. Vagamente el señor Lanari vio la cara atontada, despavorida humillada del otro y vio que se detenía bruscamenté y vio que la mujer se levantaba, con pesadez, y por fín, sintió que algo tontamente le decía adentro “Por fin se me va este maldito insomnio” y se quedó bien dormido. Cuando despertó, el sol estaba alto y le dio en los ojos, encegueciéndolo. Todo en la pieza estaba patas arriba, todo revuelto y le dolía terriblemente la boca del estómago. Sintió un vértigo, sintió que estaba a punto de volverse loco y cerró los ojos para no girar en un torbellino. De pronto se precipitó a revisar todos los cajones, todos los bolsillos, bajó al garaje a ver si el auto estaba todavía, y jadeaba, desesperado a ver si no le faltaba nada. ¿Qué hacer a quién recurrir? Podría ir a la comisaría, denunciar todo pero ¿denunciar qué? ¿Todo había pasado de veras? “Tranquilo, tranquilo, aquí no ha pasado nada”, trataba de decirse pero era inútil: le dolía la boca del estómago y todo estaba patas arriba y la puerta de calle abierta. Tragaba saliva. Algo había sido violado. “La chusma”, dijo para tranquilizarse, “hay que aplastarlos, aplastarlos”, dijo para tranquilizarse. “La fuerza pública”, dijo, “tenemos toda la fuerza pública y el ejército”, dijo para tranquilizarse. Sintió que odiaba. Y de pronto el señor Lanari supo que desde entonces jamás estaría seguro de nada. De nada.

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Actividades 1.
a)      ¿cómo es la ciudad donde vive el señor Lanari?
b)      ¿qué indicios nos permiten situar tiempo/espacio?
c)      ¿qué opiniones sobre el país da el narrador?
d)      ¿cuál es el status socio-económico y cultural del señor Lanari?
e)      ¿cómo es la mujer que presenta el relato?
f)       ¿por qué le dice “viejo baboso” el policía al señor Lanari?
g)      Describa el agente
h)      ¿cómo describiríamos el lenguaje que usa Lanari y el agente?
i)        Qué actitud tiene el señor Lanari hacia los “negros”
1.      Tilde la opción: amenazante – miedo – desprecio – caridad – solidaridad – discriminación – desconfianza – incomprensión – sorpresa – desconsuelo – misericordia – compasión – ofensa – malestar – inquietud – rabia – gratitud – desconcierto – autoridad – superioridad – inferioridad – asco – consideración – odio – amor- ___ el amor ___ la culpa ___la venganza ___el odio ___la piedad ___el rencor ___el compañerismo  ___la solidaridad ___la muerte ___la vida  ___el amor carnal ___la prostitución ___el machismo ___el feminismo ___el sueño  ___la ficción ___el lenguaje vulgar ___la cultura ___el pacifismo  ___la huida ___la ilusión ___el crimen ___el conocimiento ___la alegría ___el malestar  ___ la apariencia  ___el deseo  ___la pobreza  ___el conformismo ___la diversidad sexual  ___la nostalgia  ___la mentira  ___el engaño  ___la tragedia  ___la religión
2.      Si realizamos un paralelo con el cuento de Liliana Heker, podríamos ver cuestiones en común. Dos rivales. En el primer caso, rivalidades encarnados por sujetos femeninos; en el segundo caso rivalidades encarnados en sujetos masculinos.
3.      ¿Cómo se presenta esta rivalidad?
4.      ¿por qué se generan rivalidades entre los personajes?
5.      ¿qué es el status, y cómo se muestran en estos relatos?
6.      Representaciones de lo femenino y lo masculino: teniendo en cuenta estos dos cuentos: qué podemos señalar del modo de comunicarse de las mujeres y de los hombres. ¿qué diferencias se observan?




8.      GRAMÁTICA Y SINTAXIS
A continuación propongo una actividad que si bien reviste carácter lúdico, está diseñada para REFLEXIONAR acerca de las estructuras del lenguaje escrito. Es fundamental para construir un texto escrito, tener claro cuál es el sujeto de nuestra oración y qué información anexar a este sujeto.
Como actividad diagnóstica les propongo que construyan una oración con la menor cantidad de palabras, y otra con la mayor cantidad de palabras.


Realizar 10 oraciones empleando (en lo posible) un casillero de cada columna en el orden que sugiere el cuadro.
Ejemplo: a.La protesta de María muestra una campaña nacional para eliminar las grasas trans.
b.Una escritura de los adultos causó una pesadilla en los ’90, en Brasil.

SUJETO DE LA ORACIÓN el sustantivo núcleo coincide en número con el verbo
PREDICADO (agrega información sobre el sujeto)

artículo (md)
adjetivo
(md)
sustantivo
(núcleo)
adjetivo
(md)
mí. encabezado por preposición
verbo
(núcleo)
qué
(od)
cómo
cuándo
para qué/ por qué
dónde
las
siguientes
Escritura
Laboriosa
de los alumnos
muestra
la sensación de cansancio
a partir de los usos condicionados


en lo más profundo de sus venas
el

director

de la cárcel
tenía
una pesadilla



en la casa de esteban
la

guerras
Civiles

fueron
un sueño
con una alegría especial

para venderla a buen precio



doña lucía

de la dictadura
continuaba tejiendo
la bufanda



en brasil

algunos
Yo


imprimía
un temblor cauteloso
casi animal
durante un mes
para confundir a los empeleados

la

Situación

de las agujas
eran


por la mañana


las

ellos


se dejó crecer
la barba
lo suficiente
desde enero
para no aburrirnos
en la farmacias
la
masiva
nadie
desierta
de doña amalia
hacíamos
la limpieza




el

vaivén

de su sobrino
se simplificó

hasta ser impalpable
siendo de día
por muerte
en la aduana
los

ramita

de la argentina
se desvaneció

fácilmente

por ausencia

mi

ojos

de la casa
se encontraba
que soy candidato a la cárcel

en los ‘90
por cambio de costumbres


mayor
vida


creen

sin trabas

porque tengo dos autos nuevos
desde el tren
la

padre
humano
sin huellas
comenzaron


desde marzo


el

testigo

con herramientas
comenzaron a negociar
a clarín
sin molestias
hoy
por su defensa a la libertad de prensa
en la escuela
la

Problema


premiaron

como el viento



los

irene y yo

entre las prepagas
faltarían
la caída de los precios
raramente


en la punta

alarmante
historia


causó
el centro de madrid


para eliminar las grasas trans



Hermana
Ocular

copa
una campaña nacional
en boca de todos
cuando el hombre necesito contar el tiempo
por el asesinato



limpieza


lanzan



por su situación de vida

un

Convenios

contra los políticos
irá presa
educar a sus hijos

a veces


una

hombre


comenzó
los brazos


para ser rescatado



clientes


es


toda la mañana


la

Isla
Política
de maría
agitaba
dos espinas




la

protesta

del reloj
se comporta





el

argentina y brasil

de acacia
se sintió
aquel episodio




el

error

de los adultos
tenía





la

Remedios

sin sentido
corrió








Cuando construimos oraciones debemos tener claro el sujeto de la oración, luego la información que le agregaremos. Es importante detallar todo en el lenguaje escrito: características de los objetos mencionados, indicaciones claras de tiempo y espacio, finalidad de la acción del sujeto, etc.
Luego es necesario que podamos conectar diferentes oraciones.

Por ejemplo
En un relato: hoy….mientras tanto…en consecuencia….como resultado de ello…sin embargo….en conclusión…
En una explicación: …..es por eso que…sin embargo…por otra parte…cabe destacar…en pocas palabras…
En una argumentación: dado que… en primer lugar…en segundo lugar…en tercer lugar…por todo ello…de este modo…fundamentalmente…
En una descripción: por un lado…por el otro…más abajo…cabe señalar que


…………..   -----------------



Los signos de puntuación

Los signos de puntuación se usan en los textos escritos para intentar reproducir la entonación del lenguaje oral (pausas, matices de voz, gestos, cambios de tono, etc.) con objeto de interpretar y comprender correctamente el mensaje escrito. Los signos de puntuación, por lo tanto, nos permiten expresarnos con claridad y evitar interpretaciones diferentes del mismo texto.
Por ejemplo, el sentido de la siguiente frase: «No está mal eso», cambia si utilizamos otros signos de puntuación: «No, está mal eso».     Según la Ortografía de la 
RAE el español cuenta con los siguientes signos de puntuación:
Punto
.
Coma
,
punto y coma
;
dos puntos
:
puntos suspensivos
...
signos de interrogación
¿ ?
signos de exclamación
¡ !
paréntesis
( )
corchetes
[ ]
raya 
-
comillas
« »; “ “; ‘ ‘. 



En el siguiente ejemplo una coma vale un euro:
Café, puro y copa a un euro cada uno son... tres euros.
Café puro y copa a un euro cada uno son... dos euros.
El viaja sólo en tren.
El viaja solo en tren.
No comáis grasas animales.
No comáis grasas, ¡animales!



Perdón imposible, que cumpla su condena.
Perdón, imposible que cumpla su condena.
No, es verdad.
No es verdad.
El maestro dijo: «Javier es un burro».
- El maestro -dijo Javier- es un burro.



No, se lo dijo.
No, ¿se lo dijo?
...
No sé, ¿lo dijo?
No sé, lo di, ¡jo!
...
No se lo dijo.
No, se lo di, ¡jo!
...



Estaré sólo esta tarde.
Estaré solo esta tarde.
Quiero un café solo.
Quiero un café sólo.
No, lo sabía.
No lo sabía.



¿Cuánto es la mitad de uno más uno?
¿Cuánto es la mitad de uno, más uno?



Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda.
(Su usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra «mujer».
Si usted es hombre, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra «tiene»).



EL TESTAMENTO


OBSERVEMOS LOS CAMBIOS QUE PRODUCEN LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN DEPENDIENDO DE SU COLOCACIÓN:
Se cuenta que un señor, por ignorancia o malicia, dejó al morir el siguiente testamento sin signos de puntuación: «Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo». El juez encargado de resolver el testamento reunió a los posibles herederos, es decir, al sobrino Juan, al hermano Luis, al sastre y a los jesuitas y les entregó una copia del confuso testamento con objeto de que le ayudaran a resolver el dilema. Al día siguiente cada heredero aportó al juez una copia del testamento con signos de puntuación.
Juan, el sobrino:
«Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Luis, el hermano:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
El sastre:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Los jesuitas:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo».
El juez todavía pudo añadir otra interpretación:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión:
«... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto».

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ACTIVIDAD: coloque los signos de puntuación en el siguiente texto que fueron omitidos.

1.Juan Martínez había nacido en junio de 1807 descendía de sangre castellana en 1873 su padre había subido con su familia desde México y se había asentado en Las Vegas hoy territorio de Nuevo México a la edad de treinta y cuatro años se enamoró de una hermosa muchacha Paulita Padillo también castellana y se casaron en 1841 tras el matrimonio vivieron en Los Alamos y más tarde se trasladaron a la vecindad de San Gerónimo allí nacieron sus cuatro hijos Victorino Rogordio Dionisio y Andrés y tres hijas Francisca Sabina y Marcelina

2.Así es todo comenzó en Tebas la ciudad que gobernaba el rey Layo un día Yocasta su joven esposa le comunica que espera un hijo entonces Layo se dirige al santuario de Delfos conoces el santuario de Delfos imagina un templo rodeado de extrañas fumarolas allí un vieja mujer sirve de intermediaria entre los dioses y los hombres es la pitonisa si la pintonisa responde a quienes le interrogan les revela su origen y a más a menudo el futuro
Quiero saber le pregunta Layo qué glorioso destino será el de nuestro hijo
La pitonisa levanta al cielo una mirada alucinada
Masculla
Te nacerá un hijo que matará a su padre y que se casará con su madre





EL MITO DE EDIPO

Nos adentraremos, en esta clase, en una forma particular de pensamiento: el mito. El mito sobrevive al día de hoy de formas muy variadas. Ha sido instrumento primordial en todas las religiones y explicaciones incluso científicas cuando no es posible hallar una respuesta satisfactoria de otro formato. Recalcamos: el mito es una forma de explicar algo, de entender algo. Muchas veces producto de sensaciones, intuiciones, imaginaciones colectivas; el mito parece dar seguridad y confianza en quienes creen en él, o bien permite justificar acciones o conductas sobre un principio mítico:
Los mitos han respondido a grandes interrogantes de la existencia humana:
.la muerte
. la vida
.la vida después de la muerte
.el lugar/función de la mujer
.el lugar/función del hombre
.el lugar /función de los hijos
.el trabajo
.la sanación, la salud
.el conocimiento
.la familia
.el poder
.el sacrificio
.el bien y el mal
.la obediencia  a los dioses
.la existencia de dios/diosa/dioses/santos/ángeles y otros seres no percibidos por los sentidos.

Hay una gran variedad de mitos, todos ellos creados en distintos momentos históricos y lugares. Se conocen sistemáticamente la mitología griega y romana, las mitologías que corresponden al continente europeo, como también de origen africano u orientales. Poco se sabe de las mitologías de nuestro continente americano. Tengamos en cuenta que el mito se transmite de forma oral, de  “boca a boca” y muchos de ellos (como fueron creados antes de la aparición de la escritura), no fueron escritos. Agreguemos que tras distintas colonizaciones, el colonizador no solo oprime y esclaviza, sino también erradica la lengua del oprimido o la desprecia, como también hace desaparecer su cultura, sus leyendas, sus creencias, su religión, sus conocimientos, etc. Otras  veces el colonizador toma esos conocimientos del pueblo oprimido y los “recicla”, los usa a su beneficio, o bien se los apropia y lo identifica como propio.
Si uno escarba su propio pensamiento puede observar residuos o reminiscencias del pensamiento mítico, por ejemplo, creencias acerca del destino, del éxito, las relaciones humanas, la misión o el objetivo en esta vida. Jung, ha hecho un gran aporte afirmando la existencia de “arquetipos”, y que nuestras conductas están en relación a determinadas creencias como el lobo feroz, la femme fatal, el inocente, el loco, etc. Por otra parte, Freud ha sido un gran lector de la mitología griega, y construyó el Psicoanalisis a partir del análisis de la mitología griega, acuñando conceptos como: la pulsión de THANATOS (muerte), la pulsión de EROS (vida) y la zona EROGENA, el complejo de Edipo, el NARCICISMO, la epistemofilia, entre otros.

A continuación trabajaremos el mito de Edipo. A modo de introducción diremos que el mito de Edipo es un relato simple y complejo al mismo tiempo. Que tematiza “el conocimiento de uno mismo”, un conocimiento que el sujeto rechaza porque no puede soportarlo. Freud ha leído este relato y ha visto en él las relaciones de los padres respecto a los hijos, y cómo el hijo ve en su padre un rival y a su madre como objeto de amor.
También notaremos el concepto de DESTINO presente en el texto, como algo de lo que no se puede escapar. Disfrutemos de este hermoso y cruel relato, y luego abordemos las conclusiones.


EDIPO

ROBERT GRAVES 

Layo, hijo de Lábdaco, se casó con Yocasta y gobernó en Tebas. Afligido por no haber tenido hijos durante largo tiempo, consultó en secreto con el oráculo de Delfos, el cual le informó que esa aparente desgracia era un beneficio, porque cualquier hijo nacido de Yocasta sería su asesino. En consecuencia, repudió a Yocasta, aunque sin darle explicación alguna de su decisión, cosa que le ofendió a ella de tal modo que, después de hacer que se emborrachara, consiguió mañosamente que volviera a sus brazos en cuanto hubo anochecido. Cuando, nueve meses después, Yocasta dio a luz un hijo, Layo lo arrancó de los brazos de la nodriza, le taladró los pies con un clavo, se los ató el uno al otro y lo dejó abandonado en el monte Citerón.
Pero las Parcas habían decidido que ese niño llegara a una vejez lozana. Un pastor corintio lo encontró, le llamó Edipo porque sus pies estaban deformados por las heridas hechas con el clavo, y lo llevó a Corinto, donde el rey Pólibo reinaba en aquel momento[1].
Según otra versión de la fábula, Layo no abandonó a Edipo en la montaña, sino que lo encerró en un arca que fue arrojada al mar desde un barco. El arca flotó a la deriva y llegó a la costa de Sición, donde Peribea, la esposa de Pólibo, estaba por casualidad en la playa vigilando a las lavanderas de la casa real. Recogió a Edipo, se retiró a un soto y simuló que sufría los dolores del parto. Como las lavanderas estaban demasiado ocupadas para observar lo que ella hada, les engañó a todas haciéndoles creer que acababa de dar a luz a aquel niño. Pero Peribea le dijo la verdad a Pólibo, quien, como tampoco tenía hijos, tuvo la satisfacción de criar a Edipo como su hijo propio.
Un día, habiéndole vituperado un joven corintio diciéndole que no se parecía lo más mínimo a sus supuestos padres, Edipo fue a preguntar al oráculo de Delfos qué era lo que le reservaba el futuro. «¡Aléjate del altar, desdichado! —le gritó la pitonisa, con repugnancia— ¡Matarás a tu padre y te casarás con tu madre!»
Como Edipo amaba a Pólibo y Peribea y no deseaba causarles un desastre, decidió inmediatamente no volver a Corinto. Pero sucedió que en el estrecho desfiladero entre Delfos y Dáulide se encontró con Layo, quien le ordenó ásperamente que saliese del camino y dejara pasar a sus superiores. Se debe explicar que Layo iba en carro y Edipo a pie. Edipo replicó que no reconocía más superiores que los dioses y sus propios padres.
¡Tanto peor para ti! —gritó Layo, y ordenó a su cochero, Polifontes, que siguiera adelante.
Una de las ruedas magulló el pie de Edipo, quien, impulsado por la ira, mató a Polifontes con la lanza. Luego derribó a Layo, quien cayó al camino enredado en las riendas, fustigó a los caballos e hizo que éstos lo arrastraran y le mataran. El rey de Platea tuvo que enterrar ambos cadáveres[2].
Layo se estaba dirigiendo al oráculo para preguntarle cómo podía librar a Tebas de la Esfinge. Este monstruo era hija de Tifón y Equidna o, según dicen algunos, del perro Ortro[3] y la Quimera, y había volado a Tebas desde la parte más distante de Etiopía. Se la reconocía fácilmente por su cabeza de mujer, cuerpo de león, cola de serpiente y alas de águila[4]. Hera había enviado recientemente a la Esfinge para castigar la ciudad de Tebas porque Layo había raptado en Pisa al niño Crisipo; habiéndose instalado en el monte Picio, cerca de la ciudad, proponía a cada viajero tebano que pasaba por allí un enigma que le habían enseñado las Tres Musas: «¿Qué ser, con sólo una voz, tiene a veces dos pies, a veces tres, a veces cuatro y es más débil cuantos más pies tiene?» A los que no podían resolver el enigma los estrangulaba y devoraba en el acto, y entre esos infortunados estaba Hemón, el sobrino de Yocasta, a quien la Esfinge hizo haimon[5], o «sangriento», verdaderamente.
Edipo, quien se acercaba a Tebas inmediatamente después de haber matado a Layo, adivinó la respuesta: «El hombre —contestó—, porque se arrastra a gatas cuando es niño, se mantiene firmemente en sus dos pies en la juventud, y se apoya en un bastón en la vejez.» La Esfinge, mortificada, saltó desde el monte Picio y se despedazó en el valle de abajo. En vista de esto los tebanos, agradecidos, aclamaron a Edipo como rey, y se casó con Yocasta, ignorando que era su madre. .
Entonces una peste invadió Tebas y cuando se consultó una vez más al oráculo de Delfos, contestó: «¡Expulsad al asesino de Layo!» Edipo, que no sabía con quién se había encontrado en el desfiladero, maldijo al asesino de Layo y lo condenó al destierro.
El ciego Tiresias, el adivino más famoso de Grecia en esa época, pidió a Edipo una audiencia. Algunos dicen que Atenea, quien lo había cegado, porque inadvertidamente la había visto bañándose, atendió a la súplica de su madre y, tomando a la serpiente Erictonio de su égida, le ordenó: «Limpia los oídos de Tiresias con tu lengua para que pueda entender el lenguaje de las aves proféticas.»
Otros dicen que en una ocasión, en el monte Cilene, Tiresias había visto a dos serpientes en el acto de acoplarse. Cuando ambas le atacaron, las golpeó con su bastón y mató a la hembra. Inmediatamente Tiresias se convirtió en una mujer y llegó a ser una ramera célebre; pero siete años después acertó a ver el mismo espectáculo y en el mismo lugar, y esta vez recuperó su virilidad matando a la serpiente macho. Otros dicen que cuando Afrodita y las tres Carites[6], Pasítea, Calé y Eufrósine, disputaron acerca de cuál de las cuatro era más bella, Tiresias otorgó el premio a Calé; inmediatamente Afrodita lo convirtió en una anciana. Pero Calé lo llevó consigo a Creta y le regaló una hermosa cabellera. Algunos días después Hera comenzó a reprocharle a Zeus sus numerosas infidelidades. Él las defendió alegando que, en todo caso, cuando compartía el lecho con ella, ella disfrutaba muchísimo más que él.
Las mujeres, por supuesto, gozan con el acto sexual infinitamente más que los hombres —le dijo en tono fanfarrón.
¡Qué tontería! —replicó Hera—. Sucede exactamente lo contrario y lo sabes muy bien.
Tiresias, llamado para arbitrar la disputa con su experiencia personal, declaró:
«Si en diez partes divides del amor el placer, una a los hombres va y nueve a la mujer.»
La sonrisa triunfante de Zeus exasperó de tal modo a Hera que cegó a Tiresias, pero Zeus le compensó con la visión interior y una vida que abarcó siete generaciones[7].
Tiresias se presentó en la corte de Edipo, apoyándose en el bastón de madera de cornejo que le había dado Atenea, y reveló a Edipo la voluntad de los dioses: que la peste cesaría solamente si un Hombre Sembrado moría en beneficio de la ciudad. El padre de Yocasta, Meneceo, uno de los que habían brotado de la tierra cuando Cadmo sembró los dientes de la serpiente, se arrojó inmediatamente de las murallas, y toda Tebas elogió su abnegación cívica.
Tiresias anunció luego:
Meneceo ha obrado bien y la peste cesará. Pero los dioses tienen en consideración a otro de los Hombres Sembrados, uno de la tercera generación pues ha matado a su padre y se ha casado con su madre. ¡Sabed, reina Yocasta, que ese hombre es tu marido Edipo!

Al principio nadie quiso creer a Tiresias, pero pronto sus palabras quedaron confirmadas por una carta de Peribea desde Corinto. Escribía que la súbita muerte del rey Pólibo le permitía ahora revelar las circunstancias de la adopción de Edipo, y lo hacía con detalles condenatorios. Yocasta se ahorcó de vergüenza y de pena y Edipo se cegó con un alfiler que tomó de los vestidos de ella[8].
Algunos dicen que, aunque atormentado por las Erinias[9], que le acusaban de haber causado la muerte de su madre, Edipo siguió reinando en Tebas durante un tiempo, hasta que murió en una batalla[10]. Según otros, sin embargo, el hermano de Yocasta, Créonte, le expulsó, pero no antes que maldijera a Eteocles y Polinices —que eran al mismo tiempo hijos y hermanos suyos— cuando insolentemente le enviaron la parte inferior de un animal sacrificado, o sea el anca en vez del cuarto delantero que correspondía al rey. En consecuencia observaron sin derramar lágrimas cómo abandonaba la ciudad que había librado del poder de la Esfinge. Después de vagar durante muchos años de un país a otro, guiado por su fiel hija Antígona, Edipo llegó por fin a Colono en el Ática, donde las Erinias, que tienen allí un bosquecillo, le persiguieron hasta matarlo, y Teseo enterró su cadáver en el recinto de los Solemnes de Atenas, y lo lloró al lado de Antígona[11].

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Para facilitar la comprensión del texto, realizaremos el siguiente cuestionario:
1.      Completar con verdadero (V), o falso (F) sobre la línea según corresponda:

__Layo era hijo de Edipo
__Yocasta fue repudiada por la Layo porque no tenía hijos.
__Layo abandonó a su hijo en una cueva.
__Las Parcas habían decidido que Edipo muriera.
__Yocasta emborracha a su marido, Layo, para abusarse de él.
__Edipo y Layo consultaron al oráculo de Delfos su destino.
__Edipo recibe su nombre por la condición de sus manos.
__Edipo es adoptado por unos reyes de Tracia.
__Peribea fue la madre adoptiva de Edipo.
__Edipo se va de Corinto por lo que le dice la pitonisa.
__Edipo se encuentra a su padre en el desfiladero y se van juntos.
__ Polifontes mata a Layo.
__La esfinge había sido enviada como castigo por Hera porque Layo había secuestrado a un niño.
__La esfinge era un monstruo con cabeza de mujer, cuerpo de cabra y cola de caballo.
__La esfinge se devoraba a quienes no podían crear acertijos.
__Edipo resuelve el enigma y la Esfinge se deprime.
__Cuando Edipo asciende como rey de Tebas se maldice a sí mismo sin saberlo.
__Los tebanos aclamaron a Edipo porque había matado a Layo.
__Una peste azota a Tebas porque Edipo se casó con su madre y mató a su padre.
__Tiresias era el adivino más famoso de Grecia.
__Meneceo se sacrifica por Tebas.
__Tiresias descubre la verdad.
__Yocasta se ahorcó porque Edipo iba a matarse.
__Edipo llegó a Colono donde las Erinias lo mataron.



2.      A todos los personajes del mito de Edipo les falta saber algo de la verdad:
Completar lo que les falta saber a:
Layo
Yocasta:
Los padres adoptivos:
Las lavanderas de la casa real:
Edipo
3.      ¿qué hay en común entre:
Yocasta y la Esfinge
El oráculo, la pitonisa, la Esfinge y Tiresias.
Layo-Yocasta y Pólibo y Peribea.
Edipo y Layo.

4.      ¿qué elementos aparecen triplicados en:
El enigma:
Los objetos de Edipo:
La descendencia de Edipo
Otras:
5.      Ordenar de mayor a menor los siguientes personajes según el grado de conocimiento que tengan: La Esfinge, Yocasta, Tiresias, Edipo y Layo.
6.      ¿Edipo es héroe? Justifique.
7.      ¿Cuál de los siguientes objetos simbolizan la verdad: La rueda, la lanza, la carta, el bastón.

8.      ¿En qué otros relatos los hijos son abandonados por sus padres?
9.      ¿Cuál es el mayor problema de Edipo?
10.  ¿Qué es el destino? ¿cómo está planteado el destino en este mito?





LA COMA Y EL PUNTO

La COMA Y EL PUNTO ×la dificultad está marcada con * (asteriscos). REPONGA PUNTOS Y COMAS Tenga en cuenta que donde está elidido (aus...