Carlos Pablo Cocciolo

Seguidores

martes, 26 de enero de 2021

producciones de taller

 

AMBROSÍA Y NAZARITO

Hoy volví a verla desde la ventana “de este rincón donde ahora escondo mi temor a contraer el virus, el que siendo real, según algunos, no provoca más muertes que las otras pandemias que hemos vivido, pero que frente a la insistente información de los medios y redes, infunde en todos un terror casi incapacitante; aunque, tampoco el tal virus es virus, sino bacteria, a decir de científicos”.

Sí, le digo, tía Clara, que hoy volví a ver a la engreída de AMBROSÍA “¡vaya nombrecito el que le pusieron!... A la final, pues sí, le hace honor, sin embargo, hay quienes despectiva o envidiosamente le dicen Ambrosia. En cambio los hombres…¡ay Dios!”.

Bueno Mireya, y qué, vos qué ganás con tanta vigilancia.

Que uno creería que este encierro pudiera haber desmejorado en apariencia a todos, como lo ha hecho conmigo, que ya no encuentro motivación para emperifollarme como en otros días, pues como no se puede salir ni a la esquina, donde queda el salón al que de costumbre acudía para cortarme el cabello y hacerme las uñas; cerrado, y no se sabe hasta cuándo. Tal vez lo abran cuando ya nuestra apariencia y nuestra situación física y psicológica estén tan afectadas, que ya ni nos importe volver a ocuparnos de nosotras mismas. Pero no, de qué te hablo tía Clara, ¿acaso no se dice que en el mundo nuevo, el que tendremos después de esta cuarentena, que ya va en setentena, que  conforme al Nuevo Orden Mundial, se escucha en videos de YouTube, importará más el “yo” que ninguna otra cosa, y que en esa idealización el ego y el narcicismo serán “el rey” ¡Como si tal cosa, no hubiera comenzado a manifestarse desde pasadas décadas, así como otras situaciones no menos sorprendentes en la conducta de los seres humanos.

A propósito de la palabra narcicismo, tía, me recuerda al Nazarito, el querido de La AMBROSIA, ese “muñequeburro” como lo llama el costeño del restaurante de abajo,  o “el Doriandós” como le dice don Pedro el de la tienda a ese muchachón; “en realidad es muy…pero muy bello. Muy  competente; ¡Quién tuviera veinte años menos!”. Nazarito… hace rato, que no se ve. O usted lo ha visto, tía.   

Bueno, no me responda,  volvamos a la tal AMBROSÍA, le cuento. .. Salió de su casa como a las diez de la mañana, ¡hasta mejor y más bien puesta que antes de que comenzara este encierro! Yo no alcancé a llamarla a usted para que la viera. Con su cabello como una llamarada que crece con la alegría del viento, para ocasionar el peor de los incendios a su paso. Y con ese vestido tan preciso para su talla, que todo lo pone a la vista, para la imaginación de los fantasiosos, y con ese descote que sólo la Ambrosia luce en cualquier momento y lugar. El tic tac tic tac de su paso, castigando la senda con sus sandalias, de puntillas… número veinte, le pongo “qué será de La Ambrosia y su arrogante paso, de llegar a sorprenderla en su brillo de Afrodita un problema de salud que le impida llevar esa clase de tacones… pobrecilla, y cuando vea acercarse el otoño, con sus inevitables grises”;  y ni qué le cuento, tía, de los accesorios, abalorios les llaman en España. Como las gitanas, los cargaba todos. A  dónde iba AMBROSÍA? Seguramente a matar ilusiones y a dejar a su paso el rastro de mentes calenturientas y excitadas.  Y me lanzó una mirada e hizo un gesto,  despectivo, sí, antes de llegar a voltear en la esquina. Qué pensaría al verme en la ventana… porque eso sí, algo pensaba cuando me dirigió esa mirada.

Pobre anciana, me mira como si yo fuera el bicho más extraño. O ¿acaso le provoco desconsolado evocar de sus días y noches de verano?  Que piense lo que quiera. La he visto también lanzándole miradas a Nazarito; ahí sí, ¡que ni sueñe!  Son tantas las que quisieran tenerlo para ellas. Pero si para otras está prohibido, a esa pobre sí le está es  proscrita cualquier posibilidad”. Que siga mirando…¡Mireya! 

Ay, Mireyaaa, no es la  primera vez que te ve fisgoneándola. Eso ya se te volvió costumbre, Mireya.  Dejá ya la bobada con AMBROSÍA. A vos qué te importa lo que haga o deje de hacer.

No tía Clara, es que ella se cree la última cocacola del desierto, y saber que ya va llegando como a los treinta, nooo,  y además, con ese tongoneo que se gasta, pues me saca la piedra.

Usted ha visto al Nazarito, tía Clara.

Yo acaso soy como vos, que te la pasas en esa ventana de mirona. Luego no se te haga raro que te digan “la chismosa del barrio”.

Ah, que digan lo que quieran.

Pero dígame si ha visto hoy a Nazarito, tíaaa.

Y qué te ganas vos con saber, que AMBROSÍA que sale y él que se va a hacer sus cositas con la patisuelta de la vecina, ésa, que hace poquito llegó a vivir al apartaestudio de abajo. ¿Cómo es que llama la patisuelta?.

Creo que es SARA que se llama la muy bandida. Pues ojalá que pronto los  encuentre la Ambrosia esa, para que se dé cuenta quién es el mosquita muerta que cuida con tanto celo.

Mire tía Clara quién, viene ya en la esquina. Será que ya sabe lo que pasa cuando ella no está. Es que no se demoró mayor cosa. Hizo como el marido celoso que tiende la trampa para cazar la presa.

¡Ayyy, Mireya, qué irá a pasar ahora!

Pues que pase, lo que tenga que pasar.  Vea como se está poniendo el día, ¡después de que estaba tan bonito!

Amali

  

              

 

LA COMA Y EL PUNTO

La COMA Y EL PUNTO ×la dificultad está marcada con * (asteriscos). REPONGA PUNTOS Y COMAS Tenga en cuenta que donde está elidido (aus...