Carlos Pablo Cocciolo

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sábado, 29 de julio de 2017

JUAN GELMAN

JUAN GELMAN
(Argentina, 1930)


Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.


 

 

PRESENCIA DEL OTOÑO

Debí decir te amo.
Pero estaba el otoño haciendo señas,
clavándome sus puertas en el alma.
Amada, tú, recíbelo.
Vete por él, transporta tu dulzura
por su dulzura madre.
Vete por él, por él, otoño duro,
otoño suave en quien reclino mi aire.
Vete por él, amada.
No soy yo él que te ama este minuto.
Es él en mí, su invento.
Un lento asesinato de ternura.



PREGUNTAS

Ya que navegas por mi sangre
y conoces mis límites,
y me despiertas en la mitad del día
para acostarme en tu recuerdo
y eres furia de mi paciencia para mí,
dime qué diablos hago,
por qué te necesito,
quién eres, muda, sola, recorriéndome,
razón de mi pasión,
por qué quiero llenarte solamente de mí,
y abarcarte, acabarte,
mezclarme en tus cabellos
y eres única patria
contra las bestias del olvido.


 

FÁBRICAS DEL AMOR

Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.



LO QUE PASA

Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo
como un fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.


 

ESE GRAN SIMULACRO

Cada vez que nos dan clases de
amnesia
como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huérfana
cada vez que nos dan clases de
amnesia
y nos conminan a borrar
la ebriedad del sufrimiento
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros
en mi región hay calvarios de
ausencia
muñones de porvenir / arrabales
de duelo
pero también candores de
mosqueta
pianos que arrancan lágrimas
cadáveres que miran aún desde
sus huertos
nostalgias inmóviles en un pozo
de otoño
sentimientos insoportablemente
actuales
que se niegan a morir allá en lo
oscuro
el olvido está lleno de memoria
que a veces no caben las
remembranzas
y hay que tirar rencores por la
borda
en el fondo el olvido es un gran
simulacro
nadie sabe ni puede / aunque
quiera / olvidar
un gran simulacro repleto de
fantasmas
esos romeros que peregrinan por
el olvido
como si fuese el camino de
santiago
el día o la noche en que el olvido
estalle
salte en pedazos o crepite /
los recuerdos atroces y de
maravilla
quebrarán los barrotes de fuego
arrastrarán por fin la verdad por
el mundo
y esa verdad será que no hay
olvido



ORACIÓN DE UN DESOCUPADO

Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
por que no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre,
bájate, qué han hecho
de tu criatura, Padre?
un animal furioso
que mastica la piedra de la calle?



EL JUEGO EN EL QUE ANDAMOS

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.



MI BUENOS AIRES QUERIDO

Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos,
que entre tanto castigo te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.
Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.



OPINIONES

Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.




UNA MUJER Y UN HOMBRE
 
 
Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, en plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre arados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.
 
 
 



GOTÁN

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención, atención, yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.





HÉROES

Los soles solan y los mares maran
los farmacéuticos especifican
dictan bellas recetas para el pasmo
se desayunan en su gran centímetro

a mí me toca gelmanear
hemos perdido el miedo al gran caballo
nos acontecen hachas sucesivas
y se amanece siempre en los testículos

no poca cosa es que ello suceda
vista la malbaraja del amor estos días
los mazos de catástrofes las deudas
amados sean los que odian

hijos que comen por mis hígados
y su desgracia y gracia es no ser ciegos
la gran madre caballa
el gran padre caballo
el mundo es un caballo
a gelmanear a gelmanear les digo
a conocer a los más bellos
los que vencieron con su gran derrota



OFELIA

Esta ofelia no es la prisionera de su propia voluntad
ella sigue a su cuerpo
espléndido como un golpe de vino en medio
                                    [de los hombres
su cuerpo estilo renacimiento lleno de sol de
                                    [Italia pasa por buenos aires
ofelia yo en tus pechos fundaría ciudades
                                    [y ciudades de besos
hermosas libres con su sombra a repartir
                                    [con los amantes mundiales
ofelia por tus pechos pasa como un temblor
         [de caballadas a medianoche por Florencia
tus pechos altos duros come il palazzo vecchio
una tarde iba yo por Florencia rodeado
                                    [de tus pechos sin saberlo
era igual la delicia la turbación el miedo
las sombras empezaban a andar por las callejas
                                    [con un olor desconocido
algo como tus pechos después de haber amado
eras oscura ofelia para entonces y enormemente triste
una adivinación una catástrofe
un oleaje de olvido después de la ternura
una especie de culpa sin castigo
de furia en paz con su gran guerra
andabas por Florencia con tus pechos yendo y
                                    [viniendo por las sombras
con saudade de mí seguramente
tu hombro izquierdo digamos
lloraba a tus espaldas o largaba sus ansias lentas
         [en el crepúsculo y ellas venían a mi sangre
o eran un temblor como un presagio
gracias te sean dadas ojos míos
gracias narices muchas gracias oídos
                  [con que escucho los ruidos de la ofelia
antes apenas era una ciudad de Italia
sus tiros me llenaban de otra desgracia el corazón.




NIÑOS

un niño hunde la mano en su fiebre y saca
         [astros que tira al aire / y ninguno ve /
yo tampoco los veo /
yo sólo veo un niño con fiebre que tiene
         [los ojos cerrados y ve /

animalitos que pasan por el cielo  /
                           [pacen en su temblor /
yo no veo esos animalitos /
yo veo al niño que ve animalitos /
y me pregunto por qué esto pasa hoy /
¿pasaría otra cosa ayer? / ¿se sacaría
                  [el niño mucha pena
del alma ayer? / yo sólo sé que el niño
                           [tiene fiebre /
tiene el alma cerrada y la hunde
en las cenizas que dejará porque ardió /
pero ¿es así? / ¿hunde su alma
         [en las cenizas de sí / un árbol
mira detrás de la ventana al sol /
hay sol /
detrás de la ventana hay un árbol en la calle /
ahora por la calle pasa un niño con
    [una mano en el bolsillo del pantalón /

está contento y saca la mano del bolsillo /
abre la mano y suelta fiebres que ninguno ve /
yo tampoco las veo /
yo sólo veo su palma abierta a la luz /
y él / ¿qué ve? /
¿ve bueyes que tiran del sol? /
yo no sé nada /
no sé qué ve el niño de la mano en el pantalón /
ni el niño que tiene fiebre y ve los huesos
                                             [del atlántico
y los huesos de todos los mares revueltos
                                             [en su corazón /
yo no veo nada / no sé nada /
ni sé en qué día nací /
conozco la fecha pero no el día en que nací /
¿o ese día es este día en que muero
                                    [por enésima vez? /
¿es este día en que todos los que han muerto
se vuelven a morir conmigo? / ¿o yo con ellos? /
¿en esta luz dulcísima y abierta? /
¿y qué hace el niño con esta luz en su palma? /
¿mientras todos trabajan para hacer dinero
                                    [fuera de esta luz? /
¿encerrados afuera de esta luz que es imposible
                           [mirar sin una luz adentro? /
¿sin un amor con pena adentro? /
ahora pasan las cartas que nunca me escribiste /
hijo / vos / que tanto nacés de esta luz /
tus cartas tienen fiebres de las que no sé nada /
y nunca sabré nada /
parecen pajaritos que vuelan con su serenidad /
astros que tiraste al aire y ninguno ve /
yo no los veo ni los ve mi dolor inseguro /
pensabas en una vida más limpia que ésta /
una vida que se podía lavar /
tender al sol de tu bondad /
una vida llena de rostros como viajes /
¿dónde están esos rostros / esos viajes? /
la vida está desnuda como un mar sin orillas /
y no puedo volver la vida atrás /
llevarla hasta tu cuna /
ni llevarla adelante /
yo soy menos real que la mesa donde como /
yo como para ser real como el árbol
                           [detrás de la ventana /
ahora un niño se le paró al lado /
saca la mano del bolsillo del pantalón /
abre su palma a la luz
y piensa que la muerte es la muerte
y no más que eso /




ARTE POÉTICA

Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.
A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.




ALLÍ

Nadie te enseña a ser vaca.
Nadie te enseña a volar en el espanto.
Mataron y mataron compañeros y
nadie te enseña a hacerlos de nuevo. ¿Hay
que romper la memoria para
que se vacíe? Miro
navegar rostros en mi sangre y me digo
que no murieron aún.
Pero mueren aún.
¿Qué hago mirando cada rostro?
¿Muero en ellos cada vez?
En alguna telita del futuro habrán escrito
sus nombres. Pero
la verdad es que están muertos,
Alzan sueños sin método contra
la vida chiquita.




¿CÓMO?

¿Cómo sabe Andrea que la poesía no tiene cuerpo,
         no tiene corazón y
en su hálito de niña pasa o puede pasar
y habla de lo que siempre no habla?
En la boca cuaja el mundo y a la luz
de pasados que Andrea ignora para nunca,
su memoria es una casa nueva donde
otros rostros vivirán
y otros amaneceres, otros llantos.
Mejor así.
Todo lo que se hunde ahora, este tiempo que se
         disuelve,
serán para ella páginas amarillentas olvidables.
Un día sabrá que existieron como ella misma,
entre lo imaginado y lo real.
¡Ah, vida, qué mañana
cuando termines de escribir!




CERTEZAS

A ver cómo es.
Estaba quieta la inquietud por una vez.
La desazón en sazón y
¡cómo se parecía el mundo a Gerarda
envuelta en sensaciones de encaje!
Las palabras chocan contra la tarde y no la
         descomponen y
la furia no me deja solo conmigo.
Hay mucha sombra militar que no me deja solo en la
         esquina
donde Gerarda y yo decíamos “te soy” para decir
“me voy”, en vos, que te fuiste a vivir con los muertos.
¿Eso se hace?
La primavera vive sin pensar
pero yo no soy la primavera,
cuento huesos y sangre que vendrá.
También nosotros soñamos sobre sangre que vendrá.
En el revés del mundo crece el cosmos
y Gerarda está allí
donde nuestro dolor será nada.



LA MUCHACHA DEL BALCÓN
La tarde bajaba por esa calle junto al puerto
Con paso lento, balanceándose, llena de olor,
Las viejas casas palidecen en tardes como ésta,
Nunca es mayor su harapienta melancolía
Ni andan más tristes de paredes,
En las profundas escaleras brillan fosforescencias como de mar,
ojos muertos tal vez que miran a la tarde como si recordaran,
eran las seis, una dulzura detenía a los desconocidos,
una dulzura como de labios de la tarde, carnal,
                                                                carnal,
los rostros se ponen suaves en tardes como ésta,
arden con una especie de niñez
contra la oscuridad, el vaho de los dancings.
Esa dulzura era como si cada uno recordara a una mujer
Sus muslos abrazados, la cabeza en su vientre,
El silencio de los desconocidos
Era un oleaje en medio de la calle
Con rodillas y rostros de ternura chocando
Contra el “New Inn”, las puertas, los umbrales de color abandono.
Hasta que la muchacha se asomó al balcón
de pie sobre la tarde íntima como su cuarto con la cama deshecha
donde todos creyeron haberla amado alguna vez
antes de que viniera el olvido.



LA RUEDA
El arco o puente que va
de tu mano a la mía cuando
no se tocan, abre
una flor intermedia.
¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca
ese vacío de las manos
solas en su fatiga?
Nace una flor, sí,
se agosta en mayo como una
equivocación de la lengua
que se equivoca, sí.
¿Por qué este horror?
En la página de nosotros mismos
tu cuerpo escribe.



CAMAS

Añoro la ternura
inexplicable de las calles de Lisboa
y el sol, ese sol, y el Tajo o río
que habla con la ciudad.
El mundo está nublado menos allí,
donde se adensa la tristeza del mundo.
¿Tanta luz sirve para recordar
las condiciones miserables?
¿Uno se abriga del sol metiéndose
en el cansancio de sí?
Aislar la luz es no estar despierto
sino en lo que no fue
y no sé qué soy para mí,
o un animal que busca lo encontrado.
Me cansa la muerte, que no tiene nada dentro.
Hablo a corazón quitado.
Las camas son para otro amor.


EL PÁJARO SE DESAMPARA EN SU VUELO
el pájaro se desampara en su
vuelo/quiere olvidar las alas/
subir de la nada al vacío donde será materia y se acuesta
como luz en el sol/es
lo que no es todavía/igual al sueño
del que viene y no sale/traza
la curva del amor con muerte/va
de la coincidencia al mundo/se encadena
a los trabajos de su vez/retira
el dolor del dolor/dibuja
su claro delirio
con los ojos abiertos/canta
incompletamente



FUGAS

La velocidad de la palabra no es
la velocidad de la sangre y no sé
quién traiciona a quién. ¿Cómo
se encima el horizonte
a la palabra cuándo, a su
cortejo de esperas que todo cambiarán?
La noche cae y se consuela,
pero caer no es un consuelo para mí.
Estoy parado en el espanto
mientras cantan los rostros del día y
no sé quién miente, ellos o yo. Al fondo pasa
el animal que huye
a gran velocidad.


YO TAMBIÉN ESCRIBO CUENTOS
  
Había una vez un poeta portugués
tenía cuatro poetas adentro y vivía muy preocupado
trabajaba en la administración pública y dónde se vio que un empleado público de portugal
gane para alimentar cuatro bocas
Cada noche pasaba lista a sus poetas incluyéndose a sí mismo
uno estiraba la mano por la ventana y le caían astros allí
otro escribía cartas al sur qué están haciendo del sur
decía
De mi uruguay
decía
el otro se convirtió en un barco que amó a los marineros
esto es bello porque no todos los barcos hacen así
hay barcos que prefieren mirar por el ojo de buey
Hay barcos que se hunden
Dios camina afligido por el fenómeno ése
es que no todos los barcos se parecen a los poetas del portugués
salían del mar y se secaban los huesitos al sol
Cantando la canción de tus pechos
amada
cantaban que tus pechos llegaron una tarde con
una escolta de horizontes
eso cantaban los poetas del portugués para decir que te amo
antes de separarse
tender la mano al cielo
escribir cartas al uruguay
Que mañana van a llegar
mañana van a llegar las cartas del portugués y barrerán la tristeza
mañana va a llegar el barco del portugués al puerto de montevideo
siempre supo que entraba en ese puerto y se volvía más hermoso
Como los cuatro poetas del portugués cuando se preocupaban
todos juntos por el hombre de la tabaquería de enfrente
el animal de sueños del hombre de la tabaquería de enfrente
galopando con como josé gervasio de artigas por el hambre mundial
El portugués tenía cuatro poetas mirando al sur
al norte
al muro
al cielo les daba a todos de comer con el sueldo del alma
él se ganaba el sueldo en la administración del país público
y también mirando el mar que va de lisboa al uruguay
Yo siempre estoy olvidando cosas
una vez me olvidé un ojo en la mitad de una mujer
otra vez me olvidé una mujer en la mitad de portugués
me olvidé el nombre del poeta portugués
De lo que no me olvido es de su barco navegando hacia el sur
de su manita llena de astros
golpeando contra la furia del mundo
con el hombre de enfrente en la mano.



Poemas de Sidney West


LAMENTO POR LA TÓRTOLA DE BUTCH BUTCHANAM
el pobre butch butchanam pasó sus últimos años
cuidando a una tórtola ciega y sin querer ver a nadie
en solidaridad con el pájaro al que amaba y cuidaba
y a veces aleteaba en su hombro dejando caer
un dulce sonido a naranjos azules girando por el cielo
a demonios de pie sobre un ratón
a monos de piedra sorprendidos en el acto de hacer
“oh tórtola” decía butch butchanam “amas la ceguera
y yo convertí mi corazón en ceguera
para que vueles alrededor de él y te quedes”
pero lo que debe desaparecer
todo lo que se masca come chupa bebe o saborea
venía con el crepúsculo y tristeza para butch
tristeza para butch
el cual:
soñaba con el desierto sembrado de calaveras de vaca
los castillos de arena instantánea o polvo rápidamente quieto en tierra
los oleajes (como de serpiente) del tiempo en Melody Spring
y los antepasados que ya no conocían la muerte ni el dolor de la muerte
y hablaban un idioma lento amarillo feliz
como un lazo de oro al cuello
noches y noches soñó butch butchanam
hasta que supo que iba a morir
enfiló su cama hacia el sur y se acostó de espaldas al cielo
y dejó escrito en la tórtola que lo enterraran de espaldas al cielo
y aquí yace de espaldas al cielo mirando todo lo que baja y sube
en Melody pueblo de miserables que:
degollaron la tórtola la asaron se la comieron
y comprobaron con cristiano horror
que los miraba desde el plato
con el recuerdo de sus ojos

LAMENTO POR EL PÁJARO DE CHESTER CARMICHAEL
todas las niñas cantan en Melody Spring
todos los niños bailan en Melody Spring
y las ancianas tejen los ancianos fuman sus pipas de espuma de mar de Melody Spring
menos chester carmichael muerto en el otoño de 1962
previamente se había deshojado como un árbol
plumas vientos pedazos de memoria se le fueron cayendo
lo último fue una mujer o lo que quedaba de una mujer
semirroída masticada seca y aún fosforescente
que iluminó a chester carmichael noches y noches
y no se apagó todavía y brilla donde empieza el camino del sur
él está oscuro:
no tanto por eso de la tierra y la muerte
el tiempo le trabajó la cara como un angelito
y ahora está desnudo de alternativas decadencias furias
entre suaves raíces y demás compañeros de estación
se acabó chester carmichael
se fue con nardo en la mano acompañado por cien mil monos
que cantaban bailaban como las niñas y los niños de Melody Spring
no hubo sollozos gritos flores sobre su corazón
solo un pájaro bello que lo miraba fijo
y ahora vigila su cabeza
¡ah pajarito!
cada tanto se inclina sobre chester carmichael y oye lo que está devolviendo
tranquilo como el sol


LAMENTO POR EL SAPO DE STANLEY HOOK
stanley hook llegó a Melody Spring un jueves de noche con un sapo en la mano
“oh sapo” le decía “sapito mío íntimo mortal y moral y coral
no preocupado por esta finitud
no sacudido por triste condición furiosa” le decía
“oh caballito cantor de la humedad o pedazo esmeralda”
le decía stanley hook al sapo que llevaba en la mano
y todos comprendieron que él amaba al sapo que llevaba en la mano
más allá de accidentes geográficos sociológicos demográficos climáticos
más allá de cualquiera condición
“oye mío” le decía “hay muerte y vida día y noche sombra y luz”
decía stanley hook “y sin embargo te amo sapo
como amaba a las rosas tempranas esa mujer de Lesbos
pero más y tu olor es más bello porque te puedo oler”
decía stanley hook y se tocaba la garganta
como raspándose el crepúsculo que entraba y avanzaba y le ponía el pecho gris
gris la memoria feo el corazón
“oye sapo” decía mostrándole el suelo
“los parientes de abajo también están divididos ni siquiera se hablan”
decía stanley hook “qué bárbara tristeza” decía ante el asombro popular
los brillos del silencio popular
que se ponía como un sol
esa noche naturalmente stanley hook se murió
antes les dio terribles puñetazos a las paredes de su cuarto en representación de sí mismo
mientras el sapo sólo el sapo todo el sapo
seguía con el jueves
todo esto es verdad:
hay quien vive como si fuera inmortal
otros se cuidan como si valieran la pena
y el sapo de stanley hook se quedó solo



LAMENTO POR LOS OJOS DE VERNON VRIES
todas las palomas de la tarde perseguían a vernon vries y era maravilloso
verlo huir de tanta crueldad o blancor
peor él creía hacer esfuerzos para volar con ellas
y en realidad hacía esfuerzos para volar con ellas pobrecitas
“¡oh vernon! verdadero de arriba verdadero de abajo poco hay en el mundo”
decía al escapar o volar y sus ojos manchados por la dura contemplación
no vivían en paz perpetuamente hechos y deshechos
vivían mal o tristes o encontrando pobreza
se supo que los ojos de vernon vries vivían así:
adorando pájaros ríos cataratas el océano extenso
las lluvias los calores las amadas que giran por el aire
esos ojos se encerraban a veces en el baño para llorar
“ah” decían “si árboles fuéramos”
peor eso se supo después
las palomas reventaron los ojos de vernon vries una tarde
y vieron las raíces que bajaban a tierra
y también las comieron gozosas por todo lo que vuela
hay palomas que brillan al sol
cuando piensan en vernon vries como hojitas les salen del pico
peor a él se lo llevaron los tábanos
y estaba como rojo de miel
fue de ver los aplausos que hubieron
cuando los ojos de vernon vries se alejaron
como fuegos sin ruido apagándose
en fantástico vuelo orbital


LAMENTO POR LAS AGUAS DE BIGART SAMPLE
¡oh bigart sample desgarrado en el monte!
ya no se oye tu palpitar
se lo comieron los mosquitos las moscas
esas malarias sudamericanas
de su boca mezclada a la tierra sube
cada tanto un insulto padre
como crepitaciones en la noche
seca dura podrida
¿adónde fue bigart sample ahora?
¿adónde está en este minuto
que el cielo vira solo sin sol?
nadie sabe qué es de bigart sample ahora
la tierra le tapó las manos
la tierra se lo tragó
como evitándole vergüenzas
el poco amor universal
nadie sabe si le dan de comer a bigart sample
nadie sabe si le dan de beber
si lo crían en un botellón verde
si va a brotar a fin de año
por el barranco donde tienen su guarida los loros
pasa en forma de río que no llega al mar
lleno de peces de oro
bigart sample
no puede abrir la boca sin que empiece a llover
por eso está callado
no puede abrir la boca bigart sample
por eso calla calla

LAMENTO POR EL VUELO DE BOB CHAMBERS
la vez que a bob chambers lo vieron estaba
poniendo lento el día
dura la vista claro el corazón
le dieron una cama de rosas que fue a tirar al mar
entonces
del costado se le alzaban como especies de oleajes
carnes que se soñaban alas a bob chambers y no pasaron de su piel
en esta edad tan carestía
¿ah caramba!
¡ah bob chambers dos en su vehículo terrestre!
olvidados yacen ahora bajo sus capas de volar quedándose
y tanta pena apenas se soporta
pero qué hacer
bob esperaba al viento sur
“madre vieja tengo en casa” decía
y chambers vivía vuelto al sur con la mesa puesta
nunca se pusieron de acuerdo sobre este punto cardinal
así ocurrió lo que se supo:
tirando a un lado y a otro bob chambers se rompió
la soledad o perros se comieron su agujero central
todo el pueblo lo vio
a bob partir a chambers estallar en la mañana lenta
nunca hubo espectáculo igual y todos aplaudieron
y todos aplaudieron
menos la amiga que lloraba por bob
el que dejó el amor para mañana
menos la amiga que lloraba por chambers
el que dejó el amor para la noche
lavaron a la amiga con rosas y limón
le dejaron los pies en agua fría
y nadie habla de bob chambers
se la pasan desarmándolo tristes como señores
bob chambers no protesta
viaja por la muerte montado en un burrito
con la mejilla cerca de la luna tan alta
y una almohadita para el sol


LAMENTO POR LA CAMISA DE SAM DALE
sam dale no quería
dormir solo con sus sudores
y a la madre le dijo “madre”
búscame novia entre los odios del día”
así creció perseguido por olor
que nunca supo conseguir
la madre madrecía cada noche
pero no había caso
“ah” decía sam dale al final de su chaleco
hermoso como un secretario general
“novia mía ¿porqué no venís?
novia mía ¿qué suelo ató tus sienes?”
la novia de sam dormía y hacía amanecer
de sus dos pies salía el sol la luz
y era bella como los pies de Dios
atados siempre siempre
a tanto dolor atados pero no Dios sino el grande amor
duerme atado a profunda claridad
no lo despierten hijos
que duerma duerma duerma
a menos que le den de comer
él duerme porque no le darían de comer
y duerme hermoso hermoso
como la novia de los yules verdes
como la novia del amor primero
ella está muerta y yo la quiero
pero sam dale ni nada
él pedía a la madre por la esposa del río
la esposica estaba en el río vestida de amarillo
haciendo una cama grande con las aguas
corinas con los pájaros para que entre la mañana cantando
y aún la muerte cuando debiera entrar
peor sam dale vigilaba la puerta y Dios no entra por ahí
así que viuda tora marinera se le murió la camisa
y la enterró ya tarde ya tardísimo
y manzanitas de oro había en las ramas
¡gracia que tiene lo perro!
¡ah muérdanos la cara para despertar!
a sam dale lo pusieron en una copa de vidrio
“¡ah tripa dolorosa!” decía hablando del corazón
la flor de su camisa tapo o mundo celéstese sam dale
cuándo despertaremos mi dios
novia dormía hermosa hermosa con un lunar de amor
y un ruiseñor que le cantaba enemigos
sam dale cruzó Alabama como un fuego
dejó en herencia una mañana que las gallinas picotearon
y del costado le caían señoras
acabaditas de nacer
¡ah sam dale te tomaron el alma en mitad del arenal!
no debiera dormir mal ahora a las tres de la tarde tu entierro pasó
al pie de tu retrato ella se arrodilló
pobre con una cuna blanca sola


LAMENTO POR LA HISTORIA DE CAB CALLOWAY
hay hombres con una historia o dos
pero cab calloway tenía otra historia
a nadie la podía mostrar y le pesaba
más que el Día de la Santa Consolación
¡ah cab calloway hijo!
toda sabiduría es poca eso se sabe
con los brazos hundidos hasta el codo en la espesa marea
se le volvían dulces las mujeres
y terribles como un cuento de hadas
la Bella Durmiente se la pasaba despertando
cómo salir del bosque oscuro
cómo salir preguntaba cab calloway
“por áhi anda el cansancio haciendo ruidos” decía pero no
cab calloway arregló su corazón como una casa
puso la mesa y bebió
a la salud de todos los vivientes
ninguno conocía a cab calloway
pero una especie de huno o vos o calor o luz
se les caía en la cabeza según
cuando cab calloway brindaba
de modo que está bien
el pajarito está contento
salta y salta en la jaula y canta
¡ah cab calloway padre!
un día de estos se murió y lo enterraron con sus pies
que asistieron respetuosos a toda la ceremonia
y después se fueron por el campo
y en la pieza de cab calloway lloraban las mujeres
cuando las lágrimas se secaron
el pajarito se las comió
el pajarito está contento
salta y salta en la jaula y canta
una mujer a lo mejor le abrazaba los pies a cab calloway
antes de que se fueran por el campo
hundiéndose hasta el codo en la espesa marea
ya vueltos dulces dulces

LAMENTO POR EL LLANTO DE SIM SIMMONS
una mañana de otoño sim simmons
se levantó sin ojos como caídos a favor de la estación
“pero no importa” dijo
y se alisaba la memoria
“no importa realmente no importa” decía sim simmons
poniéndose árboles vacíos en las cuencas
a los que alimentó con estampidos
gritos olvidos silenciosas partes
nocturnos insectos portadores de muerte
rondaban por los árboles
“no importa” decía sim
desplegando sus tiernas alas
y volando todo alrededor del cielo
“si fuese una nube” decía “si fuese un halcón o catástrofe
lo que me come el corazón” decía
“te apagaste paloma” decía sim simmons sin llorar
“no tengo ojos para llorar” decía “y sin embargo debiera”
decía recordando que todo vegetal,
agua llanto lluvia o río necesita
para abrigar un tierno nido
así que sim simmons se puso a llorar
los árboles se le volaron
y otra vez tuvo ojos para mirar o ver o sufrir
y llorar sin dar comida a nadie
“me lo merezco” decía sim simmons tarde
“me lo merezco mucho” decía con los ojos ya secos
duros brillantes como sol
bajo la tierra de Alabama
dos ríos nacieron donde lo enterraron
uno hacia el norte otro hacia le sur
para memoria para olvido
y todo el mundo tuvo agua
pero sim simmons no:
miraba para abajo
ya merecido o muerto o triste
sin árboles sin árboles


LAMENTO POR LAS MANOS DE ASTOR FREDERICK
 
 
cuando astor frederick murió
plegó alitas y dejó sobre todo sus penas
y como un brillo o resplandor
que lo seguía en el entierro
ni perro ni hombre ni mujer ni gato seguían su cajón
por la calle dorada en la mañana de mayo paciente
pero sí el brillo o resplandor
como cantándole cantándole
decía el brillo “astor frederick se va por aquí
al país donde todos se reúnen
sigo las huellas de sus pies besándolas
pero él ya nunca estará solo”
decía el brillo “astor frederick ya nunca más se apenará
de pueblo en pueblo y por alturas su joven corazón
marcará el paso de las lunas
se comerá flores que mueren”
ojalá ojalá repetían los arcos las piedras podridas de la calle
las pieles de la calle meciéndose por donde
astor frederick sus restos los restos de su dentadura etc
pasaban a gloria mayor

¡ah frederick en la cajita!
lo empaquetaron mucho para siempre
y aunque él no quisiese otra cosa que amor como abrigo o fortín
es como si faltara
la tierra del cementerio de Oak
se lo comió casi por todas
menos las manos eso sí
apoyadas la una en la otra
del silencio que astor frederick hizo
creció una pájara de viento que le volteaba el corazón
menos el brillo o resplandor
cala del mundo mundo mismo
y esta es la historia de astor frederick ea
ninguna pus paloma o reventón se alzaba nunca de sus nuncas
menos las manos eso sí
apoyada la una en la otra

LAMENTO POR EL SICOMORO DE TOMMY DERK
a los cuarenta tommy derk descubrió
que él sufría la suerte de su pueblo
que el paraíso a cuenta
lo destinaba a páramo del mundo
¡ah tommy derk cómo lloraba en su entretela o revés!
pero ni así regaba sus tierritas
donde la luz se le apagaba
al pie del sicomoro marrón
y el sicomoro también se apagaba
arrugándolo a tommy derk
cortándole la claridad del pelo
llenándolo de hojas con su nombre muerto escrito allí
¡ah celebres palomas!
ninguna vino a defenderlo a tommy derk
ninguna le dio plumitas para el frío
o pan con leche para el hambre del sur
así que tommy derk se acostó a morir nomás
y pidió que por lo menos lo hacharan
hicieran leña con él algún fuego con él
algún calor o luz o advertencia
cuando lo fueron a encender se le volaron los caballos
se le volaron los caballos a tommy derk
unos fueron al norte otros al frente
unos fueron al tiempo otros a él
peor esa sangre reseca que dejó tommy derk
justísimo debajo de donde ardió
parecía una pluma con leche
con su nombre vivo escrito allí
“tommy derk tommy derk” gritaba la plumita
mientras todos los sicomoros de Ohio especialmente
agachaban la cabeza en silencio
como una mala soledad


LAMENTO POR LA CUCHARITA DE SAMMY MCCOY
“en qué consiste el juego de la muerte” preguntó
sammy mccoy parado en sus dos niños
el que fue el que sería
“en qué consiste el juego de la muerte” preguntó sin embargo
antes había bebido toda la leche de la mañana
jugos del cielo o de la vaca madre según
untándola con los sueños que
se le cían de la noche anterior
sammy mccoy era odiado frecuentemente por una mujer
que no le daba hijos sino palos
en la cabeza en el costado
en la mitad del desayuno esa fiebre
de cada palo que le dieron
brotó una flor de leche o fiebre que le comía el corazón
peor todo se come el corazón
y sammy nunca se rendía sammy mccoy no se rendía defendiéndose con nada:
con la memoria del calor
con la cucharita que perdió una vez revolviendo la infancia
con todo lo que iba rezando o padeciendo
con su pelela mesmamente
así
del pecho le fue saliendo
una dragona con pañuelo y la luz
como muchacha envuelta en aire
como dos niños sobre los que niño
sammy mccoy se paraba y
“en qué consiste el juego de la muerte” preguntaba
ya cara a cara con la gran dolora
cuando murió sammy mccoy
los dos niños se le despegaron
el que fue se le pudrió y el que iba a ser también
y de todos modos fueron juntos
lo que la lluvia o sol o gran planeta o la sistema de vivir separan
la muerte lo junta otra vez
pero sammy mccoy habló todavía
“en qué consiste el juego de la muerte” preguntó
y ya más nada preguntó
de sus falanges ángeles con mudos
salían con la boca tapada
a cucharita a memoria a calor
“güeya güeya” gritaban sus dos niños
ninguna mujer salvo la sombra los juntó
qué vergüenzas animales
y las caritas les brillaban calientes
así ha de ser caritas de oro
señoras presidentas o almas cuyas acabaran
a los pieses de sammy el que camina
sammy mccoy pisó el sol y partió
 

domingo, 23 de julio de 2017

Algo muy grave va a suceder en este pueblo Autor: Gabriel García Márquez

Algo muy grave va a suceder en este pueblo

(Cuento contado por García Márquez en un congreso de escritores.)
Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
-Te apuesto un peso a que no la haces.
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:
-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
-¿Y por qué es un tonto?
-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.
Entonces le dice su madre:
-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:
-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.
Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.
-Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
-Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:
-Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:
-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.

el discurso de la confesión en BOQUITAS PINTADAS de Manuel Puig


DECIMOCUARTA ENTREGA






...la golondrina un día su vuelo detendrá...

Alfredo Le Pera





Padre, tengo muchos pecados que confesar. Sí, más de dos años, no me animaba a venir. Porque voy a recibir el sacramento del matrimonio, eso fue lo que me ayudó a venir. Sí, ayúdeme, Padre, porque con la vergüenza no consigo nada, Padre, ayúdeme a confesarle todo lo que he hecho. He mentido, le he mentido a mi futuro marido. Que tuve relaciones con un solo hombre, con un muchacho que se iba a casar con­migo y después se enfermó, y no es verdad, lo estoy engañando ¿qué tengo que hacer, Padre? Pero si se lo digo lo voy a hacer sufrir, sin ningún provecho para nadie. Pero cuando la verdad no sirve más que para hacer sufrir, ¿hay que decirla lo mismo? Lo haré, Padre, pero tengo otra mentira muy grande que confesarle, una mentira tan grande... No, Padre, el pecado de lujuria ya lo había confesado, de ese pecado ya estoy limpia, otro Padre Cura me absolvió. He mentido ante la Justicia. Ante el Juzgado de Primera Instancia de la Provincia de Buenos Aires. ¡No! eso no puedo hacerlo, Padre. No, la verdad no serviría más que para hacerme sufrir más a mí y a todos. Padre, yo se lo cuento todo, sí, a usted se lo cuento todo. Sí, Padre ¿Por qué, Padre? Yo vivía con mi familia en un pueblo de la provincia, y de noche entraba a mi habitación un hombre que trabajaba en la Comisaría. No, Padre, no estaba enamorada de él. Ayúdeme, Padre, no sé por qué lo hacía. Sí, Padre, era para olvidar a otro. Sí, Padre, al otro lo quería pero estaba enfermo y lo abandoné, porque tenía miedo de contagiarme. Él ocultaba que escupía sangre. Le hice un bien, Padre ¿no le parece? ¿A su lado? No sé, Padre. Sí lo quería pero cuando vi que estaba enfermo no lo quise más. Padre, tengo que ser sincera ¿si no para qué estoy acá? ¿no le parece? Bueno, yo quería tener una casa y familia y ser feliz, Padre ¡yo no tengo la culpa si lo dejé de querer! Sí, Padre, soy débil, y pido perdón. Ese hombre que le dije venía a mi habitación. No, el enfermo no, el otro, el policía. No, el enfermo no era policía. Y una noche de calor que dejé la ventana abierta lo vi que me miraba desde el jardín: se había metido en mi casa. No, no tuve fuerzas para alejarlo y empezó a venir cuando se le daba la gana, ¿qué tengo que hacer para ser perdonada, Padre? No, mentí a la Justicia por otra razón. Resulta que ese mucha­cho era el padre de un hijo natural de mi sirvienta, que llegó de vuelta de Buenos Aires cuando yo ya había caído en la tentación con él. No, volvió porque yo la llamé, mejor dicho mi mamá. No, ella había trabajado con nosotros antes, cuando quedó embarazada. No, yo no le podía decir nada a él porque en ese tiempo yo todavía no lo conocía, lo conocí después, cuando él empezó a trabajar en la Policía. No, durante el proceso no, yo lo conocí antes, porque cuando el proceso él ya estaba muerto, era el proceso por el asesinato de él. Sí, empiezo de nuevo. Cuando llegó de vuelta la sirvienta de Buenos Aires, porque mi mamá la llamó, yo me di cuenta de que corríamos peli­gro de que ella nos viera. No, mi mamá no, tenía la pieza lejos, ¡la sirvienta! porque lo odiaba al muchacho. Entonces le dije a él que yo tenía miedo, pero siguió viniendo a verme. La sirvienta oyó ruidos una noche pero no se dio cuenta de nada, pero otra noche oyó los mismos ruidos y salió al patio. Entonces lo alcanzó a ver a él que saltaba el tapial ya de vuelta para la Comisaría y oyó el ruidito de mi ventana que se cerraba. Sí, ya para entonces era invierno. Ella se dio cuenta y a la noche siguiente se quedó en el patio, con un frío terrible, esperando que él saliera de mi pieza. Él se iba antes de aclarar el día. Aquella noche fatal yo me había quedado dormida, él me despertó cuando ya estaba listo para saltar de la ventana al jardín, así yo cerraba la ventana. Fue ese famoso invierno del año 39, que hizo tanto frío. Yo estaba de nuevo acomodándome para seguir durmiendo cuando oí unos gritos espantosos de dolor. Me levanté de un salto y abrí la ventana. Ya no se oía más nada, la sirvienta había tenido el atrevimiento de esperarlo y le había dado dos puñaladas. Sí, llamé a papá y mamá, yo lógicamente tenía miedo de que la sirvienta viniera y me matara a mí. Pero vi que papá iba y se le acercaba adonde estaba ella, arrodillada al lado de él, tirado muerto, con la cuchilla de la cocina clavada en el corazón. Ella estaba quieta, mi papá se le acercó y le pidió que desclavara la cuchilla y se la diera. Ella le hizo caso y mi papá sin ensuciarse agarró la cuchilla por la hoja con dos dedos y a ella la llevó de un brazo para adentro de la casa. Mi mamá le preguntó qué había hecho y la sirvienta estaba como idiotizada, no reaccionaba con nada. Mi mamá me pidió que le trajera perfume y alcohol para hacerle oler. Yo estaba muerta de miedo de que papá y mamá se dieran cuenta de lo que había pasado. En el baño vi el frasquito de pastillas para dormir, de «Luminal». Agarré dos pastillas y las llevé escondidas en el puño. Le dije a mi mamá que yo no encontraba nada, porque en realidad mi mamá tiene la manía de guardar todo y a veces yo no encuentro las cosas, entonces fue ella a buscar el perfume y el alcohol. Yo le puse las pastillas en la boca a la sirvienta y se las hice tra­gar. Pero estaba atragantada, mi mamá llegó y le dio un vaso de agua pero no se dio cuenta qué era, y eso que mamá de tonta no tiene nada. Al ratito la sirvienta se quedó dormida. Cuando la Policía me preguntó qué había pasado no sé de dónde saqué el coraje... y les mentí. Les dije que el muchacho había querido abusar de la sirvienta y que ella se había defen­dido con la cuchilla. ¡Ay, Padre! todo yo lo había imaginado más de una vez, yo ya me había imaginado que eso podía pasar, y él no me hacía caso. No, la sirvienta se despertó recién a la mañana siguien­te, yo pasé toda la noche al lado de ella, y el médico, de tanto que le dije, no dejó que la llevaran a la Policía, y quedó un Cabo vigilando que se iba a la cocina a comer a cada rato. Porque usted no sé si habrá visto que los policías y los médicos están habituados a las desgracias y no se inmutan. Y los curas, perdón, los sacerdotes también se controlan mucho. Cuando se despertó la pobre le dije que si contaba la verdad la iban a con­denar a cadena perpetua y no iba a ver más al hijo. Le expliqué hasta que lo entendió que no dijera nada que el muchacho había estado en mi pieza, que él había saltado el tapial para verla a ella, para abusarse otra vez, que ya no valía la pena vengarse de mí, lo que tenía que hacer era sal­varse ella para poder darle todos los gustos —un modo de decir— a su nenito, y le expliqué bien claro todo lo que tenía que poner en la decla­ración. Me miraba sin decir nada. Y todo salió bien. Me entendió que tenía que mentir para que la soltaran. Y todos se creyeron que fue en legí­tima defensa. La verdad la supieron nada más que ella, el abogado y yo, y por supuesto el muchacho muerto. El que murió. ¿Cuál enfermo? No, el que yo dejé no se ha muerto, todavía vive pobre muchacho, yo digo el otro ¡el que mató la sirvienta! No, Padre ¿de qué serviría? ¿Pero para qué si la pobre lo hizo de puro ignorante que es? ¿Usted cree que Dios no la ha perdonado? ¿Y Dios no tendrá otro modo de castigarla? ¿tiene necesariamente que castigarla la Justicia? Sí, Padre, tiene razón, la verdad tiene que saberse. Bueno, Padre, se lo prometo, contaré toda la verdad ¿A quién voy a ver? No me acuerdo del nombre del Juez. Creo que no murió de la primera puñalada. Es posible que unos segundos haya vivido. ¿Ya Dios perdona por un solo segundo de arrepentimiento? Entonces lo haré, Padre, así se acor­tan sus sufrimientos en el Purgatorio. Padre ¿Usted cree que él tuvo ese segundo de arrepentimiento? porque si no lo tuvo habrá ido al infierno y ahí nadie lo puede ayudar, por más que nos la pase­mos rezando los que estamos vivos ¿Qué cosa? ¿Y qué puedo hacer por él? Sí, son muy pobres. Debe tener tres o cuatro años. Sí, en esos rancheríos se hacen ladrones, malandrines. Eso cuando esté en edad escolar. Sí, lo prometo. ¿Hasta cuando pueda? Sí, Padre, le prometo las dos cosas: iré a decir toda la verdad y me encargaré de la educa­ción de ese pobrecito. Sí, Padre, estoy arrepentida de todo. Diez Padrenuestros y diez Avemarías, y dos Rosarios todas las noches. Sí, Padre, me doy cuenta, sé que soy débil. ¿Pero qué culpa tuve yo si no lo quise más? ¿Me tenía que casar con un muchacho enfermo si no lo quería? ¿no es un pecado casarse sin querer a un hom­bre? ¿no es engañarlo? ¿engañarlo no es pecar? Sí, estoy convencida. Gracias, Padre, lo prometo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.


el doble discurso en BOQUITAS PINTADAS de Manuel PUig




—¿Se puede? el estómago se me revuelve

—Sí, pase por favor. La estaba esperando, qué arreglada se vino la petisa

—Qué lindas tiene las plantas... pero la casa da asco

—Es lo único que me daría lástima dejar, si me voy de Vallejos... ¿qué mirás tanto los mosaicos rotos del piso? se vino impecable, la lana del tapado es cara, el sombrero de fieltro

—Qué frío hace ¿no? no tiene estufa, esta orillera

—Sí, perdone que esta casa es tan fría, venga por acá que pasamos a la sala, vas a encontrar mugre si sos bruja... fijáte qué limpieza

—Mire, a mí no me importa ir a la cocina, si está más calentito... no tiene estufa, ya se le cayó la papada, debe tener cuarenta y cinco, y los ojos bolsudos

—Bueno, si no le importa vamos, está todo limpito, por suerte, te creías que me agarrabas con todo sucio ¡enana sos! ¡enana! por más que te pongas sombrero para alargarte

—¿Le traga mucha leña esta cocina? la debe refregar todo el día, la orillera ésta

—Y, bastante, pero como me la paso acá todo el día, no importa, sí, soy sencilla ¿y qué te importa?

—¿Recibió carta de su hija? la gorda

—Sí, está lo más bien, gracias, pescó marido, no como vos

—¿Dónde es que se fue a vivir, a Charlone? cuatro ranchos perdidos entre la tierra

—Sí, el muchacho tiene el negocio en Charlone. Tan chiquito Char­lone, ¡no! pero casada, casada, no solterita como quien sabés...

—Usted hace bien en irse de Vallejos ¿qué va a hacer acá, sola? remanyada

—Sí, la hija se me fue, qué voy a hacer acá sola, cuando se tiene un amor, a qué perder el tiempo sola...

—¿Cuántos años hace que se quedó viuda? ¿qué le habrá visto mi hermano? es ordinaria, mal vestida

—Van para doce años, ya. La nena tenía ocho años cuando él murió. Yo he sufrido mucho en la vida, señorita Celina, me llegó la hora de pasarla bien, que te pensás...

—¿Qué edad tenía usted al morir su esposo? confesá

¿ Qué le digo? La nena tenía ocho... no, no, no, no te voy a dar el gusto

—Mire, señora, como le mandé decir, tengo algo que hablar con usted muy importante, tenés un corte de pelo a la garçonne que da asco y esos aros de argolla no le faltan a ninguna chusma

Sí, hable con toda confianza, ayudame Dios mío, que ésta es capaz de cualquier cosa

—Mire, ante todo quiero que usted me prometa no contárselo a nadie, orillera chusma, vas a sufrir sin contárselo a la vecina

—Se lo juro por lo más sagrado. ¿Dios no me castigará que estoy jurando?

—¿Por quién? si jurás por mi hermano te escupo

por Juan Carlos no me animo Por la felicidad de mi hija.

—Bueno. Mire, yo recibí carta de mi hermano contándome lo que usted piensa hacer.

—¿Qué es lo que le cuenta? ¿con qué se vendrá ésta? ¿me amenazará con contárselo a mi nena?

—¿Para qué quiere que se lo repita? te embromé

—Y si por ahí le dice algo que no es todo verdad, no quiero decir que él sea mentiroso, pero por las dudas que no haya un malentendido, por las dudas

—Dice que usted supo que nosotras, mamá y yo, no vos, atorranta no podíamos más mandar tanto dinero a Córdoba para el tratamiento nuevo, y la pensión donde está no es buena, y la mejor cuesta un ojo de la cara, bueno, que usted le escribió diciéndole que quería vender esta casa y mudarse a Cosquín, para comprar una casita allá y tomarlo a él de pen­sionista, cómo te puede tolerar mi hermano, cascajo, siempre de taco alto y zoquetes

—Sí, es todo verdad, y si puedo voy a tomar algún pensionista de veras para que ayude en los gastos.

—Mi mamá está muy molesta con todo esto, de tratar con orilleras

—¿Por qué? ¿no es por el bien del hijo acaso? todas las copetudas tie­nen el corazón de hielo

—Sí, pero sufre al no poder ayudarlo como quisiera.

mejor que le mandaras unos pesos, en vez de tanto tapado y som­brero Y, pero no hay que ser tan orgullosa tampoco, eso está mal.

—Mi mamá no es orgullosa, eso no está bien que usted lo diga. Lo que pasa es que mi mamá fue educada para que nunca le faltara nada, y ahora le duele, ¿es natural, no? ¡abarájate ésa!¡abarajátela!

cómo tenés coraje de ofenderme, perra... Sí, las madres son así.

—Bueno, entonces mi mamá, y yo también, le queremos pedir una cosa.

—Dígame, ¿me arruinarán todo? ¿perderé a mi amor?

—¿Usted va a vender los muebles, los va a rematar?

¿me salvé? No, porque no me dan nada, y después si tengo que comprar muebles nuevos en Cosquín va a ser carísimo. Para colmo que ahí no sé si habrá una mueblería ¿se imagina si los tengo que ir a comprar a la ciudad de Córdoba?

—Mi mamá y yo nos imaginamos que los iba a mandar de acá.

—Sí, los mando de acá. Y ya tengo oferta para la casa ¿sabe? nada, nada me va aparar

—Bueno, mi mamá, y yo también, le pedimos una cosa: usted no va a tener ninguna oposición de nuestra parte, pero le pedimos que no di­ga a nadie que se va a Cosquín. caradura, a juntarse con un muchacho más joven

—No se preocupe, yo tampoco pensaba decirle a nadie, y a mi hija tampoco todo. Usted sabe la lengua que tienen acá. Si no fíjese lo que dicen de la Mabel... toma aguantátela, que es amiga tuya

¿qué querés insinuar vos y la papada que tenés? Yo no lo creo. Una chica de familia como Mabel no se iba a meter con ese negro.

son todas unas atorrantas y vos peor que ninguna Puede ser que sean inventos. Pero parece que en la declaración se contradijo

—Estaría nerviosa... En fin, volviendo a nosotras, aunque usted no diga de Cosquín, la gente se va a dar cuenta si no anda con más cui­dado. Por ejemplo los muebles, no los despache desde acá.

—¿Y cómo voy a hacer?

—Si usted los despacha por la compañía de mudanzas de acá, enseguida lo va a saber todo el mundo. Mande los muebles de acá a lo de su hija en Charlone, y de ahí a Cosquín. Y para todo tome las mismas pre­cauciones.

a Juan Carlos no me lo quitás ¿Qué más precauciones?

—Todo. Así nadie se entera de que usted está allá con mi hermano. Usted tiene que comprender que para nuestra familia es una vergüenza. te la dije

no, vergüenza es robar Si Dios le mandó esa enfermedad a su her­mano fue la voluntad de Dios, no gana nada con tener vergüenza.

—¿Pero me promete hacer eso con los muebles y con la escritura de la casa? Tiene que dar para todos los trámites la dirección de su hija en Charlone. ¿Me lo promete?

—Se lo prometo, y vos que te andás subiendo al auto de los viajantes, enana ¿qué derecho tenés a hablarme en ese tono?

el discurso policial en BOQUITAS PINTADAS. MAnuel PUig




DUODÉCIMA ENTREGA






... fue el centinela de mi promesa de amor...

Alfredo Le Pera





Policía de la Provincia de Buenos Aires



Comisaría o Seccional: Coronel Vallejos

Destino de expediente: Juzgado en Primera Instancia del Ministerio de Justicia de la Provincia de Buenos Aires y Archivo local

Fecha: 17 de junio de 1939



Acta inicial (Extractos)



A los dieciocho días del mes de junio del año mil novecientos treinta y nueve, el funcionario que suscribe comisario Celedonio Gorostiaga, con la actuación del Sub-Comisario Benito Jaime García que refrenda a los efectos legales hace constar que en este acto se constituye sumario corres­pondiente al hecho de sangre en que perdiera la vida el Sub-oficial de Policía Francisco Catalino Páez, ex-funcionario de esta Comisaría.

El suceso fue perpetrado en la madrugada del día diecisiete del presente mes de Junio, como atestiguado por el Cabo de Guardia Domingo Lonati, quien oyó gritos hallándose en la cocina de la Comisaría, situada en el patio trasero del edificio. Dichos gritos provenían de un solar vecino, pero no se pudo precisar en ese mismo momento, porque al salir el Cabo al patio, ya que tenía las ventanas cerradas debido a la baja temperatura reinante en todo el Partido de Coronel Vallejos en los últimos días, pero cuando salió al patio, los gritos habían cesado y se oía apenas un quejido que también cesó. El cabo se subió al tapial aprovechando que se encontraba una escalera colocada contra la pared, y miró hacia el patio del solar ocupado por la vivienda del convecino señor Antonio Sáenz. En dicho patio hay una gran higuera que le ocultaba la vista total, pero creyó ver bultos en movimiento junto a la puerta del lavadero de dicha vivienda. El Cabo Lonati pensó que podría tratarse de una pelea de ani­males tales como perros y gatos y pese a la baja temperatura se quedó apos­tado como vigía en el tapial. A los pocos minutos vio encenderse luces en el lavadero. Vio movimiento de varias personas y entonces el Cabo a voz en cuello ofreció su socorro pero nadie le contestó porque ya la puerta del lavadero estaba evidentemente cerrada. El Cabo Lonati pensó que lo mejor era volver a la oficina de guardia por si el teléfono llamaba y en efecto antes de llegar a la oficina ya estaba sonando la campanilla. Se trataba del Señor Sáenz, convocando la ayuda policial pues el Suboficial Páez yacía en la vivienda del Sr. Sáenz, ya definitivamente sin vida como después lo constató el médico forense Dr. Juan José Malbrán. A continuación el que suscribe, Comisario Celedonio Gorostiaga, residente en el piso alto del edificio de la Comisaría, fue convocado por el Cabo Lonati y juntos se dirigieron al domicilio del Sr. Sáenz. Este los esperaba ataviado con su ropa interior de dormir y una robe de chambre, lo mismo que su esposa, Doña Agustina Barraza de Sáenz y su hija, señorita María Mabel Sáenz. Durante el sueño habían sido sacudidos por los gritos del Suboficial Páez, herido en el jardín por la sirvienta de la casa Antonia Josefa Ramírez, a la que ahora pasaremos a nombrar como la «imputada».

[...constató que el cuerpo ya estaba sin vida, y lo declaró occiso a los efectos de la ley. El enfermero con ayuda del Cabo trasladaron la camilla contenida en la ambulancia hasta el nombrado jardín. Antes de mover el cadáver, el que suscribe debió imponer su autoridad porque el médico forense insistía en levantar el cadáver sin antes permitir al que suscribe to­mar todas las precauciones del caso, tales como relevar en suscintas anota­ciones la posición del cadáver en el preciso lugar de su caída y también tomar nota del estado en que se encontraban las plantas circundantes, que para el caso eran rosales.

El enfermero Launero, en actitud casi de desacato a la autoridad, dejó caer la camilla sobre el cantero dañando las plantas, pero como ya había sido observado por el que suscribe los rosales que bordeaban el camino a la mano izquierda estaban intactos, antes de la intervención del enfermero, mientras que los de la derecha estaban dañados por la caída del occiso. De eso se deduce que no hubo lucha que se diga, el Suboficial fue atacado de frente pero de sorpresa porque no se explica de otro modo que no haya alcanzado a sacar el revólver de su cartuchera, aunque su mano derecha estaba aferrada al mango del revólver, que por causas fortuitas no pudo alcanzar a desenvainar.]

[...y a esto el Subcomisario que refrenda el presente sumario desea agregar que eso comprueba que la primera herida fue la del abdomen, mientras que la del corazón le fue aplicada cuando ya estaba por tierra...]

[... un corte de cuchilla de cocina de hoja afilada de veintiocho cen­tímetros de largo, que le penetró entre las costillas derecho al corazón, golpe este que una mujer no podría haber dado estando la víctima en posición vertical pero sí en posición horizontal, lo que permitía a la mujer hundir la cuchilla de arriba para abajo en un cuerpo ya para entonces indefenso.]

[...y allí estaba tendida en la cama sin conocimiento. A su vera se hallaba la señorita Sáenz. La imputada estaba vestida solamente con una enagua y su ropa interior, la enagua presentaba restos de manchas de sangre lavadas con agua pero según explicó la señorita Sáenz cuando oye­ron los gritos la encontraron a la imputada junto al occiso, de pie, blan­diendo el arma y balbuceando. A renglón seguido se desmayó y fue conducida a su lecho por la señorita Sáenz quien para entonces ya con­taba con el auxilio de sus señores padres. Colocaron a la imputada en la cama y lavaron sus manchas de sangre con una esponja. Como estaba fría la taparon con las cobijas y procedieron inmediatamente a llamar al Médico y luego a la Policía, después de lo cual...]

[Según declaración de la Srta. Sáenz, la imputada se le quejó días atrás de que el occiso (quien no le había dirigido la palabra desde que supo del embarazo) la había interpelado en la calle ordenándole que dejara la puerta abierta del patio para entrar de noche a visitarla, a lo cual la imputada reaccionó con desprecio pues debido al desinterés del occiso por su hijo le había tomado gran rencor. Lo sucedido esa noche no se podía en cam­bio detallar porque la imputada fue encontrada en el jardín en estado de sacudón nervioso y no había explicado nada.

A renglón seguido, requerida su actuación, el Dr. Malbrán revisó a la imputada y la halló sin rastros de violencia sexual, pero recomendó no despertarla, para que volviera en sí naturalmente. Se decidió entonces que quedara en la pieza el Cabo Lonati, mientras la Srta. Sáenz velaría tam­bién por la imputada, sentada junto al lecho.

Fue menester a continuación inspeccionar la disposición de las habi­taciones, de lo que se colacionó que al patio grande se tiene acceso por una sola puerta, a los lados de la cual hay dos ventanas: a la derecha la ven­tana de la habitación de la Srta. Sáenz y a la izquierda la ventana del lavadero de la casa, ambas ventanas con vista al jardín que después termina contra el tapial lindante con la Comisaría. Según el Sr. Sáenz dicha puerta de acceso al patio grande era costumbre dejarla cerrada con pasador pero en más de una ocasión quedaba abierta, sobre todo desde que había sido inaugurado el edificio de la Comisaría nueva, lo cual otorgaba sen­sación de seguridad a los ocupantes de la vivienda.]

[Recién a las ocho y treinta de la mañana de ayer, es decir del día die­ciséis, la imputada se despertó y fue atendida por la Srta. Sáenz. A las nueve y cuarenta y cinco el Dr. Malbrán consideró que la imputada podía responder al cuestionario policial. Del mismo surgieron las siguientes declaraciones.

Antonia Josefa Ramírez, de veinticuatro años de edad, confesó haber dado muerte al Suboficial de Policía Francisco Catalino Páez con una cuchilla de cocina. La confesión fue interrumpida varias veces por crisis de llanto y a cada rato la Srta. Sáenz debió sujetar a la imputada en su in­tento repetido de golpearse la cabeza contra la pared. La Srta. Sáenz, a quien ya la imputada había referido los sucesos ni bien se despertara, la ayudó a colmar las lagunas que su memoria presentaba a cada momento. Los hechos se precipitaron en la madrugada del día dieciséis al ver entrar la imputada al occiso en su habitación, vistiendo su uniforme de suboficial. Éste la amenazó con su revólver y dijo que se le entregara allí mismo, pese a la proximidad de los patrones. La imputada, plena de rencor por haber sido abandonada con un hijo natural después de haber sido seducida en base a vanas promesas, se resistió y alegó tener miedo de des­pertar a los patrones, y como oportunamente acotó la Srta. Sáenz, era cos­tumbre de la Sra. Sáenz levantarse en medio de la noche atacada de acidez y dirigirse a la cocina. Detalle: dicha cocina comunica con el cuarto de la sirvienta sin puerta, sólo una cortina de género negro las separa, pues dicho cuarto estaba construido como despensa originariamente. Con ese ar­gumento la imputada convenció al occiso a salir al patio donde haría lo que él le ordenara. Él no aceptaba pero la imputada finalmente lo ame­nazó con gritar. Entonces el occiso, pese a la borrachera —detalle éste revelado en la autopsia— accedió y juntos se dirigieron al patio. Pero antes debieron pasar por la cocina y fue allí que la imputada subrepticiamente tomó de pasada la cuchilla y la ocultó. El occiso la quería conducir hasta el fondo de la casa, con el propósito de vejarla una vez más. Cuando la imputada creyó llegado el momento oportuno, ya en el patio, le mostró la cuchilla para ahuyentarlo, pero Páez, ebrio, no dio importancia a la amenaza, por el contrario...]

 [...se procedió a investigar el acta de nacimiento del niño Francisco Ramírez, nacido el día 28 de enero de 1938 en el Hospital Regional de Coronel Vallejos, y en él figura como de padre desconocido. A renglón seguido fue convocada la tía de la imputada, señorita Augusta Ramírez, de cuarenta y un años, de profesión lavandera. Ésta bajo juramento declaró haber recibido dinero de Páez para mantenimiento del niño en más de una oportunidad, y agregó que en más de una ocasión, es decir siempre que lo veía al occiso, le llevaba a la criatura para que lo viera bajo la condición, impuesta por el occiso, de que no dijera nada a la madre del niño que él lo veía. Según la citada lavandera, el mismo era muy cariñoso con el hijo pues se le parece mucho, y se encontraban de mañana temprano en zonas alejadas de la población, puesto que el occiso temía ser visto con el niño. Dicho occiso amenazaba a la lavandera con no darle más dinero si le contaba a la imputada que él veía al niño. En una oportunidad el occiso se presentó con una pelota de goma de regalo para el niño, a con­dición de que la lavandera dijese que la había comprado ella con el dinero dado por él, pero la lavandera prefirió decir a la imputada que la había encontrado por la calle en una alcantarilla pues la imputada habría visto de mal grado ese gasto.]

[...en casa de vecinos de la lavandera y fue conducido, junto con la pelota de goma, al edificio de la Comisaría para ser observado por el Ofi­cial que refrenda y por el que suscribe. Se declaró el parecido con el occiso como contundente. En cuanto a la pelota, tras urgente pesquisa, se com­probó que fue adquirida en el Bar-Almacén «La Criolla» por el occiso en fecha no determinada, entre el mes de diciembre y enero próximo pasa­dos, tal vez en ocasión del Día de los Reyes Magos, según declaró bajo juramento el dueño del comercio, Sr. Camilo Pons.

Se procedió a continuación a pedir datos a ciertos convecinos sobre la moralidad de la imputada, y sus anteriores patrones, la Maestra Nor­mal señora...]

[En cambio una curiosa observación del Cabo Lonati arroja dudas sobre la no premeditación del hecho sangriento: recuerda haber visto al ex-suboficial Páez saltar el tapial en dirección al solar propiedad del Sr. Sáenz otra noche, pocos días atrás, así como recuerda ciertas bromas o chistes del ex-Suboficial sobre unas presuntas diversiones secretas en horas de guardia, bromas que nunca terminaba de aclarar y nadie dilucidaba. De ello se deduce que el occiso podría haber ya visitado a la imputada otras veces, lo cual destruiría la coartada de la misma, aunque también se puede inferir que el occiso saltó el tapial pero se encontró siempre cerrada la puerta de acceso a los cuartos, hasta que, para su brutal castigo, la encon­trara abierta en la madrugada de ayer.

Tampoco fue posible hallar en las dependencias de la comisaría el recipiente de la bebida alcohólica ingerida por el occiso, al cual...]

[Con estos datos consideramos completa la información recogida referente al caso que nos ocupa. La imputada se halla actualmente bajo cuidado médico en la Celda N° 8 de esta Comisaría, con carácter de inco­municada a no ser por las necesarias entradas y salidas del médico forense.

Juran la presente declaración a los efectos de la ley,



Celedonio Gorostiaga                       Benito Jaime García

 Comisario       Sub-Comisario





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LA COMA Y EL PUNTO

La COMA Y EL PUNTO ×la dificultad está marcada con * (asteriscos). REPONGA PUNTOS Y COMAS Tenga en cuenta que donde está elidido (aus...